Especiales Semana

Noviembre 3 de 1903<br>La mayor pérdida

Las heridas abiertas cuando Colombia perdió su departamento estrella aún no se cierran .

Francisco Avella*
30 de mayo de 2004

El 3 de noviembre de 1903, bajo la mirada vigilante del acorazado norteamericano Nashville que había llegado el día anterior procedente de Jamaica con órdenes secretas, desembarcó en Colón el ejército expedicionario compuesto por unos 500 hombres del Batallón Tiradores enviado por el gobierno de Bogotá desde Cartagena, para sofocar una posible rebelión en Panamá.

Esa misma mañana el superintendente del Ferrocarril de Panamá, coronel J.H. Shaler envía en el tren de la mañana a los generales Juan B. Tobar y Ramón Amaya comandantes del ejército expedicionario, con la promesa de llevar al resto de sus hombres en las horas de la tarde. Así se cumple el primer acto de la separación de Panamá de Colombia al cortar, mediante una estratagema que no hubiera engañado a un niño, el grueso del cuerpo expedicionario de sus comandantes.

Los generales fueron recibidos en Ciudad de Panamá con los honores reglamentarios del Batallón Colombia comandado por el general Esteban Huertas, apodado popularmente 'el Mocho', quien ante los movimientos de gentes en el barrio de Santa Ana y ante el temor de que fueran a descubrirlo como parte de la conspiración y temiendo por su vida, toma la decisión de 'amarrar' a los generales Tobar y Amaya, así como a cinco altos oficiales que los acompañaban, en los cuarteles de la policía. A las 9 de la noche el Concejo Municipal de Panamá después de dejar constancia de su adhesión a la causa independentista, convoca un Cabildo Abierto para el día siguiente. Allí se declaró solemnemente que los pueblos de su jurisdicción se separaban de Colombia "para constituir una República independiente con gobierno democrático, representativo y responsable, que propenda a la felicidad de los nativos y de los demás habitantes del territorio del istmo", concluyendo el segundo acto.

El tercer acto está a cargo del coronel Eliseo Torres, quien sólo se da cuenta del golpe militar a la una de la tarde del día 4 de noviembre, cuando supo que sus jefes que habían viajado el día anterior a Panamá, estaban presos junto con otros cinco generales. Entonces el coronel Torres amenaza con disparar sobre los ciudadanos norteamericanos si sus jefes no eran liberados antes de las 2 de la tarde del mismo día. Pero ante el zafarrancho de combate dado por el acorazado norteamericano Nashville y sus movimientos para dispararle al Cartagena, el comandante del crucero, general Elías Borrero, ordena poner rumbo al puerto de Cartagena, dejando abandonado a su suerte al único cuerpo armado capaz de salvar el honor de Colombia, pues la secesión era un hecho cumplido.

Lo que siguió es la conclusión de una opereta en la cual la parte trágica fue jugada por el coronel Torres, quien en condiciones desventajosas, sin posibilidad de una salida honorable, sólo esperaba derramar la sangre para lavar su honor y el de sus tropas asediadas por los movimientos de la armada norteamericana. Pero el día 5 de noviembre después de una negociación sin esperanza, acepta embarcar el cuerpo expedicionario en el vapor Orinoco y regresar a Cartagena sin disparar un solo tiro, ".con dos sacos de 5.000 dólares tintineantes, en águilas americanas y 3.000 más en una letra de cambio que se entregó al contador del Orinoco.", como lo señala Lemaitre, en su clásica obra Panamá y su separación de Colombia.

Esta separación, según el historiador colombiano, no fue una epopeya. Afortunadamente hubo poca sangre: ".un pobre chino y un humilde burro muertos; un gobernador 'autopreso' y siete generales amarrados. Nada más y nada menos". Los muertos fueron provocados el día 3 de noviembre por los disparos de seis granadas en la retirada del Bogotá, único barco de la Armada colombiana anclada en la bahía de Panamá que permaneció fiel al gobierno colombiano.

Mientras tanto en Bogotá, el Nuevo Tiempo en su edición del 7 de noviembre de 1903 no daba crédito a los rumores que habían empezado a circular. Sin embargo el general Pedro Nel Ospina, preocupado, visita al vicepresidente Marroquín, quien ejercía la Presidencia por enfermedad del Presidente, lo recibe diciéndole: "!Oh Pedro Nel! No hay mal que por bien no venga. Se nos separó Panamá, pero tengo el gusto de volverlo a ver por esta casa". (Lemaitre).

Siguieron las protestas patrióticas, los llamados a filas de la juventud bogotana, los discursos encendidos y un intento de invasión a Panamá que terminó tristemente en Titumate (lo que hoy es Acandí en el Chocó). Y a pesar del apoyo recibido por los indígenas cuna que querían seguir siendo colombianos y otras provincias de Panamá que no participaban de la visión transitista de los comerciantes de Ciudad de Panamá, de construir el Canal para "beneficio del mundo", se cumplió el "derecho de expropiación sobre las razas incompetentes" que el almirante Mahan expuso como destino manifiesto de Estados Unidos.

Sin embargo el general Rafael Uribe Uribe señalaba hace 100 años las razones de la pérdida de Panamá recordando que desde 1890, Mahan había escrito sobre la absoluta necesidad que Estados Unidos tenía de tomar el istmo para construir el canal. Y agregaba que si los agentes diplomáticos y consulares de Colombia en Norteamérica, o los dirigentes políticos, hubieran leído estos escritos, "nuestro pobre país habría estado prevenido respecto de la fatalidad que lo amenazaba".

Pero por la desidia geográfica de un país andino de espaldas al mar, para la época en que hablaba Uribe, la Mosquitia ya había sido ocupada por Nicaragua lo mismo que las islas Mangle (Corn Islands), que ya no eran colombianas sino de nombre y que el gobierno nicaragüense las había ofrecido secretamente en arriendo a Estados Unidos. Entonces para evitar la pérdida del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, el gobierno firma el tratado Esguerra-Bárcenas el 24 de marzo de 1928, que reconoce como límite entre Colombia y Nicaragua el Meridiano 82°. Estados Unidos seguía reclamando los bajos de Serranilla y Quitasueño, que finalmente fueron reconocidos como colombianos en 1972.

Pero hoy Nicaragua demanda este tratado ante la Corte Internacional de La Haya y la demanda es aceptada. Las pretensiones nicaragüenses van en el sentido de trazar una nueva frontera, pero los especialistas manifiestan que no hay por qué tener miedo. A pocos días de que Colombia tenga que responder ante dicha corte la demanda, han proliferado los escritos que muestran que el archipiélago es parte integral de Colombia, como lo fue incontestablemente Panamá.

Sin embargo en un periódico del archipiélago coincidencialmente llamado Meridiano 82° (página 4, mayo de 2004), aparece en primera página, izquierda, un título a dos columnas que dice 'Comando Sur de Estados Unidos hará presencia militar en San Andrés'. Allí, la secretaria del Interior del Departamento Archipiélago Wanda Forbes, señala que el Comando Sur (que hasta los años 90 tenía su base en Panamá), está interesado en "construir un Centro de Reservas en San Andrés". Y según palabras del general James T.Hill, jefe del Comando Sur: "Algunos de los vecinos de Colombia. carecen de los recursos necesarios para mantener la soberanía territorial en regiones a las que no llega su control". Así ".Estados Unidos está colaborando con los vecinos de Colombia para intensificar la cooperación y la coordinación contra los narcotraficantes y reforzar las fronteras y los medios". Sin embargo preguntadas las autoridades militares y el consejero presidencial Juan Guillermo Angel, ".negaron tener conocimiento de este tema".

Pero hoy los tiempos han cambiado y es impensable una secesión del archipiélago de San Andrés. Lo que persiste es una tradición muy colombiana: la de buscar en Estados Unidos la protección de la soberanía nacional mediante tratados como el Mallarino-Bidlack de 1846. Mediante este tratado desde 1855 diferentes gobiernos solicitaron la intervención de Estados Unidos en el istmo, no sólo para evitar la interrupción del tráfico interoceánico a través del ferrocarril, sino para poner el peso de la intervención norteamericana a favor del gobierno que la solicitaba. Hoy se repite la misma historia para combatir la subversión, el narcotráfico, el terrorismo. Y como hace 100 años, se llama al lobo a cuidar las ovejas: "En la actualidad, personal norteamericano, administra y opera el radar táctico, para la lucha contra el narcotráfico en el sector de Hill Top, al sur de San Andrés" (Ibid). Sin embargo no hay que tener miedo pues la historia también se exorciza. Coincidencialmente en el mismo periódico, en la página 8 bajo la rúbrica de 'Historia' aparece un artículo a cuatro columnas que ocupa toda la página titulado: 'Panamá: una historia cínica. Roosevelt, Wall Street y la Independencia de Panamá'.

Pero no hay que olvidar que cuando el general Collins Powell fue nombrado secretario de Estado del actual gobierno Bush, declaró orgulloso que su libro de cabecera era precisamente el libro del almirante Mahan.

*Instituto de Estudios Caribeños Universidad Nacional de Colombia Sede San Andrés