Especiales Semana

La tabla de salvación

La economía nortesantandereana busca salidas a la crisis. Su reto es desarrollar un mercado propio.

22 de agosto de 2011

Desde el bloqueo comercial que sufrió Norte de Santander hace un año, la frontera colombovenezolana ya no es la misma. Pese a que las relaciones diplomáticas se restablecieron, las comerciales avanzan a paso lento.
 
Las exportaciones del departamento disminuyeron en 450 millones de dólares entre 2009 y 2010. El 96 por ciento iban hacia el país vecino. Así mismo, Cúcuta dejó de ser la despensa de las poblaciones fronterizas, pues por la depreciación del bolívar, los productos colombianos se volvieron inalcanzables para el bolsillo de los venezolanos.
 
Sin compradores, el comercio, que representa el 63 por ciento del PIB de la región, colapsó. Muchos almacenes y fábricas cerraron y en los últimos dos años, cerca de 200.000 personas perdieron su empleo.
 
Por cuenta de un mercado laboral con un 66,5 por ciento en la informalidad y un desempleo del 19,4 por ciento, la demanda interna en el departamento también se redujo. Según Fenalco, los sectores más afectados fueron el calzado y el cuero, que vieron disminuir sus ventas en cerca del 40 por ciento, y el de la madera, cuyos ingresos se redujeron a la mitad.
 
Los textiles, los materiales de construcción, la minería, la palma de aceite y la industria agropecuaria, especialmente el sector ganadero y arrocero, también sufrieron las consecuencias del bloqueo comercial. A esto se sumó la ola invernal, que afectó las principales vías terrestres y aisló el departamento. “Ante la crisis, el reto de Norte de Santander es desarrollar una economía propia, buscar competitividad, nuevos destinos internacionales y apostarle a Colombia”, comenta Melik Sarkis Torres, secretario de Desarrollo Económico del departamento.
 
“Para mirar hacia el país, primero hay que reparar la infraestructura vial –asegura Gladis Navarro, directora ejecutiva de Fenalco Cúcuta–. No se les puede pedir a los empresarios que produzcan cuando no tienen manera de sacar sus mercancías”.
 
Por el momento, otras iniciativas están sobre la mesa: una macrorrueda de negocios entre el 25 y el 26 de agosto, que buscará dinamizar los sectores más afectados y fomentar la competitividad de los productos con el fin de llegar con más fuerza a otros países.
 
“Para conquistar nuevos mercados es necesario modernizar la minería, intensificar la ganadería, apostarles a cultivos promisorios como el cacao y el durazno, renovar los cafetales y, sobre todo, innovar en industrias como la palma de aceite, que pasó de 2.700 hectáreas en 2002 a 20.000 en la actualidad”, sostiene Roque Gómez, empresario del sector agropecuario.
 
A finales de 2012 se iniciará la construcción de una planta extractora de etanol en la que participarán pequeños agricultores. Además, el gobierno entregará 57.000 millones de pesos al año en créditos a los productores de palma.
 
Otros proyectos son construir el Oleoducto Bicentenario, fomentar el turismo religioso y de salud e impulsar la exportación de arcilla de alta calidad.
 
Rodolfo Mora, presidente de Fenalco seccional Norte de Santander, se muestra optimista: “Somos graduados en crisis y no le tenemos miedo. Saldremos adelante como en la de 1983, después de la apertura económica”.