Especiales Semana

LA VOZ DE DIOS

Con las dos curules de Jaime Ortiz se demostró que la fe no sólo mueve montañas, sino votos.

7 de enero de 1991

Nadie lo hubiera creído. Cuando se comenzaron a conocer los resultados de la votación para elegir a los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente, entre los nombres que se mencionaban una y otra vez estaba el de Jaime Ortiz Hurtado. De inmediato surgió el interrogante.
¿Quién era ese señor, que no aparecía en la baraja de favoritos, y ni siquiera en las encuestas , y sin embargo se había dado el lujo de vencer a personajes de la talla de Juan Gómez Martínez, Alfredo Vázquez Carrizosa, Rodrigo Lloreda Caicedo y Carlos Holmes Trujillo, entre muchos otros?
No se trata de ningún político. Ortiz es un pastor protestante de la Unión Cristiana, un movimiento auspiciado por la Confederación Evangélica de Colombia, que aglutina luteranos, pentecostales, bautistas, carismáticos, presbiterianos, alianzas cristianas, misiones mundiales evangélicas, y Juventudes para Cristo. Pero que no incluye a los Testigos de Jehová ni a los mormones.
Detrás de su lista hay un movimiento que tiene 150 años de historia en el país, y que en los últimos 30 ha experimentado un florecimiento sólo comparable al que ha tenido en otros países de América Latina. Sus militantes afirman haber pasado en Colombia de 30 mil fieles, a finales de los años 50, a 2.5 millones en la actualidad.
Según Héctor Pardo, presidente de la Confederación Evangélica de Colombia, durante los años de la violencia los protestantes eran tratados como parias, se les mantenía por fuera del comercio, sus templos eran quemados, sus hijos no eran recibidos en los colegios, y sus pastores eran asesinados.
Pero las cosas han cambiado. Hoy orientan 40 colegios de bachillerato, de los cuales el más famoso es el Americano de Bogotá. Pero no han logrado establecer una universidad, un viejo anhelo bloqueado, según ellos, por la Iglesia Católica y la confesionalidad del Estado colombiano.
En la actualidad son ocho mil los pastores que existen en Colombia. Los evangelistas creen sólo en Jesucristo y en su estilo de vida, y en materia de dogma aceptan únicamente lo que esta escrito en la Biblia. No aceptan la autoridad del Papa, creen en la virginidad de María pero no en su asunción, no la hacen sujeto de ningun tipo de culto, como tampoco veneran a los santos, ni mucho menos a sus imágenes.
En cuanto a los ritos, no interceden por los muertos, no creen en la hostia, oran comunitariamente y son famosos sus expresivos cánticos. Aparte del encuentro dominical, en la semana realizan encuentros evangélicos en Centros de Estudio Biblico. Aunque parezca extraño, estos centros existen en el Senado de la República, en la Registraduría, el Ministerio de Defensa, la Contraloría, Colpuertos, Bienestar Familiar y la Empresa de Energía Eléctrica de Bogotá.
Sus ejecutorias en materia electoral tienen un precedente interesante, que fue la candidatura presidencial de Claudia Rodríguez de Castellanos. Pero aclaran que esa fue una iniciativa de una sola de sus iglesias locales. La confederación, como tal, venía preparándose durante los últimos ocho años.
Porque como dice el propio Pardo, las cosas se hacen en el tiempo del Señor" .
Su cabeza de lista es otra historia. Jaime Ortiz Hurtado nació hace 54 años en Girardot, y estudió Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín.
Allí, su tesis de grado "aprobada summa cum laude" resultó premonitoria: "El Estado Político como Ministro de Dios". Es máster en Sagrada Teología del Seminario Teológico Presbiteriano de Campinas, Brasil, y es profesor, decano y rector del Seminario Bíblico de Colombia, con sede en Medellín.
El segundo de la lista es Arturo Mejía Borda, un santandereano de 64 años, abogado de la Universidad Nacional, experto en derecho privado y constitucional. Mejía tiene antecedentes en la empresa privada y en el sector jurisdiccional.
Los evangélicos proponen la modificación del preámbulo de la Constitución, para que se mantenga el nombre de Dios, pero se elimine al estado confesional, es decir, el atado a la Iglesia Católica. En otras palabras, libertad de cultos. En desarrollo de eso, quieren que se respete la igualdad de todos los colombianos ante el derecho por ejemplo, que se eliminen los tribunales eclesiásticos, y proponen reformas al Congreso como, por ejemplo, que se acaben las dietas parlamentarias. Proponen el fin del sistema de cooptación para la elección de magistrados y la elección popular del Procurador y los gobernadores.
Una pregunta que muchos se hacen, es la de la financiación del movimiento. "Nos gastamos entre 20 y 25 millones de pesos, que esperamos nos devuelva el Gobierno en cumplimiento de su promesa de reembolso por voto conseguido. Lo que sí queremos aclarar es que no hemos estado recibiendo dineros del extranjero", advierte Héctor Pardo, negando, como piensan sus detractores que su movimiento sea una punta de lanza imperialista en America Latina.
Independientemente de eso, el hecho es que el Evangelismo ha comenzado a tener en Colombia una gran fuerza. Y hay quienes piensan que podría llegar el día en que sean tan importantes como en Perú, donde fueron decisivos para el triunfo de Alberto Fujimori. Lo paradójico es que dicho fenómeno se registre en un país que se proclama como uno de los mas católicos del mundo.