Especiales Semana

María Cano

Fue la primera mujer que obtuvo el reconocimiento nacional por su papel en la arena política.

Lida Margarita Núñez Uribe*
3 de diciembre de 2005

Su recuerdo se mantiene vivo porque se han escrito muchas reseñas biográficas, una película dirigida por Camila Loboguerrero y su nombre lo llevan instituciones sociales de diferente orden, y hasta un frente guerrillero del ELN y una cuadrilla de las Farc. María nació en Medellín en 1887 en el seno de una familia liberal y acomodada, lo cual sin duda influyó en su gusto por la literatura y el periodismo, actividades a las cuales dedicó su juventud y que le permitieron participar en algunos círculos literarios progresistas de la ciudad. Cuando pasaba la edad de 30 años, se dedicó a la lectura en voz alta para algunos obreros en la Biblioteca Pública de Medellín, quienes, agradecidos por su labor, la invitaron a sus casas. Al conocer la realidad de pobreza de los barrios periféricos, comenzó sus obras sociales animando a otras damas a donar ropa, zapatos, etc., que pudieran aliviar la angustiosa necesidad de los pobres de la ciudad. Por esta labor, no muy política por cierto, María fue elegida como la 'Flor del Trabajo' de Medellín, en 1925. Su gusto por las letras y su experiencia en la literatura hicieron que se convirtiera muy pronto en una gran oradora que conseguía la atención de las masas y las ovaciones a sus llamados de lucha por la libertad y la organización de la clase obrera. En uno de sus discursos en Medellín recibió el reconocimiento nacional que a la postre condujo a que fuera declarada la Flor del Trabajo Nacional, en el III Congreso Obrero Nacional realizado en 1926. La labor de María Cano como Flor del Trabajo cambió la concepción que se tenía del título, que empezó a ser un personaje importante en la organización de los trabajadores y trabajadoras. Para esta labor, comenzó una serie de giras por aquellos lugares donde se desarrollaban huelgas y protestas obreras, como la de los petroleros de la Tropical Oil Company, de 1927, y la huelga bananera de 1928 -que terminó en la Masacre de Ciénaga-, lo que le costó ir a prisión en tres ocasiones, dado que su labor era considerada una amenaza para los regímenes conservadores de aquellos tiempos. Fue en el mismo Congreso Obrero donde María Cano entró a ser parte de la dirigencia del recién creado Partido Socialista Revolucionario, que, a la postre, se transformó en el Partido Comunista Colombiano, del cual ella y otros dirigentes fueron excluidos. María Cano escribió en aquella época una reveladora carta a Guillermo Hernández Rodríguez, por aquel entonces dirigente de la creación del Partido Comunista, en la que le decía: "Usted acusa de conspiradores a mis compañeros del Partido Socialista Revolucionario y me quiere excluir a mí de tal responsabilidad, porque supuestamente estoy llevada y convencida por ellos, o sea, no me otorga la posibilidad de criterio personal. En este país, donde la mujer habla a través del cura, del marido o del padre, hay esa costumbre. Pero ese debate yo no se lo voy a hacer, la gente sabe quién soy y cuál es mi criterio". Este fragmento revela cuán consciente era María del papel que la sociedad otorgaba a las mujeres y cómo ella desafió con firmeza dicho rol. No solamente se atrevió a participar en política, sino que usaba el cabello corto, se vestía de manera inusual, nunca se casó, pero adoptó un hijo, y entre ella y sus hermanas se encargaron mediante su trabajo de su sostenimiento económico. *Historiadora de la Universidad Nacional