Especiales Semana

Mundo 2004

Los cambios que pasaron inadvertidos en 2003 serán definitivos para el futuro.

Moisés Naim
21 de diciembre de 2003

En 2003 lo unico que parecia importar era la guerra en Irak con sus sangrientas consecuencias. Sin embargo, mientras el mundo se encontraba distraído por los acontecimientos de Irak, importantes cambios se estaban produciendo en muchas otras partes. La integración europea vivió uno de sus peores años. El valor del dólar norteamericano en relación con el euro se vino abajo. Fracasaron los intentos de revivir el acuerdo global de comercio. La democracia rusa se convirtió más en apariencia que en realidad.

Aunque algunos de esos acontecimientos fueron impulsados por la guerra en Irak, la mayoría de ellos constituyen manifestaciones de tendencias preexistentes desde mucho antes y que llegaron a su punto de hervor en 2003. También tendrán gran importancia en 2004.

La contradicciones europeas

El año entrante, por ejemplo, Europa enfrentará a la vez fragmentación e integración. Seguirá sufriendo los efectos de las bombas de fragmentación política y económica que estallaron en su seno en 2003: las agrias disputas por cuenta del tema de Irak y el colapso del pacto de estabilidad y crecimiento. Sin embargo, Europa también continuará su larga marcha hacia la integración. Un borrador de constitución fue presentado formalmente en julio de este año y debatido activamente mientras continuaban los preparativos para el ingreso a la Unión Europea de 10 nuevos países en mayo próximo, con lo cual el número de países de la Unión alcanzaría los 25. Por la misma época, siete países ex comunistas también entrarán a formar parte de la Otan. Uno de sus compromisos al hacerlo será el de gastar cuando menos el 2 por ciento de su Producto Interno Bruto en defensa.

Irónicamente, al mismo tiempo que se produjo todo este despliegue de actividad en apoyo a la integración política y económica, el año 2003 también se recordará probablemente como el peor para el proyecto europeo. Es que fue el año en que Europa no solamente quedó profundamente fracturada por las divergencias acerca de la guerra en Irak, sino también por la decisión de Francia y Alemania de romper el acuerdo logrado en 1997 por todos los miembros de la Unión Europea para respaldar el lanzamiento de una moneda común: el pacto de estabilidad y crecimiento.

Alemania y Francia simplemente se negaron a respetar las reglas del pacto y recortar sus déficits fiscales, pagando en caso contrario las elevadas multas prescritas en el texto del pacto cuando los firmantes excedieran los límites de las variables económicas. Aunque el sueño de la integración europea continuará alimentando un proyecto que ya está firmemente anclado en importantes realidades tales como la moneda única, las tensiones de 2003 han sido importantes y sus efectos no se desvanecerán con facilidad. Las bombas de fragmentación política que estallaron en Europa en 2003 dificultarán la construcción de una Europa unida en 2004 y más allá, e inclusive podrían generar algunos retrocesos. 2003 fue un año crucial para Europa, aunque no para bien.

Un euro fuerte

Para complicar las cosas, en 2004 los debates, referendos y negociaciones relacionados con la construcción de una Europa unida estarán teñidos invariablemente por la dificultad de las condiciones económicas.

Un euro fuerte, por ejemplo, no haría más que debilitar adicionalmente una Europa que ya se encuentra en una frágil situación económica. Durante más de una década los expertos predijeron que el dólar norteamericano se debilitaría como consecuencia de los insostenibles déficits comerciales de Estados Unidos. Eso finalmente ocurrió a comienzos de este año. Mientras la guerra asolaba Irak, el valor del euro en relación con el dólar aumentó fuertemente. Para finales del año ya había alcanzado su punto más elevado en los cinco años que lleva en circulación. "Los exportadores europeos están bajo intensa presión por la paridad de la moneda", tituló el Financial Times.

La Ocde, una organización conformada por los países más ricos, advirtió que la devaluación del dólar norteamericano podría asfixiar la dificultosa recuperación económica europea en momentos en que los resultados de las empresas lucían frágiles y las inversiones llegan en cuantías limitadas. La industria europea, los empleos y el crecimiento económico se verán sometidos a presiones sin precedentes. Aunque no es la primera vez que las monedas europeas se han revaluado más de lo que les conviene a sus países emisores, sí es la primera vez que una revaluación excesiva afecta a una Europa de moneda única y con un único banco central.

También es la primera vez que las empresas europeas tienen que sufrir los efectos negativos de un euro demasiado costoso y ven recortada su capacidad de competir a la vez que enfrentan empresas chinas y norteamericanas que se muestran más competitivas y agresivas que nunca. Las empresas chinas pagan salarios muy bajos y las norteamericanas han recortado al mínimo sus nóminas, incrementando a la vez la productividad de sus trabajadores a un ritmo espectacular (más del 8 por ciento tan sólo en 2003). En tanto que las operaciones manufactureras de outsourcing y offshoring (relocalización) a favor de China o la subcontratación de servicios en India constituyen un tema de conversación prácticamente cotidiano dentro de las empresas norteamericanas, este asunto no puede ser siquiera mencionado en la mayoría de sus competidoras europeas, ya que las limitaciones legales y la acción de poderosos sindicatos complican con frecuencia las subcontrataciones en el extranjero al punto de hacerlas imposibles.

Tal vez el peligro más grave que surge de un euro fuerte es que al dificultar el trabajo de los exportadores europeos y abaratar los productos extranjeros, el euro revaluado de 2003 fomente las tendencias proteccionistas de Europa. Esto generaría aún más problemas para el logro de un sistema de comercio global, el cual ya recibió una severa golpiza durante este año que termina.

¿Y el libre comercio?

A comienzos del año el gobierno Bush impuso aranceles especiales sobre las importaciones de acero, decisión que más tarde tuvo que echar atrás cuando los europeos y otros países comenzaron a imponer medidas retaliatorias destinadas a afectar a aquellos estados cuyos votos necesita Bush para ganar las elecciones de 2004 y cuando resultó demasiado obvio que el mantenimiento de esos aranceles le infligirían un golpe devastador a la Organización Mundial del Comercio.

Sin embargo la cuestión no se limitaba al acero. Estados Unidos también empezó a imponer restricciones a las importaciones de textiles procedentes de China y se está aferrando fuertemente al enorme incremento en los subsidios agrícolas que adoptó el año pasado. En un reciente encuentro, el ex presidente Bill Clinton expresó su frustración frente al hecho de que, contrariamente a las posiciones políticas que se volvieron tan comunes en su partido durante los años 90, este año los candidatos a la nominación presidencial del Partido Demócrata o no son muy favorables a los acuerdos de libre cambio o son abiertamente hostiles a ellos. En Washington las preocupaciones acerca del creciente proteccionismo global se han vuelto muy comunes. Recientemente Alan Greenspan, director del Banco de Reserva Federal, hizo una alocución acerca de la salud de la economía norteamericana y observó que "el proteccionismo sigiloso" y la "posibilidad de guerras comerciales" constituyen amenazas mucho más graves contra la economía de su país que los déficits, los cuales él considera son aún manejables.

La cuestión es que a pesar de estos horrendos sucesos en materia de actividades proteccionistas, Estados Unidos es aún una de las economías más abiertas del mundo. Europa, Japón y especialmente algunos países en desarrollo como India o Brasil son mucho más proteccionistas que Estados Unidos. Esto se hizo evidente con el completo fracaso de las negociaciones de comercio celebradas en Cancún, México, en septiembre pasado. Los ministros de Comercio Exterior de todo el mundo se encontraron allí para convenir cómo poner a funcionar algunas iniciativas que faciliten el comercio, y que habían sido esbozadas durante la cumbre de la Organización Mundial del Comercio en Doha, Qatar. Los resentimientos y las amargas acusaciones que fueron y vinieron entre Europa, Estados Unidos y los países en desarrollo, acerca de quién es el responsable de la ruptura de negociaciones de Cancún serán sentidos durante 2004 y más allá. Este 2004 será, probablemente, un año tan difícil como 2003 en cuanto al logro de progresos en liberalización del comercio y normas de inversión. En Estados Unidos la campaña electoral estará en pleno desarrollo y reinará la ansiedad en materia de puestos de trabajo perdidos debido al comercio internacional y a la relocalización de la producción. En Europa, el impacto de un euro que está debilitando las exportaciones convertirá en suicidio político cualquier planteamiento acerca de concesiones comerciales que puedan beneficiar a los exportadores norteamericanos o chinos.

La democracia rusa

En 2003 la actividad política se convirtió en un juego aún más peligroso en Rusia y en 2004 el peligro no disminuirá. Mientras que Bush se preocupaba por Saddam Hussein, Vladimir Putin se preocupaba por Mikhail Khordokovsky, el hombre más acaudalado de Rusia, a quien finalmente Putin pudo encarcelar. Es un error desestimar el caso Khordorkovsky relegándolo al nivel de un episodio más dentro de la extraña trayectoria de la Rusia poscomunista. El hecho es que, en 2003, Rusia no evolucionó hacia un sistema más consolidado y funcional de controles y equilibrios que pudiese asegurar la salud de una democracia. Por el contrario, se ha apartado decididamente de un sistema así. En la Rusia de hoy ninguna estación de televisión es independiente del gobierno. A todo lo ancho de Rusia los cargos de mayor poder están concentrados -de manera desproporcionada- en manos de los silovicky, los antiguos miembros de la policía secreta, de los servicios de inteligencia, de las fuerzas militares o de la antigua KGB. Según Olga Kryshtanovskaya, una respetada socióloga rusa que se especializó en rastrear a los silovicky y a seguirlos en sus carreras, el 25 por ciento de todos los funcionarios gubernamentales de Moscú están actualmente vinculados con los servicios de inteligencia. En las provincias, ella estima que la proporción alcanza el 70 por ciento.

Sin embargo no es solamente la omnipresencia de los silovicky lo que distorsiona el adecuado funcionamiento de la democracia en Rusia. Es también la enorme influencia de acaudalados individuos que se han convertido en políticos o funcionarios gubernamentales. En las recientes elecciones a la Duma, el Parlamento ruso, 28 por ciento de los candidatos de uno de los partidos interesados eran millonarios. No, no se trataba del partido de derecha. Los millonarios en cuestión eran los candidatos del Partido Comunista.

¿Qué podrá esperarse en 2004?

Más sorpresas. Aunque la situación en Irak continuará concentrando la atención del mundo y el comportamiento de Estados Unidos será motivo de interminables artículos y discursos, muchas otras tendencias importantes cuyo análisis ha sido nublado por las obsesiones de 2003, pasarán a sorprendernos en 2004. Los cuatro aspectos de los cuales hemos hablado en el presente escrito no fueron los únicos cuya importancia fue opacada por Irak. La transformación de Al Qaeda, que pasó de ser una organización a una franquicia global; el surgimiento económico de China y la pérdida de impulso económico de América Latina; la popularización del suicidio como arma predilecta de los terroristas fueron otras tendencias importantes que adquirieron gran fuerza durante este año y que le darán forma al próximo. Aquí se comentaron tan sólo cuatro de ellas; pero habrá más.