Especiales Semana

Los aprendices

Los frutos obtenidos por ocho estudiantes en Colombiamoda permitieron crear un programa para formar a los grandes diseñadores del futuro.

10 de octubre de 2004

Con la idea de "ocho mundos, ocho cabezas", Keys Gómez había preparado su debut y el de sus compañeros en el mundo de la moda en agosto pasado en Medellín.

La cifra hacía referencia a las siete mujeres y al hombre que habían sido escogidos a finales de 2003 por la Cámara de Comercio de Barranquilla, la Gobernación del Atlántico y la Universidad Autónoma del Caribe para protagonizar un experimento industrial que los llevó a la primera pasarela de la moda en el país: Colombiamoda.

En un principio habían sido elegidos por sus calificaciones y creatividad para hacer unas pasantías y ser aprendices de diseñadoras reconocidas como Judy Hasbún, Beatriz Camacho, Francesca Miranda, Claudia Abuchaibe y María Eugenia Peña. Pero el rumbo del proyecto cambió cuando sus promotores se dieron cuenta de que podrían llegar más lejos y descubrieron que podían crear un laboratorio virtual que les diera la oportunidad a los jóvenes diseñadores de medirse al mundo de la moda. Combinar el diseño con el arte y la industria.

"Entonces, en asocio con la Gobernación, el Centro de Productividad y Competitividad del Caribe y la Universidad Autónoma les propusieron a este grupo de jóvenes diseñadores de sexto semestre de la Universidad Autónoma participar con una colección en Colombiamoda". Virginia Gómez, directora de Producaribe, un organismo de la Cámara, señala que uno de los sectores que se mueve en Barranquilla es la industria creativa. "No se ha medido, pero es algo que se debe explorar".

"Al principio no lo creía", cuenta Eduard Bravo, el único hombre del grupo, pero cuando comenzaron a hacer los diseños, a cortar las telas y ver que Colombiamoda no era un espejismo, comenzó una carrera contrarreloj para mostrar el talento. Hicieron una colección que mostrara la identidad del Caribe colombiano, en especial del departamento del Atlántico.

"Ellos no querían que se viera de nuevo el mar o la playa sino, algo que no fuera trillado", explica Emilia Velásquez, coordinadora del programa de diseño de modas de la Uniautónoma. Trabajaron con la palma de iraca y con artesanos de la población atlanticense de Usiacurí. El experimento, además de ser visualmente llamativo, tenía que ser competitivo y rentable, que se abriera paso en el mercado de la moda colombiano.

"El resultado final fue una colección orientada a la metrosexualidad, que es algo que está globalizado", señala Yesenia Yépez, otra de las estudiantes participantes en el proyecto. Para lograr la viabilidad del proyecto contaron con el apoyo de consultores que los asesoraron en la elaboración de un plan de negocios.

Ante toda esta expectativa, recuerdan con gracia que les hicieron un despliegue inusitado sin tener una sola prenda lista. "Ya en el desfile fue un caos, nos pasó lo mismo que les pasa a todas las diseñadoras: se nos perdieron accesorios, la ropa no les quedaba a las modelos", recuerda Diana; sin embargo se sintieron orgullosos de estar a lado de otros diseñadores como Francesca Miranda, Judy Hasbún, y saber lo que es en la realidad un desfile de modas. "Es una experiencia que ningún estudiante tiene", replica Diana.

Con la experiencia exitosa en Colombiamoda se concertó que volverían a hacerlo. El programa se renovará con ocho nuevos nombres, en el que se incluirán además los artesanos de varios municipios del Atlántico y con el que se pretende seguir renovando cada año el proyecto. Mientras, los aprendices de este año ya trabajan en serio en los talleres de reconocidas diseñadoras costeñas.

Los ocho, por una cuestión de número y coincidencia, se convirtieron en una marca, con la que jugaron en serio en el mundo de la moda, corrieron y sufrieron los impasses que siempre surgen detrás de bambalinas, y al final salieron a una de las pasarelas más exigentes del país deslumbrados por las luces de los flashes y los aplausos.