Especiales Semana

No. 4 EL FUTBOL Y LA POLITICA

11 de julio de 1994



FUTBOL, POLITICA Y GOLES
El fútbol es pasión, o manía universal.
Fútbol, gol, corner, oftside, back y referee son palabras incorporadas a casi todos los idiomas y dialectos de la Tierra.
Sus 17 leyes las respetan con devoción desde los bronceados jugadores con pelota de trapo en las playas de Ipanema hasta los pálidos inventores del juego en el templo sagrado del fútbol, en Wembley.
El fútbol hace hoy las veces de los torneos de caballeros del siglo XII.
Detrás de cada torneo surgen millones de apostadores quienes siguen la evolución de los pronósticos con la seriedad de corredores en la bolsa de valores.
Millones de fanáticos llevan serias estadísticas y cálculos sobre cada jugador, cada partido, cada gol y hasta el efecto producido por el tiempo en el estado sicológico de su equipo.
Otros, con igual seriedad, intentan influir sobre los resultados del fútbol con vudú, maldiciones, macumba, promesas e invocaciones a todos los santos.
El fútbol no tiene clase social ni día predilecto. Los viernes y los lunes es tema de discusión en el autobús. Los martes en el club de banqueros, los sábados en familia, los domingos en el estadio y todos los días en el café de la esquina.
Detrás de sus equipos -sin importar fronteras- peregrinan apasionados los tiffozi italianos, los hooligans ingleses, la torcida brasileña, las barras bravas argentinas. Y si la dosis de emociòn invade los terrenos del código de policía, sus fans van gustosos a la cárcel por amor al deporte.
Si el espectáculo es transmitido por televisión, palidecen los rating de sintonía de todas las telenovelas juntas.
El fútbol es causa de división irreconciliable entre vecinos del mismo pueblo. Pero también motivo de cohesión furiosa entre desconocidos que, por tener en común la pasión desenfrenada por la divisa de un equipo, comparten con paciente fidelidad la misma banca, en el mismo estadio -llueva, truene o relampaguee-, todos los domingos a la misma hora.
A través de él se afianza la identidad de cada región. Se unen los pueblos en causa común. Se levantan naciones enteras detrás de sus once seleccionados nacionales como si se tratara de animar una cruzada.
Y de su alegre dinámica a veces se aprovechan los políticos.