Especiales Semana

MIRADA AL FUTURO

Bill Gates, el máximo guru de la informática, entrega en sus memorias recién publicadas, su visión sobre el efecto de la tecnología en la vida del hombre hoy y en el futuro.

25 de diciembre de 1995

CUANDO UN FUTUROLOGO HABLA de como vivirá el mundo en los próximos 50 años, la gente lo escucha con curiosidad. Cuando el hombre que cambió y dictó la historia de la informática, decide hablar del futuro, la gente invierte en lo que vaticina. Eso es probablemente lo que sucederá en la próximas semanas cuando aparezca el libro The Road Ahead (titulado en español "Camino al futuro") del multimillonario genio del software William Henry Gates III. Hasta ahora el empresario de 40 años con un capital de 15.000 millones de dólares que le ha dejado la empresa líder en programas para computador había tratado de mantenerse alejado de los reflectores y los micrófonos. Es tal su obsesión por la privacidad que cuando contrajo matrimonio en una isla de Hawai, el año pasado, se aseguró de alquilar todos los helicópteros del área para evitar que las revistas tabloides cubrieran la fiesta
Ahora Gates quiere que la gente sepa algunas cosas suyas, pero a su manera, como siempre. En un libro escrito en primera persona el ejecutivo deja traslucir algunas escenas inéditas de su vida personal para explicar el objetivo principal de la obra: sus calculados sueños del futuro.
Gates, que diseñó el primer programa decomputador cuando tenía 13 años, habla de cómo será su casa de 30 millones de dólares en una isla de lago en Seattle, estado de Washington; se imagina con parsimoniosa precisión cómo las billeteras se convertirán en una especie de cerebros de bolsillo, que tendrán bajo control la vida pública y privada de sus dueños; describe como si fuera hoy el funcionamiento de la publicidad a la carta en la televisión y cuál será el papel de los profesores del futuro, de los gobernantes, de los policías y de la gente común.
Pero su sueño reincidente, al que más le presta atención es la superautopista de la información (The Information Highway), el sitio donde "los animales sociales van a vender, comprar, invertir, regatear, a discubrir y a conocer gente" con solo oprimir un par de botones o dar una orden con su voz.
La metáfora de una gran vía arteria de la información no satisface a Gates porque da la impresión de que el usuario tiene que recorrer una distancia cuando en realidad la clave de ese lugar es que todo está al instante en la pantalla del televisor o del computador. Para el magnate es mejor hablar de un gran mercado, un enorme centro comercial cibernético repleto de gente buscando lo suyo, ropa, libros, cosméticos, bancos, viajes, juegos, placer... Es un centro donde el usuario maneja imágenes, textos y sonido, un mercado donde el consumidor no tendra que comprar por ejemplo discos compactos. Simplemente se suscribirá a un servicio que le da derecho a tener acceso a las canciones y artistas que ha escogido y que podrá reproducir a donde quiera que vaya: en un hotel, en la carretera y por supuesto en su propia casa.
No hay que confundir, advierte el ejecutivo, la superautopista electrónica con el Internet, una gigantesca red de redes a través de la cual se comunican y obtienen información mas de 40 millones de usuarios en el mundo entero. El Internet es según la teoría de Gates el simple trazado de un lugar cibernético mucho más complejo, útil y efectivo.
La gran ventaja de esta nueva era de la informática. sostiene Gates, es que los países en vías de desarrollo podrán dar un salto enorme. "Algunos países nunca tendrán industrialización sino que pasarán directamente a la Era de la Información... La autopista de la información romperá fronteras y promoverá una cultura mundial o por lo menos el compartir actividades y valores culturales".
El libro de Gates es el manifiesto de un desafío personal que él no tiene problemas en confesar: "Nunca ha habido un líder de una era de computadores que pueda serlo en la siguiente. Y yo quiero retar esa tradición histórica". Si el reto se cumple, así será el mundo según Gates:

LA BILLETERA CEREBRO
La gente carga en los bolsillos la mitad de su vida. Dinero y tarjetas de crédito, llaves, libretas de teléfonos, chequeras y localizadores.
En los maletines y carteras a van los teléfonos celulares, las cámaras, los libros. Todos estos cachivaches desaparecerán, incluido el dinero en efectivo, con el perfeccionamiento de un pequeño aparato que Gates llama la billetera PC.
"En lugar de llevar papel dinero la nueva billetera almacenará plata digital. Lo conectará con los almacenes para que el dinero se transfiera sin necesidad de un intercambio físico en una registradora. Si su hijo necesita plata, usted puede transferirle digitalmente desde su billetera PC", pronostica Gates.
Con la billetera usted no necesitará pasajes de avión. Solo tendrá que insertarla en un identificador de los aeropuertos. Le servirá para pasar puertas magnéticas y para obtener toda la información posible del lugar donde usted se encuentra. Y por supuesto usted podrá conectarse a la superautopista de la información.
Aunque funciona como un computador, el aparato no pesará más que una billetera, tendrá fax, modem y parlantes incorporados que le permitirán al usuario mientras maneja, por ejemplo, enterarse de las vías que están bloqueadas o congestionadas o simplemente saber si el restaurante chino del centro está abierto. En casos de emergencia la billetera, que tiene mapas del mundo a todo color, lo conducirá al hospital más cercano donde de antemano las enfermeras de turno sabrán qué especialista tendrá que recibir al paciente y a quién cobrarle la cuenta.
Le servirá para pagar las cuentas del teléfono, la luz y el agua, para cuadrar su cuenta bancaria y prender el calentador antes de llegar a su casa. En la billetera usted podrá grabar su voz y las conversaciones con otros y eventualmente captar imágenes de lo que usted ha visto durante todo el día. Allí podrá ver su temperatura, su presion sanguinea, la temperatura y la humedad del entorno. Será un diario preciso de su vida. Una nueva forma de llevar una "vida documentada", según las palabras de Gates.

LA CASA GATES
La casa de Gates no es una simple proyección. Es un súeño en construcción al que le dedica un capítulo completo de su libro. Desde finales de los años 80 Gates había acumulado ideas para poner en práctica en una casa ideal.
"Quería algo elaborado pero no ostentoso", comenta Gates. "Quería una casa en la que se pudiera acomodar una tecnología cambiante y sofisticada, pero en una forma no obstaculizante que dejara en claro que la tecnología es la sierva y no el señor"
Gates encontró un sitio en el lago Washington a una distancia moderada de su empresa Microsoft en Seattle. Suponga que usted es un invitado a esta mansión construida con madera de árboles de 500 años de un legendario aserradero en el estado de Washington.
A la entrada de la casa, que será terminada el próximo año, el portero le pondrá en el vestido un prendedor electrónico que le permitirá saber al computador central quién es usted y dónde está. Por supuesto no se trata de un invento inspirado por la desconfianza sino para ofrecerle al invitado una mejor estadía. Si es de noche el dispositivo irá prendiendo las luces por donde usted camina. Si usted va por un corredor notará que las luces al frente subirán de intensidad y las que va dejando languidecerán gradualmente. Por donde quiera que usted vaya se irán encendiendo parlantes invisibles con la música que a usted le agrada según los gustos que ha registrado el computador. Los demás ocupantes de la casa escucharán otra clase de música o tal vez ninguna. Por donde vaya podrá ver una película y si alguien lo llama solo sonará el teléfono que está más cercano. En su cuarto usted podrá escoger un menú de miles de películas, discos y fotografías. Si al día siguiente usted tiene un viaje a Hong Kong le puede pedir a la pantalla de su cuarto que le muestre fotografías de la ciudad. Las pinturas y fotografías que usted quiera ver de una colección especial del señor Gates que incluye paisajes de los Andes, raras estampillas francesas, atardeceres o fotos de los Beatles, aparecerán en todas partes de la casa cada vez que usted se presente y desaparecerán cuando se vaya. En la tarde podrá bañarse en una hermosa piscina en forma de L con música debajo del agua.
Dos temores asaltan a Gates cuando piensa en el futuro. Uno es que la tecnología llegará a tal nivel de refinamiento que cualquier persona tendrá acceso a información privada de sus amigos y enemigos. El, que tanto ha cuidado su vida privada, ya fue víctima de una invasión. Una revista nacional publicó recientemente su dirección electrónica y su computador estuvo a punto de estallar con mensajes de todas partes del país y del mundo. ¿Pero si la gente tiene todo en su casa, se pregunta el magnate, que pasará con las relaciones interpersonales, con las amistades y las reuniones sociales? Gates sostiene que la autopista informática en lugar de distanciar a las personas las va a unir porque será más fácil comunicarse con amigos o hacer nuevos a través de los computadores. "Estas amistades van a llevar a las personas a conocerse personalmente y hacerse visitas", sostiene Gates.

COMIENZA UNA REVOLUCION

LOS SIGUIENTES SON apartes del primer capítulo del libro de Bill Gates, "Camino al futuro".

"Escribí mi primer programa de software a los 13 años. Lo hice por jugar a teclear tontamente. La computadora que utilicé era enorme, pesada y lenta, y absolutamente irresistible.
El hecho de permitir a un puñado de adolescentes jugar con una computadora, fue idea del Club de Madres de Lakeside; el colegio privado al que asistía. Las madres decidieron utilizar los beneficios de una venta benéfica para instalar un terminal y comprar tiempo de computadora para los estudiantes. El hecho de permitir a los estudiantes utilizar una computadora a finales de los años 60 era una decisión extrañamente bonita para la época en Seattle, y algo que siempre agradecere.
El terminal de esta computadora no tenía pantalla. Para jugar con ella, tecleábamos nuestras jugadas en un teclado como el de las máquinas de escribir y nos sentábamos a su alrededor hasta que deglutía los resultados y aparecían en una pesada impresora, sobre papel. Entonces nos lanzábamos sobre él para echar un vistazo y ver quién había ganado, o para decidir nuestro próximo movimiento. Un juego que podría durar 30 segundos con un papel y un lápiz, podía consumir más tiempo que el dedicado al almuerzo. ¿Pero quién se preocupaba por ello? Había algo de inteligente en la máquina.
Más tarde, me di cuenta de que el atractivo consistía en que se trataba de una maquina enorme y cara, y que nosotros, los niños, podíamos controlarla. Eramos demasiado jóvenes para conducir vehículos o para realizar todas las demás actividades que parecían divertir a los adultos, pero podíamos dar órdenes a esta gran máquina siempre nos obedecería. Las computadoras son grandes, porque cuando se trabaja con ellas se obtienen resultados inmediatos que permiten saber si el programa funciona. Es una realimentación que no se obtiene de muchas otras cosas. Así comenzó mi fascinación por el software. La realimentación de programas sencillos es particularmente inequívoca.
Y aún hoy, me estimula saber que si puedo conseguir que el programa esté bien, siempre funcionará perfectamente cada vez, de la manera precisa en que le digo que lo haga.
A medida que mis amigos y yo empezamos a ganar confianza, comenzamos a experimentar con la computadora acelerando las cosas cuando podíamos, o haciendo que los juegos fuesen más difíciles Un amigo mío de Lakeside desarrolló un programa en Basic que servía de estímulo al juego del Monopoly. El Basic (Beginner's All purpose Symbolic Instruction Code) es, como sugiere su nombre, un lenguaje de programación relativamente fácil de aprender que utilizamos para desarrollar programas cada vez más complejos. Representaba la manera de hacer que la computadora jugase cientos de juegos de manera verdaderamente rápida. Deseábamos descubrir las estrategias que ganaban más Y -chug a chug chug a chug- la computadora nos lo decía.
Nosotros no sólo jugueteábamos con nuestros juguetes, al igual que el resto de los niños, sino que los transformábamos. Si alguna vez ha visto a un niño con un cartón y una caja de lápices crear una astronave con paneles de control o ha escuchado sus improvisadas reglas tales como "los coches rojos pueden saltar sobre todos los demás", sabe que este impulso de hacer que un juguete haga más de lo hace está en el centro del juego innovador de la infancia. Es también la esencia de la creatividad.
Por supuesto que, en aquellos días, nosotros cometíamos pifias o, por lo menos, así lo creíamos. Pero el juguete que teniamos volvia a parecerse a un juguete. Unos cuantos de nosotros en Lakeside nos negamos a dejar de jugar con él. Para muchos de los escolares, estabamos ligados a la computadora y ella a nosotros. Un profesor me pidió que le ayudase a enseñar programación informática, y esto pareció normal a todo el mundo.
Pero cuando me dieron el papel protagonista en la representación escolar de Black Comedy, se oyó murmurar a algunos estudiantes, "¿por qué se lo dieron al chico de la computadora?". Ese es el modo en que a veces me califican todavía.
Al parecer, hubo toda una generación, la nuestra, en todo el mundo, que arrastramos con nosotros hasta la edad adulta ese juguete favorito. Y al hacerlo así, originamos una especie de revolución pacífica, principalmente y ahora la computadora se ha aposentado en nuestras oficinas y en nuestros hogares. Las computadoras se hicieron cada vez más pequeñas y más poderosas, a medida que su precio bajaba de una manera dramática. Y todo ello ocurrió muy rápidamente. No tan rápidamente como pensé una vez, pero sí con rapidez suficiente. Los chips de computadora baratos se pueden encontrar ahora en máquinas, relojes, en frenos antibloque o, en máquinas de facsímil, en ascensores, en surtidores de gasolina, en cámaras fotográficas, en termostatos, en ruedas de molino, en máquinas expendedoras, en alarmas antirrobo, e incluso en tarjetas de felicitación que hablan. Los chicos actuales hacen en el colegio cosas sorprendentes con computadoras personales que no son mayores que los libros de texto, pero que superan a las grandes computadoras de hace una generación.
Ahora que la informática es asombrosamente barata y que las computadoras habitan en todos los rincones de nuestras vidas, estamos al borde de otra revolución. Esta supondrá la capacidad de comunicarse a precios de una baratura sin precedentes; todas las computadoras se unirán para comunicarse con nosotros y para nosotros. Interconectadas globalmente, formarán una red que se está llamando la autopista de la información. Un precursor directo de la misma es la actual Internet, que consiste en una unión de un grupo de computadoras y en un intercambio de información utilizando la tecnología disponible.
La construcción y el uso de la nueva red, sus promesas y sus peligros, son el tema de este libro. Todos los aspectos de lo que está a punto de ocurrir parecen excitantes. Cuando tenía 19 años, tuve una visión de futuro, basé mi carrera en lo que vi, y descubrí que había tenido razón. Pero el Bill Gates de los 19 años estaba en una posición muy diferente de la que me encuentro ahora. En aquellos días., yo no sólo tenía toda la autosuficiencia de un adolescente inteligente, sino que además nadie me contemplaba y, si fracasaba, ¿qué pasaba? Hoy estoy mucho más en la posición de las computadoras gigantes de los 70, pero espero que haya aprendido de ellas algunas lecciones"