Especiales Semana

¡Que viva la gente!

Crepes & Waffles es una empresa que se destaca no sólo por su éxito económico, sino también por el valor que da a sus empleados, a quienes ofrece beneficios físicos y espirituales.

28 de abril de 2007

Para quienes creen en agüeros, el viernes 13 es un mal presagio. Pero para los que creen en las buenas energías, éste es simplemente un día propicio para los cambios. Es el caso de Beatriz Fernández y Eduardo Macía. Esa fecha se convirtió en el nacimiento de Crepes & Waffles, una exitosa empresa que el pasado 13 de abril, curiosamente también un viernes, cumplió 27 años.

Al iniciar este proyecto, ellos eran estudiantes de administración de empresas que, ante la difícil situación económica que atravesaban sus familias, decidieron poner una venta de comida, típica de las calles parisinas y diferente a la que se conseguía a principio de los años 80 en Bogotá. Sacrificaron fiestas, idas a cine y hasta horas de estudio para seguir su sueño, siempre con la idea de crear empresa y construir país. La fórmula fue sencilla pero muy efectiva. Convencidos de que "todo lo que necesitas es amor", como cantaban The Beatles, emprendieron la aventura, cargados de pasión, empeño y dedicación absoluta.

Empezaron en un local en la carrera 11 con calle 85, que decoraron con afiches enmarcados de Gordillo. Allí ofrecían crêpes, helados y pane cooks a sus clientes. Pero la receta del éxito, o por lo menos a los segundos, llegaría unas cuantas semanas después de inaugurar el restaurante. Manuelita Durana de Gómez, una bogotanísima ama de casa, les dijo que ese plato estaba horrible, irrumpió en la cocina sin permiso, revisó las ollas y se fue. Una hora más tarde, regresó con la mezcla y su fórmula secreta escrita en un papel. Esta la utilizan en sus preparaciones hasta el día de hoy.

Ellos no supieron su nombre sino 14 años más tarde, cuando volvieron a verla durante un brunch en uno de sus restaurantes. Hasta entonces Beatriz y 'Lalo', como todos llaman a Eduardo, creían que ella era Dios. La verdad, fue un alma entusiasta que quiso apoyarlos en su sueño sin jamás pedir nada a cambio. Tal vez era su ángel custodio.

La unión de su equipo y la estrategia de trabajar con entusiasmo comenzaron a mostrar sus frutos. Su misión, "despertar admiración en cada cliente por servir arte-sano con amor y alegría a precios razonables", llevó a que cada vez más colombianos se convirtieran en fieles clientes de su marca. C&W tiene hoy 24 restaurantes y cinco heladerías en Bogotá, y 20 puntos más en el resto del país, con presencia en Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena y Pereira. A pesar del alto número de locales, es inevitable que en la mayoría de sus clientes deban hacer fila a la hora del almuerzo, cosa que todos parecen hacer con gusto, por la inmensa demanda por sus productos. Esto sin contar los restaurantes que existen en el nivel internacional en Ecuador, Panamá, Venezuela, México y España.

Éstas no han sido las únicas transformaciones desde su nacimiento ese místico viernes 13. "Nadie puede decir que trabajar acá no le ha cambiado la vida", asegura Angélica Vera, cajera del restaurante del Parque de la 93 que lleva casi 16 años trabajando en esta empresa. Cada uno de los empleados de Crepes & Waffles se ha encontrado con las ventajas de pertenecer a una empresa que se preocupa por la dignidad y el bienestar de todos los miembros de su equipo. "Ellos son nuestro cliente interno y debemos crearle un valor especial. Su compromiso con este sueño es infinito. No trabajamos con 'outsourcing', ni temporales, ni por prestación de servicios, porque eso quiere decir que no queremos tener nada que ver con nuestros empleados, y la gente tampoco se siente comprometida", explicó Eduardo a SEMANA.

Además de los beneficios extralegales -como el pago adicional del día 31-, la propina voluntaria y el llamado 'repique' son repartidos entre los empleados de los restaurantes y los operarios de la planta. Esto no es todo. Uno de los principales objetivos de la empresa es lograr que sus trabajadores tengan una vida plena y que puedan suplir sus necesidades básicas, por esto tienen un plan para consecución de vivienda, y el ideal es que todos consigan a la vuelta de un par de años comprar casa propia. Esta iniciativa fue creada por Guillermo Fernández, el padre de Beatriz, con el apoyo de entidades financieras. "A los 10 meses compré nuestro apartamento. No nos sobra, pero vivimos bien y podemos darnos gustos", cuenta Blanca Sierra, empleada de Crepes & Waffles desde hace 11 años y madre de dos hijos.

También reciben un plan de salud prepagada que corre por cuenta de la empresa para que puedan tener una atención rápida y efectiva. Y entre muchos otros beneficios más, están los préstamos sin intereses para la compra de electrodomésticos, principalmente lavadoras, neveras y televisores. El 91 por ciento de las empleadas de C&W son mujeres, de ellas, el 80 por ciento tienen hijos y el 44 por ciento son cabezas de hogar. Como enfatiza Beatriz, con una amplia sonrisa y los ojos brillando de emoción, "Colombia tiene cara de mujer que lucha por sus hijos".

Con esa misma emoción y poesía, ella, el corazón de C&W, se dirige a los aproximadamente 1.800 empleados que tiene la empresa actualmente, todos los días a las 11:45 de la mañana por medio de un avantel. La empresa, que comenzó con ella, su esposo y una empleada, ha crecido tanto, que ésta es la única manera como ella siente que puede mantener un contacto constante con todos. El 13 de abril llegó apresurada y preocupada por no dejar esperando a su gente. Botó la cartera y la chaqueta sobre una mesa y abrió su cuaderno rojo -que carga a todas partes y en el cual escribe pensamientos, citas y hasta números de teléfono-, y se dispuso a dar el mensaje de ese día tan especial, el cumpleaños de un sueño. En el mensaje comparó a la empresa con una mariposa que ha pasado por las etapas de huevo, gusano y crisálida hasta convertirse en un hermoso ser de colores brillantes que va regando "amor, honestidad, alegría y júbilo, porque el arte, el sabor y el amor no tienen fronteras".

Al concluir su alocución se comenzaron a escuchar sin número de mensajes de quienes estaban a otro lado del auricular, agradeciendo a su jefa y cantando un bien merecido "feliz cumpleaños" a su empresa. Beatriz no pudo contener las lágrimas.

En gran medida se puede decir que el éxito de C&W también ha sido el complemento entre Eduardo y Beatriz. Él, el estratega, el ajedrecista que proyecta y planea. Ella, el alma, el corazón, los detalles, las mezclas lo que ella llama "los sabores del alma e ideas del cielo", aclarando siempre que no es chef, aunque las recetas muestren que, como buena Tauro, posee un gusto único para los placeres de la buena comida. "La idea ha sido siempre buscar el equilibrio porque este es un reto humano, gastronómico y financiero", explica Eduardo. Aunque, como aclara él, "nosotros todavía estamos progresando. Tenemos dificultades y problemas. Cómo mejorar el entorno es una lucha del día a día".

Una enseñanza los dejó marcados a ambos. En una conferencia aprendieron que para los griegos la definición de ética era: "Ama a las personas, usa las cosas". Pero que al llegar la era romana, la frase cambió a: "Utiliza a las personas, ama las cosas". En un país en donde muchas compañías subvaloran al trabajador creyendo que para prosperar es ahí donde se deben ahorrar gastos -ganancia máxima y consumo mínimo-, Crepes & Waffles es el ejemplo de que existe otra forma de hacer empresa. La muestra de que ante todo, el trabajo de las personas vale. Como explica Beatriz, "no hay que esperar a tener para ayudar. Desde el principio tuvimos ese propósito, ser una empresa con un fin, crecer con nuestra gente. Somos una muestra de que se puede humanizar y espiritualizar la economía".