Especiales Semana

Perspectivas económicas de 2005

El año que empieza no pinta tan bueno como el que termina.

28 de noviembre de 2004

Después de un buen 2004, que se calcula que va a cerrar con un crecimiento de 4 por ciento, una cifra adecuada para un año de despegue después de la larga crisis, la incertidumbre para 2005 es grande. ¿Será tan positivo como lo ven los empresarios o tan negativo como lo vislumbran algunos analistas económicos y columnistas de opinión? ¿Tiene razón el gobierno al estar tan preocupado porque a estas alturas aún no logra financiar el presupuesto del año entrante?

Además de estos interrogantes, en enero próximo, después de 12 años, el país estrenará gerente del Banco de la República, el recién elegido José Darío Uribe. Este 'palo' despertó aún más inquietudes, dado que los mencionados por la prensa como más opcionados no salieron elegidos. Sin embargo, aunque no es conocido por la opinión, Uribe será un gerente de continuidad.

La respuesta a tanta incertidumbre, según los expertos consultados por SEMANA, es que la economía colombiana en 2005 será regular. El consenso es que el PIB no crecerá más que en 2004, un desempeño mediocre cuando se esperaba que el próximo fuera el año de la consolidación de la bonanza que arrancó.

Los analistas económicos están de acuerdo en que con crecimientos del 4 por ciento el país no está en condiciones de solucionar ninguno de sus problemas estructurales, como la pobreza y el desempleo, cuyas escandalosas tasas del 67 y 12,5 por ciento respectivamente no bajarán nunca si la economía no crece por lo menos al 5 por ciento. En efecto, la creación de puestos de trabajo se estancó en el último año y el número de personas empleadas hoy en día es similar al de hace un año, no obstante las mejores tasas de crecimiento de la economía y la vigencia de una reforma laboral que supuestamente debía incentivar a los empresarios a contratar más trabajadores.

Por otra parte no es bueno el comportamiento del consumo interno. El crecimiento de 2004 ha sido 'jalonado' por las exportaciones y la inversión, más que porque la gente esté demandando más bienes y servicios. Según las proyecciones de Planeación Nacional, el consumo total crecerá 3,1 por ciento este año -muchísimo menos que el PIB-, pero de una forma desigual puesto que el consumo de alimentos y de bebidas está disminuyendo, mientras que el de bienes durables como vehículos, muebles y electrodomésticos registra incrementos positivos.

Además, los índices de confianza de los consumidores y las expectativas de los hogares que mide Fedesarrollo han comenzado a caer. Cada vez son menos quienes piensan que vendrán buenos tiempos económicamente. Más aún, al indagar Fedesarrollo sobre las condiciones del país dentro de un año, hay más respuestas pesimistas que las que se obtuvieron en 2002 y 2003.

Contrasta este menor optimismo de los hogares con el optimismo de los empresarios, pero al fin y al cabo cada quien habla de la fiesta según como le va a en ella, y no hay duda de que para los industriales las cosas este año marcharon mucho mejor que en el pasado, mientras que no fue tanto para el bolsillo de los consumidores. El sector industrial está creciendo a un ritmo de 7 por ciento anual, según la Andi; las exportaciones no tradicionales crecen a un ritmo superior al 16 por ciento anual en dólares corrientes y las exportaciones totales crecen alrededor del 15 por ciento, de acuerdo con el Banco de la República.

Estos resultados positivos se reflejan en las expectativas de los industriales sobre el futuro de la economía. La última encuesta de Fedesarrollo, por ejemplo, muestra que la confianza de los industriales se mantiene en niveles relativamente altos. Esto se traduce en un mejor clima de negocios y en un aumento de la inversión. Según las proyecciones de Planeación Nacional, la inversión total crecerá 12,4 por ciento en 2004 y como porcentaje del PIB estará alrededor del 16 por ciento, una notable mejoría frente a años pasados, cuando cayó a 12 por ciento del producto.

La gran pregunta entonces es en qué se parecerá o en qué se diferenciará 2005 de 2004. Y aunque a primera vista pareciera que todo permanecerá igual, hay riesgos en el horizonte que pueden hacer que las variables sean susceptibles de empeorar. De un lado, la economía colombiana se enfrentará a un entorno internacional diferente. De otro lado dependerá de si salen o no, y qué tan pronto, las reformas estructurales que harán sostenible la situación fiscal del país (la pensional, la tributaria y el estatuto orgánico del presupuesto). El problema es que, al parecer, su discusión está más influenciada por lo político que por lo económico, pues el gobierno le ha dado prioridad a asegurar en el Congreso la reelección presidencial, y está pagando el costo de que la aprobación de las reformas económicas pasen a un segundo lugar. Más aún, existe la preocupación de que el manejo de los pocos recursos discrecionales del presupuesto nacional se esté supeditando al mismo afán electoral.

Cambia el horizonte mundial

El entorno internacional en 2004 no pudo ser más favorable para la economía colombiana. Las bajas tasas de interés en Estados Unidos generaron una abundante oferta de capital extranjero hacia los mercados emergentes como Colombia, que gracias a esa gran afluencia de dólares obtuvieron recursos fáciles en los mercados internacionales. A mediados del segundo semestre de 2003, muchos analistas apostaron a que venía una época de devaluación del peso colombiano, motivada por la falta de ajuste fiscal, la no aprobación del referendo y las perspectivas de caída en los ingresos externos del país, principalmente por el agotamiento de la producción petrolera. Sin embargo, en los primeros meses de 2004 empezaron a ingresar al país divisas de sobra por cuenta de inversionistas extranjeros de corto plazo que venían a Colombia en busca de mejores rendimientos para su dinero.

Esos inversionistas internacionales que llegaron a Colombia compraron desde acciones de la bolsa de valores hasta finca raíz, pero fundamentalmente invirtieron en TES, que son los títulos de deuda interna que emite el gobierno. Gracias al apetito de los inversionistas extranjeros por estos papeles, el gobierno pudo cumplir con sus necesidades de financiamiento sin problema y el fracaso del referendo no tuvo consecuencias negativas inmediatas.

Por la vía de los ingresos externos del país, las cosas marcharon a las mil maravillas. Las exportaciones se convirtieron en el gran jalonador del crecimiento económico. Las ventas externas de petróleo y carbón, los dos primeros rubros de exportación del país, subieron gracias a sus mayores precios internacionales. Estos a su vez subieron debido a la fuerte demanda china, cuyo crecimiento del PIB este año fue del 9 por ciento. Como resultado, la demanda de productos básicos se disparó y también lo hicieron sus precios. China consumió el 40 por ciento de la producción mundial de cemento en 2003 y fue responsable de una tercera parte del aumento en la demanda de petróleo y de un 90 por ciento del incremento en la demanda de acero.

Las exportaciones colombianas también se beneficiaron por las generosas compras de sus socios comerciales. El buen crecimiento económico de Estados Unidos, así como de Venezuela y Ecuador, contribuyó al crecimiento de las ventas colombianas hacia esos destinos. Según el Fondo Monetario Internacional, FMI, la economía estadounidense creció 4,3 por ciento en 2004, su mayor ritmo desde 1999. El desempeño de la venezolana fue más espectacular con 12 por ciento de subida y la ecuatoriana con el 5,4 por ciento, según el FMI.

Los mayores flujos de dólares que llegaron al país, tanto por la vía de los inversionistas extranjeros como por la de las exportaciones, generaron una sobreoferta de dólares en el mercado. La divisa cayó de precio y el peso colombiano se revaluó frente al dólar. La caída del dólar disminuyó la deuda externa total del gobierno. Si la revaluación continúa y al final del año la tasa de cambio promedio se ubicara en 2.600 pesos, la deuda externa total costaría 98,4 billones de pesos, es decir, 8 billones de pesos menos que lo presupuestado a finales del año pasado, cuando los cálculos de la deuda externa se hicieron con un dólar promedio de 2.815 pesos. El menor valor de la deuda no es necesariamente un ahorro, es un efecto contable que se revierte cuando comience la tendencia devaluacionista de la moneda en los próximos meses. Sería un ahorro si el gobierno tuviera la oportunidad de pagar parcial o totalmente la deuda.

Para 2005 el escenario internacional es de fragilidad. La primera señal de que la fiesta pronto acabará son los aumentos registrados recientemente en las tasas de interés en Estados Unidos. La explicación detrás de este alboroto es simple: si suben las tasas de interés en Estados Unidos, los activos de Colombia y del resto de países emergentes pierden atractivo. Y los chorros de dólares que están llegando en este momento se van a ir para otra parte.

Lo más probable es que en 2005 la Reserva Federal estadounidense continúe subiendo las tasas de interés de referencia en el país del norte. Esto va a tener un efecto directo sobre la economía colombiana. Uno de los ejemplos más claros se verá en el aumento del costo de la deuda externa. Esto ocurre porque al subir las tasas de interés en Estados Unidos, también aumenta el rendimiento que pagan los bonos del tesoro norteamericano. Es decir, los activos estadounidenses lucen más atractivos para los inversionistas (pagan mejores tasas y ofrecen menor riesgo), por lo que si el gobierno colombiano quiere competir, debe recompensar mejor a los inversionistas. Algo similar va a ocurrir en el mercado de TES. De hecho, el alza reciente en las tasas de esos títulos es una reacción nacional a las condiciones internacionales del próximo año.

Por el lado de las exportaciones se espera una caída de los precios internacionales de los productos básicos, especialmente petróleo y carbón, debido a un menor ritmo de crecimiento de la China. Hoy los chinos están nerviosos porque tienen exceso de endeudamiento e inversión y esto está amenazando la economía. Las autoridades económicas del país asiático deberán desacelerar la economía lo suficiente para asegurar un crecimiento sostenible, pero si el freno es demasiado rápido, podría ocurrir una catástrofe económica mundial. Los menores precios internacionales de los productos básicos y en especial del petróleo van a hacer a su vez que las economías de Venezuela y Ecuador, que son importantes clientes de las empresas colombianas, crezcan a tasas más moderadas el año entrante. El primero lo hará a un ritmo anual del 3,5 por ciento y el segundo, de 4 por ciento, según el FMI.

La nueva partitura acaba con el escenario de revaluación del peso. Aunque no se prevé una fuga masiva de capitales extranjeros, sí habrá más inversionistas interesados en comprar dólares para llevarlos a Estados Unidos. Por lo tanto, el precio de la divisa norteamericana experimentará una tendencia al alza, es decir, habrá devaluación. Los analistas consultados por SEMANA esperan, en promedio, que el dólar acabe este año a una tasa de cambio de 2.596 pesos por dólar. Para el 31 de diciembre de 2005 pronostican una tasa de cambio de 2.736 pesos por dólar, es decir, proyectan una devaluación del 5,4 por ciento el año entrante.

En casa

En el mercado interno no parece que habrá sorpresas. Los factores positivos que han impulsado el crecimiento en los últimos trimestres se mantendrán en 2005. La construcción seguirá liderando el crecimiento económico y la creación de empleos. Aunque con menos vigor que en 2004, el sector tendrá buen crecimiento a futuro, a una tasa esperada de 5 por ciento para 2005, favorecido por nuevos proyectos de infraestructura.

La confianza seguirá impulsando la inversión, sobre todo con miras a enfrentar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, para lo cual los empresarios deberán adecuar sus instalaciones y hacer frente a la mayor competencia. Este tipo de acuerdos comerciales requiere incrementos y adecuación de la capacidad instalada en aras de cumplir con los estándares de competitividad.

Uno de los factores más importantes será si los colombianos por fin se deciden a consumir más. De momento parece que sí. Las ventas del comercio al por menor crecen en lo corrido del año en 5,89 por ciento, aunque sigue latente la preocupación por el regular desempeño de los alimentos. Las ventas de bienes duraderos muestran notables síntomas de mejoría, con crecimientos reales del 20 por ciento. Tras la prolongada recesión que empezó en 1998 y que terminó en 2002, las familias intentan actualizar el equipamento del hogar y renovar sus vehículos. A esto se suma que los bancos han vuelto a prestar. Durante los primeros 10 meses de este año los desembolsos de los bancos para crédito de consumo han crecido 33 por ciento.

Pero no todo es color de rosa. Existen varios nubarrones internos que podrían comprometer el crecimiento de la economía en 2005. Por un lado, el país probablemente enfrentará una nueva reforma tributaria que repercutirá sobre el ingreso y, por ende, podrá desalentar el consumo. Por el otro, dicen los analistas, es probable que las tasas de interés empiecen a subir debido al aumento esperado en las tasas de interés externas. Una de las razones de fondo que explica por qué los empresarios están invirtiendo más es el hecho de que las tasas han permanecido bajas y estables. Si estas suben, el riesgo latente es que se frene la inversión, con los costos que esto traería en materia de crecimiento y empleo.

Además, la difícil situación fiscal del país podrá generar ruido en 2005, lo que hará que la confianza tanto de locales como de extranjeros se vea comprometida. El gobierno colombiano, que venía acostumbrado a conseguir financiación de forma fácil y barata, se enfrenta a un nuevo escenario de tasas más altas y menor liquidez. Si bien en 2004 no tuvo problemas para colocar bonos en los mercados internos y externos, es evidente que con las nuevas condiciones le va a costar más trabajo conseguir plata prestada para tapar su abultado déficit fiscal.

La otra variable que genera preocupación es que el presupuesto del año entrante está desfinanciado en más de ocho billones de pesos. De esos ocho billones, 2,8 corresponden a privatizaciones de activos de la Nación y 5,3 billones, a "otros recursos de capital" que son inciertos. Hay 1,5 billones de pesos dentro de los ingresos corrientes de la Nación que forman parte de la reforma tributaria que está en trámite en el Congreso. ¿Qué ocurriría si la reforma tributaria sufre cambios y recauda menos de lo esperado? ¿Qué pasa si no es posible privatizar ISA y Ecogás? ¿De dónde saldrá la plata para cerrar la brecha de financiamiento que aún persiste?

Todas estas preguntas ponen en evidencia que el mayor riesgo para el crecimiento de la economía el año entrante provendrá del campo fiscal. Sería grave que la recuperación se frenara por anteponer los intereses políticos al saneamiento de las finanzas públicas. De otra parte, las expectativas positivas que ha despertado el fenómeno Uribe, y que seguramente influyen en su visión optimista del futuro, pueden verse afectadas si la reelección del Presidente se enreda con la decisión que tome la Corte Constitucional.

Conjugando todos estos factores, parece poco probable que la economía colombiana se comporte en 2005 tan favorablemente como lo hizo en 2004.