Especiales Semana

María Eugenia Rojas

Fue la primera mujer candidata a la Presidencia de la República, además de senadora y diplomática. Una luchadora de los derechos políticos femeninos.

Ramón Jimeno*
3 de diciembre de 2005

Una de las historias peor contadas y mejor distorsionadas es la de María Eugenia Rojas de Moreno Díaz y la de su padre, el general Gustavo Rojas Pinilla. Una pareja difícil de separar, que compartió el odio de las oligarquías y despertó una larga urticaria en las clases dirigentes. El general quiso consolidar el dúo pueblo-Ejército para reemplazar el bipartidismo y en ese remolino se montó María Eugenia. 'La Nena', en vez de ser la princesa distante de los asuntos del Estado, papel en el que le habrían sobrado maestras, asumió las causas sociales que lideró el 'segundo libertador'. Recibió la cédula femenina número dos, cuando los varones concedieron a las mujeres algunos derechos. El título de 'La Capitana', corresponde al grado que obtuvo como primera mujer policía del país. No fue un homenaje a la hija del excelentísimo, sino una manera de ilustrar el cambio de la institución que, adscrita al Ministerio del Gobierno, fue utilizada como fuerza paramilitar por los gobiernos conservadores para asesinar y perseguir liberales. María Eugenia fue de las primeras pilotos de helicóptero. Volaba un aparatico para dos que parecía de juguete y se convirtió en adorno en las instalaciones militares de Melgar. Es posible que su sueño de volar surgiera cuando el supremo era director de la Aeronáutica Civil, y delante de La Nena, gastaba sus ojos haciendo planos y cálculos para El Dorado, el aeropuerto que construyó durante su gobierno. Debió ser un gran sueño, volar para aterrizar en la pista del padre. La Nena fue directora de la Secretaría de Acción Social y Protección de la Infancia y el Servicio Social Femenino (Sendas). Es muy probable que Jorge Eliécer Gaitán también lo hubiera sido. Apoyó a la infancia desamparada, a familias sin techo, a mujeres 'sin residencia decorosa', a estudiantes varados, a víctimas de la violencia y de tragedias. Montó plantas de leche en polvo, organizó comedores populares y regalos para niños pobres. Al poner la mano en el corazón de los humildes, La Capitana era el Estado mirando a los de ruana, y el general, la esperanza de la revolución aplazada desde los años 30. Los programas de asistencia y de obras del ingeniero militar presidente y general, se hacían con dineros de una reforma tributaria, en un país donde se pagaban muy pocos impuestos. Mientras las masas del general crecían con la inversión pública, los ricos se ponían frenéticos. De salvador pasó a dictador, y se quedó solo de partidos. Cometió errores reconstruyendo su gobernabilidad: cerró la prensa liberal y, para sorpresa suya, el pueblo salió a las calles y respaldó la clausura de El Tiempo. Las oligarquías sintieron de nuevo en sus narices la amenaza de la revolución popular que se frustró el 9 de abril. Al fin se unieron. El 9 de mayo de 1957, cansado de traiciones y presiones, el general decidió irse. La Nena corrió a su lado, a medianoche, para hacerlo desistir. El general no cedió. A la mañana corrió a Palacio a desayunar con el padre e insistirle. Rojas ya estaba en uso de buen retiro. El poder no lo haría sangrar. "Él volverá", fue lo poco que dijo ella al partir. A los 15 días fue ella la que volvió, sola y furiosa, a defenderse de cargos. La devolvieron. Luego regreso, con el ex dictador, a que lo juzgara el Congreso y lo absolviera la Corte. El peor día de María Eugenia fue el 19 de abril de 1970, cuando la Anapo ganó las elecciones por la noche del domingo y las perdió al amanecer del lunes. Ella cree que desde Palacio Lleras Restrepo organizó el fraude. A toda la familia Rojas la apresaron e incomunicaron. Estado de sitio y toque de queda. Bastaba que el general se levantara para que el gobierno cayera. Rojas nunca creyó que el poder valiera sangre. María Eugenia respetó la decisión del general con la misma pena de sus seguidores. El abandono del triunfo es peor que una derrota. Fue candidata presidencial, en 1974, tercera entre tres delfines. Más tarde realizó una destacada labor al frente de Instituto de Crédito Territorial. Luego, el país cambió más, y la bandera la entregó a sus hijos, a quienes acompaña como lo hizo con su padre. *Periodista