Especiales Semana

OJO A LAS PROFECIAS

Ted Daniels. catedrático del Centro de Estudios Milenarios de la Universidad de Boston y experto en profecías, escribe en exclusiva para SEMANA.

21 de diciembre de 1998

La profecía y la predicción se han convertido en negocios especialmente prósperos con la cercanía del año 2000. La palabra milenio le hace pensar a un gran número de personas que Cristo retornará pronto para traer el milenio prometido por la Biblia. La profecía dice que el milenio de Cristo será el retorno al paraíso porque él derrotará definitivamente a las fuerzas del mal que rigen el planeta. Profecía y predicción van hasta cierto punto de la mano y constituyen un negocio peligroso porque por lo general ambas se equivocan en ciertos detalles cruciales.
Hay una historia aleccionadora que hasta podría resultar cierta. Se trata de un hombre que vivía en Europa durante la década de los años 30. El se dio cuenta de que pronto habría una guerra que sería aún más terrible y mortífera que todas las anteriores. La vio venir, al igual que algunas otras personas de esa época. Vendió todas sus posesiones, estudió cuidadosamente el Atlas hasta encontrar el lugar más remoto y desconocido del mundo, un lugar en donde la guerra jamás lo fuera a sorprender. Finalmente lo encontró, empacó y se fue a vivir a Guadalcanal.
Voy a hablar de las predicciones para mostrar que inclusive cuando uno acierta, en últimas también está equivocado. Es particularmente difícil acertar una predicción cuando se está hablando de sucesos en gran escala. Cualquiera puede predecir qué cara va a poner su mujer si se le olvida comprarle el regalo de cumpleaños. Tratándose de asuntos personales hay un buen margen de predictibilidad.
A nivel global, por el contrario, el terreno se pone mucho más difícil. Eso no amedrenta ni detiene a quienes viven de las predicciones. Alvin Toffler, el 'futurista' autor de Megatrends (Megatendencias) se ganó sus millones manejando dosis iguales de conocimientos y de osadía. El descaro y la corta memoria de la audiencia son los mejores activos en el negocio de la predicción. Hal Lindsay vendió más libros en Estados Unidos que cualquier otro escritor durante los años 70 gracias a que predijo que nuestro planeta estaba llegando a sus últimos días. Dijo que Rusia no demoraría en atacar a Israel, preparando el camino para la segunda venida de Jesús. Lindsay sigue en el mismo negocio a pesar de que actualmente todos sabemos que Rusia no es una amenaza ni para Chechenia. Ahora está hablando de una alianza islámica liderada por Turquía y sigue vendiendo muchos libros. Sus lectores se hacen los de las gafas con sus desaciertos anteriores: su sed de certeza los mueve a comprar cualquier cosa que publique.
Para los creyentes la historia cristiana de los últimos días es palabra de Dios. El problema es que en ninguna parte de la Biblia dice exactamente cuándo se terminará la sucesión de eventos terribles que llamamos historia y cuándo alcanzaremos la perfecta justicia del paraíso en el reino mesiánico. Es justamente por eso que existe toda una industria montada alrededor de la lectura de los signos de los tiempos en busca de evidencia sobre el advenimiento del juicio final. Esta tendencia ni siquiera considera la posibilidad de que ese día no llegue.
Lo que los profetas afirman es que ofrecen advertencias. Dicen que "Dios les ha dicho que sucederán cosas terribles a menos que...". Observemos que la profecía siempre contiene condicionantes: Dios está dispuesto a aplacar su ira si las gentes cambian sus comportamientos. Cuando resulta que el mundo no ha volado en pedacitos el profeta puede regocijarse por el éxito de la profecía. Le dirá a sus seguidores que el Señor, en su magnanimidad, aceptó no asolar la Tierra.
La profecía, al igual que las predicciones, busca reconfortar a su audiencia frente a la incertidumbre de la vida que siempre nos acompaña. El mundo no deja de cambiar y esa es la dificultad insoslayable. Los especialistas en predicciones, como Toffler y tantos otros que no cuentan con el respaldo de lo sobrenatural, tienen bastantes más problemas para convencer. No nos pueden ofrecer una razón para creer pero lo intentan buscando respaldo en los dioses profanos de la ciencia.
Un ejemplo de esto son los pronósticos de cataclismo ecológico que están proliferando y que suenan igual que las profecías religiosas. Nos dicen que la degradación del medio ambiente es culpa de la actividad humana, especialmente del consumo desbordado y de la indiferencia hacia las consecuencias de nuestros actos. El mensaje que nos transmiten es moral y nos insta a cambiar nuestro comportamiento. Al mismo tiempo no cabe duda de que, en efecto, la actividad humana es responsable de cambios traumáticos entre los seres vivos, pero lo que no puede medirse con seguridad es la naturaleza y la magnitud de dichos cambios, y menos aún sus consecuencias últimas. Nadie está totalmente seguro de qué ocurriría con la destrucción total de la selva tropical, por citar un ejemplo. Se nos dice que crearía cambios masivos en el clima mundial, pero ¿qué consecuencias tendrían?
Los científicos nos piden que consumamos menos, nos reproduzcamos menos y pensemos en el futuro. El futuro está en juego. He aquí otro de los temas de las profecías: el momento presente, cualquiera que sea, constituye el instante en el cual se define el futuro del cosmos. En cierto sentido esa afirmación es exacta; pero nunca resultan las cosas tan decisivas como se dice porque el mundo sigue funcionando a su eterno ritmo indolente e inmoral.
Una condición que siempre está implícita en este tipo de predicciones es la frase "si todo sigue como va". El problema es que los extremos rara vez acontecen, por no decir nunca. Y no ocurren porque las tendencias actuales no se mantienen inmutables: cambian al igual que todo lo demás.
Por ejemplo, muchos planificadores económicos piensan que el capitalismo triunfó finalmente con la catástrofe que liquidó a la Unión Soviética. Están pasando por alto a más de mil millones de chinos que aún viven bajo un sistema cuasimarxista. Estos estudiosos se mostrarían más sabios si tuvieran en cuenta la crítica que le hizo Marx al capital. Dicha crítica era que el capitalismo convertía la vida humana en mercancía y fue considerablemente más exacta que su profecía acerca del paraíso de los trabajadores. En Estados Unidos tienen actualmente un sistema que convierte las vidas en objeto de compraventa. Se llama 'administración de salud' y en él cada persona es una unidad más en un balance financiero. La vida ya es un asunto de ganancias y pérdidas, exactamente como lo concluyó Marx.
David Koresh, quien lideró el movimiento de la rama davidiana destruido en Waco en 1993, se autodenominó 'el mesías pecador' y exigió de sus seguidoras exclusividad sexual para él, en tanto que todos los demás tenían que observar la más estricta abstinencia. Las mismas mujeres solamente podían tener actividad sexual con el permiso de Koresh. El decía que Dios le permitía, e incluso le exigía, que pecara porque lo había elegido para que fuera el padre de una nueva humanidad que prevalecería en el reino celestial.
Koresh fue herido en los primeros enfrentamientos con la policía y algunos de sus seguidores pensaron que moriría. Presas de la angustia, abandonaron todas las restricciones de pureza que se habían impuesto: comenzaron a beber, fumar y comer alimentos prohibidos. Se rindieron a las 'fuerzas de Satanás'. Entonces a alguien se le ocurrió un plan: cuando muriera sacarían el cadáver y emboscarían a la policía para luego suicidarse con granadas ante las cámaras de TV, eligiendo la muerte antes que el triunfo de las 'fuerzas de Babilonia'. El plan hizo que todos reaccionaran con alegría y volvieran a la fe. Dijeron que serían "trasladados" al cielo. Sin embargo al final, cuando Koresh comenzó a revivir, el plan fue abandonado y no se habló más de él.
Lo anterior demuestra que la creencia en el final del mundo no solamente aporta un alivio de las angustias existenciales sino que usualmente va acompañada de este tipo de reversiones del sentido comun para las personasen esa situacion el suicidio no es autodestruccion sino la via de escape de este mundo malevolo. Sienten que quienes estan suicidando son los que rechazan la salvacion del profeta porque se condenan para la eternidad.
Tanto los profetas como los expertos en predicciones que dicen tener les confieren poderes para decir nos como sobrevivir. Aseguran que solo siguiendo sus palabras alcanzaremos el paraiso. Lo ironico es que tantos de ellos mueran como Koresh en confrontaciones con el poder del Estado que tan amargamente rechazan.

¿Apocalipsis ahora?
COn el nuevo milenio surgen toda clase de profecías sobre lo que sucederá con el planeta. Casi todas coinciden en que algo sucederá el 5 de mayo de 2000.
¿Qué tienen en común 1.100 millones de chinos, casi 2.000 millones de musulmanes y cerca de 1.000.000 de hinduístas? Que a pesar de ser casi dos terceras partes de la población del planeta el año 2000 no les dice nada. Según el calendario chino, 2000 será el año 4698, el año del conejo. Para los musulmanes, será el año 1420 y para los hinduístas el 1921. Los judíos celebrarán el 5760.
Pero a pesar de que buena parte de la población del planeta no va a celebrar la llegada del nuevo milenio occidental, aparentemente el año es considerado por astrólogos y místicos de varias culturas como un año especial. Y la razón para ello tiene más que ver con la astronomía que con la cultura o la religión. Todo parece indicar que el 5 de mayo del año 2000 habrá una alineación de los planetas del sistema solar, los cuales se ubicarán del lado opuesto del Sol con respecto a la Tierra. Nostradamus, el famoso místico francés, predijo que este alineamiento de planetas provocará una serie de fenómenos violentos en la primavera de ese año, cuando la Luna nueva, Júpiter, Saturno y el Sol se ubiquen del lado opuesto a la Tierra. En 1974 John Gribbin y Steve Plagemann, dos astrónomos de la Universidad de Cambridge, realizaron estudios que confirmaron el fenómeno, pero pocos científicos saben si tendrá o no efectos sobre la Tierra.
Lo que muchos aseguran es que podría suceder una especie de mano a mano gravitacional entre la Tierra y los demás planetas que podría generar terremotos y marejadas. Algunos incluso especulan sobre un posible desplazamiento del eje gravitacional de la Tierra que provocaría una alteración drástica en la distribución de los climas.
Pero lo interesante del fenómeno es que forma parte de la 'mitología profética' de varias culturas, comenzando por los egipcios, quienes pronosticaron desde hace 3.000 años varios sucesos astronómicos modernos. Los indios hopi de Estados Unidos también consideran esa fecha como el final del 'Cuarto ciclo' cuando, según sus creencias, la humanidad se verá forzada a "corregir sus faltas". De acuerdo con los ancianos hopi el materialismo del mundo moderno está destruyendo a la 'madre Tierra' y ésta ya planea su venganza.
Sin embargo no todas las profecías se basan en acontecimientos inesperados. Algunos científicos tan solo proyectan diferentes indicadores actuales y encuentran que el próximo siglo podría ser más difícil de lo esperado. El crecimiento de la población llegará a 11.900 millones de personas en el año 2050 y la mayoría de los expertos considera que la expansión agrícola mundial no podrá alimentarlos. El hueco en la capa de ozono sobre la Antártida tiene actualmente el tamaño de Estados Unidos y parece estar duplicándose cada dos años. En todo el mundo están surgiendo cepas de microbios y bacterias resistentes a los antibióticos, al punto que la última Conferencia Mundial sobre Agentes Antimicrobiales dio la alarma. Enfermedades que se consideraban superadas, como la tuberculosis, están regresando con fuerza inusitada. El Banco Mundial ha advertido sobre la crisis del agua potable toda vez que más de 80 países están experimentando escasez del recurso y creciente contaminación por parte de la industria, químicos agrícolas y desechos domésticos. Esto sin mencionar el calentamiento global. La Conferencia para el Clima de las Naciones Unidas acaba de reportar que ninguna de las 24 naciones que en 1992 se comprometieron a limitar sus emisiones de dióxido de carbono está cumpliendo sus metas. La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera se duplicará en 2050, por lo cual la temperatura del planeta podría aumentar hasta en 8 grados centígrados según estimaciones de las Naciones Unidas.
Todo esto sin mencionar siquiera lo que ya está sucediendo. Erupciones volcánicas en Filipinas, en Montserrat en el Caribe, en Nicaragua y ahora en Colima, México, mientras que huracanes siembran terror y muerte en Centroamérica.
A continuación algunas de las principales profecías sobre lo que se supone ocurrirá en el año 2000:
· El Strategic Investment Company, de Baltimore, Maryland, en Estados Unidos, es una firma especializada en ofrecer a sus clientes todo tipo de inversiones bajo el supuesto de que habrá grandes desastres y que es posible lucrarse de su desenlace. La firma ha hecho varias publicaciones con sorprendentes resultados en el pasado. Ellos pronostican un gran conflicto mundial en el mediano plazo. Se trata de una guerra entre el Occidente cristiano y el Oriente islámico, cuyas primeras manifestaciones se están dando ya en Bosnia, Chechenia y Rusia. De hecho Dagestán, otra república islámica rusa, está a punto de separarse de Rusia y unirse a los chechenos en búsqueda de independencia. Rusia ha prometido no permitir que eso suceda. Según esta firma el mundo "se está convirtiendo en un lugar como Colombia o Sicilia, una corrupta y violenta tierra de nadie, dominada por grupos armados y por los políticos que han comprado".
· El famoso síquico norteamericano Edgar Cayce predice que las Islas Británicas y el oeste de Europa van a ser atacados por una serie de terremotos llegando el año 2000. Japón desaparecerá y muchas porciones costeras del mundo se hundirán. Nueva York, Connecticut, Carolina del Sur y Georgia, al igual que el sur de la Florida, se hundirán en el mar. Cayce se hizo famoso por haber pronosticado las guerras de Corea y de Vietnam.
· Ruth Montgomery, una reconocida síquica norteamericana, asegura que en el verano del año 2000 habrá una serie de terremotos que causarán el rompimiento de las capas de hielo polares. América del Sur se convertirá en un lugar tan frío como Alaska, al tiempo que Canadá se transformará en un paraíso tropical. Habrá mucha turbulencia pero luego se calmará el clima y habrá un renacer en la civilización. "Mucha gente no sobrevivirá, pero otros sí lo harán", asegura.
· John Hogue, uno de los más famosos intérpretes de Nostradamus, asegura que en 2000 "un gran rey del terror descenderá de los cielos para resucitar al gran rey Angolmois, y en esta época Marte reinará por una buena causa". Hogue asegura que el gran rey del terror del que habla Nostradamus podría ser un cometa o un meteorito. AgradecimientosMark Mitten presidente del Billennium Organizing Committee.