Especiales Semana

NACION

22 de enero de 1996

UNA LARGA PESADILLA
UN AÑO AMARGO para el Presidente de la República. La cadena de revelaciones sobre la financiación con dineros del narcotráfico de su campaña electoral; las detenciones de Fernando Botero, Santiago Medina y Juan Manuel Avella; la indagatoria de Medina en la que el ex tesorero de la campaña acusó a Samper de estar al tanto de lo que estaba pasando; la revelación del casete de Elizabeth Montoya de Sarria; la tensión de las relaciones con Estados Unidos; el atentado contra su abogado Antonio José Cancino y el asesinato de Alvaro Gómez Hurtado, y el clima enrarecido de la cúpula militar, parecieron por momentos una carga demasiado pesada para el jefe del Estado. Sin embargo Samper aguantó los embates, cobró el triunfo contra la cúpula del cartel de Cali y terminó el año celebrando con champaña el auto inhibitorio de la Comisón de Acusaciones.

LA MALA HORA
POCOS MOMENTOS de 1995 ilustran mejor y más dramáticamente la grave crisis vivida ese año por el gobierno del presidente Ernesto Samper que la rueda de prensa ofrecida el lunes 31 de julio en el patio interior del Palacio Echeverri por el ministro de Gobierno, Horacio Serpa, y el de Defensa, Fernando Botero. Los dos altos funcionarios trataron de desvirtuar ante los periodistas la validez del contenido de la indagatoria rendida 72 horas antes por el ex tesorero de la campaña presidencial Santiago Medina. Pero en vez de lograr ese objetivo se enredaron en una madeja de contradicciones y terminaron la jornada acusados de violar la reserva sumarial y filtrar documentos reservados. A una pregunta sobre por qué el gobierno conocía el texto de la indagatoria, Serpa respondió: "Nos llegó en un anónimo, este es el país de los anónimos". Ante la avalancha de críticas y las sindicaciones que Medina le hacía en la indagatoria, Botero resolvió ponerle el pecho al problema, dejar su cargo dos días después y renunciar con ello al fuero constitucional y asumir de lleno la defensa de su caso. Dos semanas después fue detenido por la Fiscalía y conducido a la Escuela de Caballería al norte de Bogotá.

EL CAZADOR Y SU PRESA
Y EN MEDIO de la crisis nacional, el general Rosso José Serrano se cubrió de gloria. En menos de cuatro meses hizo lo que parecía imposible: capturó a los hermanos Rodríguez Orejuela y a otros cuatro importantes cabecillas del cartel. Serrano cumplió con su deber y de paso salvó en más de una ocasión al gobierno, pues ante los graves cuestionamientos sobre la financiación de su campaña el presidente Samper siempre pudo argumentar en su defensa la captura de esos capos. La imagen de Serrano conversando en el sofá de su oficina con uno de los narcotraficantes más buscados del planeta y aquella otra del general bajando a Miguel Rodríguez de una avioneta procedente de Cali, quedarán para siempre en la memoria colectiva de este convulsionado 95 .

LA DESPEDIDA
FUE UNA muerte absurda y un sacrificio inútil. A los 76 años y tras décadas de batallas y polémicas Alvaro Gómez murió asesinado el 2 de noviembre justo después de dictar una tempranera clase en la universidad Sergio Arboleda. Al terminar el año la identidad de los autores intelectuales y materiales de este crimen, así como los móviles del mismo, siguen ocultos tras un velo de misterio, acrecentando aún más la confusión nacional. Tan admirado como controvertido, Gómez murió mientras libraba la que sería su última batalla: tumbar el régimen, que consideraba el origen de todos los males nacionales. Su frase según la cual "el Presidente no se cae, pero tampoco puede seguir", quedó inscrita a modo de testamento en la memoria de este año, casi tanto como la imagen de su hijo Mauricio, el conocido periodista que reside en París desde hace varios años y que alcanzó apenas a llegar para las exequias, quien despidió a su padre con un beso en el ataúd.

LA GUERRA DE LOS MICOS
NADIE PUEDE decir que este año el Congreso no fue escenario de grandes debates nacionales. Si en el pasado muchas veces la legislatura despertó bostezos entre los periodistas que la cubren, en éste la cosa estuvo como para alquilar balcón. Los rounds más importantes se libraron en torno, como es obvio, al proceso 8.000. Aparte de la citaciones a los ministros en las que Horacio Serpa se robó el show, la tensión se centró en los repetidos intentos de algunos congresistas por colgar de las leyes en trámite 'micos' que buscaban acabar con la justicia sin rostro o dejar a la Fiscalía sin herramientas para perseguir la narcopolítica. El senador vallecaucano Gustavo Espinosa, uno de los investigados, fue protagonista central del climax de esas intentonas, cuando el miércoles 13 de diciembre planteó en la plenaria del Senado una vehemente defensa del artículo que dejaba sin piso la penalización del enriquecimiento ilícito y el testaferrato. Los discursos altisonantes de los congresistas que defendían los 'micos' fueron siempre respondidos con serenidad y sencillez argumental por el fiscal Alfonso Valdivieso, quien solo una vez, ese mismo miércoles 13, alzó la voz y sacudió el recinto de la plenaria para responder a los cuestionamientos= y uno que otro insulto personal= de algunos senadores.

PROCESO DE BARANDA
MUCHOS LO acusaron de tener línea directa con el Presidente de la República y con el abogado de éste Antonio José Cancino. Esta no era la mejor carta de presentación para el representante a la Cámara Heine Sorge Mogollón, presidente de la Comisión de Acusaciones e investigador del primer mandatario. A esa mala imagen se sumaron las revelaciones sobre el dinero de discutido origen que él habría recibido para apoyar la campaña presidencial, y sobre la utilización que hizo de un crédito de fomento de Finagro para sus gastos electorales. Pero a pesar de esas críticas Mogollón sacó adelante su ponencia que, debido a la habilidosa judicialización de un proceso en el que la definición de las responsabilidades políticas era quizás más importante, no podía ser otra que la propuesta de auto inhibitorio que la Comisión de Acusaciones acogió por alta mayoría.

LA TIERRA DEL OLVIDO
LA MUERTE de más de 50 personas en las masacres de este año en Urabá fue lo más dramático pero no lo único de la cruda guerra que afronta el Estado con la guerrilla. También hubo centenares de policías y militares que cayeron bajo las balas insurgentes cuando estaban buscando una paz que no llegó nunca. Ni siquiera con la generosísima y por fortuna fallida propuesta de desmilitalizar la zona de La Uribe en el departamento del Meta, se consiguió que los alzados en armas dieran claras muestras de quererse involucrar en un proceso de paz serio.

CUANDO PASA EL TEMBLOR
ESTE AÑO pasará a la historia como el más movido en Colombia en la historia contemporánea. Y no precisamente por los escándalos políticos del proceso 8.000, sino por la cantidad de temblores que hubo en el territorio colombiano. El más fuerte de todos sucedió el miércoles 8 de febrero a la 1 y 40 minutos de la tarde. Durante 30 segundos la muerte se paseó en forma de terremoto por todo el eje cafetero y la ciudad más perjudicada resultó ser Pereira. El saldo fue desolador: 40 muertos, más de 400 heridos y cerca de 100.000 millones de pesos en pérdidas. El país demostró que aún no está preparado para afrontar con seriedad las tragedias naturales.

EL ORGULLO PAISA
FUERON MAS de 10 años de espera, de sueños, de varios obstáculos y de una inversión que en 1984 fue calculada en 836 millones de dólares pero que en términos reales se multiplicó a 1.824 millones de dólares. Pero la espera valió la pena y el sueño se convirtió en realidad. En los primeros días de diciembre los antioqueños vieron por fin deslizarse la serpiente silenciosa que atraviesa en 65 kilómetros toda la ciudad de la eterna primavera. El metro de Medellín, junto a la ruana y el carriel, se convirtió en el nuevo símbolo de la pujanza del pueblo paisa.

LLUVIA DE ESTRELLAS
A PUNTA DE música este año se derribaron varios mitos. Que las grandes estrellas internacionales nunca vendrían a Colombia, que no era rentable realizar grandes conciertos, que los estadios de fútbol y otros centros deportivos se dañaban y que nunca habría la organización suficiente para ubicar a más de 60.000 personas en un escenario sin que se armara un tropel eran frases que se escuchaban a diario para explicar por qué a Colombia nunca venía una figura musical de la talla de Luciano Pavarotti, Plácido Domingo o Elton John. Pero en 1995 todo eso se derrumbó. No sólo visitaron el país todas esas figuras, sino que artistas nacionales como Carlos Vives demostraron que pueden llenar un estadio. Y como si fuera poco todos salieron ganando. A los empresarios les fue bien, el público pudo ver a sus ídolos y los escenarios deportivos no sufrieron mayor cosa. Gracias a todo lo anterior, en el futuro los grandes artistas internacionales no tendrán que irse con su música a otra parte.

EL PUENTE ESTA QUEBRADO
LLEVABA TAN sólo seis meses de inaugurado cuando en la media noche del 20 de junio el Puente Heredia de Cartagena se fue al agua. En cuestión de segundos 400 metros cuadrados de cemento rígido se desprendieron de su estructura y las tuberías de agua potable, de energía eléctrica y de teléfonos se despedazaron. El sector turístico de Bocagrande, El Laguito y Castillogrande amanecieron sin ninguno de estos servicios. Gracias a la hora en que se produjo, la caída del Puente Heredia no ocasionó ninguna muerte, sólo el accidente de dos borrachitos que se desplazaban en una motocicleta y no vieron que el puente estaba quebrado. Al susto de estas dos personas y al impacto de la noticia siguió el juicio de responsabilidades que debieron compartir las autoridades que adjudicaron las obras y los constructores e interventores.