Especiales Semana

Margarita Vidal

Fue la pionera de las entrevistas incisivas en televisión, y en sus tres décadas de ejercicio ha ganado cinco premios Simón Bolívar.

Margarita Mesa*
3 de diciembre de 2005

Haces unas preguntas? ¡eres peligrosa!". El reclamo es de Fidel Castro a Margarita Vidal, después de que no pudo inhibirla con halagos galantes ni con miradas fieras. Castro necesitó de Gabo para quitársela de encima por un rato porque, apenas pudo, ella volvió a la carga con un "me aburre quedarme callada, dar por hecho que todo lo que dice un entrevistado, sea el que fuese, es verdad". García Márquez fue al rescate del Comandante porque conocía a Margarita. La había sufrido con su sarta de preguntas durante el viaje obligado a México: "¿Por qué decidió ir a la embajada si dice que no solicitó asilo, ¿qué tan insospechables son las fuentes que lo informaron sobre una posible detención?". Con ese reportaje la Vidal se ganó uno de los cinco premios Simón Bolívar que tiene en su colección de galardones. Margarita Vidal siempre fue controversial. En el Liceo Benalcázar de Cali aprendió a pensar y a discernir, más que a memorizar. Como era la que mejor redactaba, comenzó su carrera como directora del periódico del colegio y no ha parado de preguntar porque considera que es un buen remedio para la memoria olvidadiza de los colombianos. Estudió en la Javeriana, pero se graduó en El Espectador cuando Gabriel Cano le puso 5 aclamado a la crónica sobre Melanio Murillo, el picador de toros que agonizaba abandonado en un hospital, con quien Margarita lloró a dúo porque era "como entrevistar a un muerto". Aunque le gusta más escribir, "herniada del susto" aceptó trabajar en el programa de televisión El ABC de la mujer, en el cual impuso la modalidad de mirar el lado humano de los personajes. A Margarita se le volvió costumbre revelar cada semana la otra faz en radio, prensa o la dirección de su propio noticiero de televisión. Es tal su obsesión por investigar, que lleva dossier hasta cuando la invitan a almorzar. Cuando el ministro de Defensa Fernando Landazábal respondió por fin "¿cuál es realmente la posición del Ejército frente a los diálogos de paz?", el general se ganó la baja; ella, otro premio, y el país supo que es posible "transformar las cosas con el peso de una palabra tan precisa como sugerente" sin necesidad de pisotear la dignidad de quien se sienta en un banquillo. Después de cada entrevista, y debe ir rondando las 1.600, Margarita se flagela porque se le quedó alguna pregunta. Sólo ha salido plena de su encuentro con Alejandro Obregón, "un tímido maquiavélico que apela a toda clase de trucos para boicotear la entrevista". Con seguridad, ese diálogo y los que realizó con 18 escritores latinoamericanos en Palabra mayor aportaron su cuota para obtener el Gran Premio 2003 a la Vida y Obra de un Periodista. Es en la política en donde su "asedio crítico a los reductos cerrados donde se cultiva mejor la corrupción" ha dado más frutos porque ella descubrió pronto que "la mentira más generalizada de todo político es su gran preocupación por el pueblo". Con esa premisa y un elaborado cuestionario que desbarata a punta de contrapreguntas, sigue dando campanazos de alerta "en un país con los nervios tan atrofiados, que ya no reacciona". Fue miembro de la Comisión de Paz en 1984 porque cree en el diálogo, pero no sería política porque "hay que tener concha de tortuga galápago". Por ahora, y desde hace año y medio, aguarda el sí del presidente Álvaro Uribe, para uno de los tres medios en donde colabora. Y ella es persistente. A Virgilio Barco lo esperó 15 años "porque los periodistas debemos ser los últimos en bajar la bandera" *Periodista