Especiales Semana

QUE CORRE CORRE

Alrededor de las candidatas, los fotógrafos, periodistas, chaperonas y comitivas protagonizaron un verdadero maratón.

9 de diciembre de 1996

Incrustada sobre la puerta de madera, una plaqueta con el número 3-114 anuncia el ingreso a la sede del Concurso Nacional de Belleza en Cartagena. Allí, de camisa blanca, pañoleta y bermudas azules, 10 mujeres organizaban los boletines de prensa, el cronograma de desfiles y las credenciales para los periodistas, los fotógrafos, los camarógrafos y las estrellas invitadas a contar, paso a paso, hasta el último movimiento de las 22 aspirantes al cetro y la corona.Poco a poco, y durante los primeros días, las credenciales fueron desapareciendo de las mesas para colgar del cuello de más de 300 personas que esperaban ansiosas cualquier encuentro con las candidatas para lograr un saludo ante la cámara, una foto diferente o una reveladora entrevista. La primera persecución del día empezaba a las ocho de la mañana. En el lobby del Hotel Hilton se ubicaban todas las cámaras que al paso de cada candidata irradiaban todo tipo de luces sobre ellas. Hacia un costado, decenas de periodistas corrían de lado a lado gritando al unísono Meta, Bogotá, Huila 'para una entrevista', y de cada charla se iban formando los podios para la más simpática, la más bonita, la mejor vestida y la que cada año se gana a los medios de comunicación. El grito de Patricia Moreno, la Chaperona oficial del Concurso, hacía que las concursantes se alinearan y finalmente subieran al bus que las llevaría a los lugares históricos de Cartagena. Ahí se iniciaba la segunda persecución. Una vez bajaban de los buses, cada fotógrafo tomaba a una candidata por su cuenta: sugería en segundos la pose, la expresión del rostro, el fondo, la luz y, si era una de las favoritas, en poco tiempo una oleada de cámaras llegaba y las cubría con su manto de luz. Sin embargo, después la oleada se desvanecía entre la multitud y el sol hacía estragos en el rostro de todos.El tiempo iba corriendo y, de nuevo, un sólo grito las reunía y hacía que las 22 mujeres subieran de nuevo al bus, que esta vez las llevaba al Centro de Convenciones para toda un día de ensayos, de música y coreografías. Al caer la noche empezaba la tercera y última persecución. Ya todas abandonaban los tenis, las trusas y las camisetas blancas y ahora los tacones, el vestido largo y el maquillaje las transformaban. Era otra oportunidad para una nueva foto, una nueva toma y otra entrevista que saldría al día siguiente en los noticieros, periódicos, emisoras y revistas que, como todos los años, llegan a La Heroica para hablar de reinas. Pero el corre corre no solo estuvo a cargo de los reporteros que cubrieron las incidencias del reinado. También las reinas aportaron su granito de arena. Algunas por andar a las carreras se quedaron del bus y tuvieron que llegar en taxi a los eventos, otras por dormilonas obligaron a que sus maquilladores y estilistas las arreglarán en tiempo récord, pero fue Lina María la que sufrió uno de los mayores percances. En la pasarela del Hotel Hilton en el desfile Noches de Cartagena, Lina en su afán por terminar su recorrido dio un paso en falso y se fue al piso. Fueron 12 días de carreras contra el tiempo que empezaban muy temprano y terminaban al filo de la media noche, cuando retornaba la calma. Las candidatas regresaban de nuevo a su cuartel en el tercer piso del Hotel Hilton en busca de unas horas de descanso. A las 5:15 de la madrugada estaban otra vez de pie para iniciar otra agotadora jornada, no sólo para ellas sino para el enjambre que se movía tras sus pasos.