El pueblo Inga de Aponte tiene para contar una de esas historias que deberían quedar grabadas en piedra. Durante los años en que tuvieron en su territorio 1.500 hectáreas de cultivos ilícitos, la violencia se encarnizó con ellos.. Hernando Chindoy, gobernador de ese resguardo, se empeñó en que su pueblo recuperara su autonomía, su dignidad y, sobre todo, la soberanía sobre el territorio que les pertenece. En 2003 empezaron a erradicar manual y voluntariamente los cultivos de amapola y coca, y crearon un Mandato Integral de Vida para la Pervivencia del Pueblo Inga. Hoy han logrado consolidar un territorio de 22.000 hectáreas libres de cultivos ilícitos, erradicados voluntariamente. Las 951 familias que habitan el resguardo, ubicado entre Nariño y Cauca, han logrado un proceso de reorganización y fortalecimiento cultural e institucional que incluye recuperar su lengua, crear cabildos para asuntos económicos y de justicia y una economía legal que sirve de ejemplo a otros pueblos indígenas.

La soberanía de un pueblo
El pueblo Inga de Aponte tiene para contar una de esas historias que deberían quedar grabadas en piedra.
Otros especiales
Especial con licencia para delinquir
Con licencia para delinquir: En Córdoba hay corrupción local y nacional
Especial