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Reina y señora

Catherine Sánchez, del Amazonas, una candidata cuya partida de matrimonio alborotó el avispero del reinado.

13 de diciembre de 1993

Reina y señora
EL ESCANDALO NO HA SIDO ajeno al Concurso Nacional de Belleza. El más frecuente se desata todos los años en la madrugada de la noche de coronación, cuando aquellas que se sentían coronadas denuncian a cuatro vientos el robo de la corona. Pero siempre han sido berrinches y pataletas que a las pocas horas quedan en el olvido. Lo que ha sucedido este año, que una candidata sea destituída en plena marcha del reinado, nunca se había visto. Y eso ocurrió el viernes pasado con la representante de Amazonas.
Quizás el campanazo que se anunció que algo grave estaba por suceder en el concurso ocurrió en 1991, cuando Maribel Gutiérrez Tinoco, la representante de Atlántico, fue coronada como nueva Señorita Colombia. En esa oportunidad truenos y centellas retumbaron en Cartagena. Para nadie fue un secreto que la mano de la mafia se extendió la noche de la velada de coronación. La protesta, en esa oportunidad, fue general. Se habló, sin tapujos,
de que el narcotráfico también se había infiltrado en el concurso en Cartagena.
Un año después, cesaron los vientos de tempestad. La elección de Paola Turbay, quien unos meses más tarde lograra el virreinato en Miss Universo, fue suficiente para tender un manto de paz sobre el evento. Esa tónica continuó en la siguiente edición cuando se coronó a Paula Andrea Betancurt.

REINADO PARA SEÑORITAS
Este año las cosas fueron a otro precio. En 60 años de reinado nunca antes se había presentado un escándalo como el que protagonizó la representante del departamento del Amazonas, Catherine Sánchez Hernández.En un reinado "para señoritas", ella terminó compitiendo, y con un marcado favoritismo, cuando en realidad era señora.
Durante tres meses esos chismes corrieron, pero Catherine convenció a los miembros de la junta directiva del Reinado Nacional de Belleza que se trataba de rumores malintencionados. En ese cuento también cayeron las autoridades del Amazonas, encabezadas por su gobernador.
Sin embargo, cuando en los medios de comunicación apareció la partida de matrimonio de una parroquia bogotana, en Cartagena se alborotó el avispero. El bochornoso episodio tuvo todos los ingredientes de una telenovela. El estado civil de la representante de Amazonas se convirtió en la comidilla no sólo de los corrillos reales, sino de todo el país.
Ella nunca lo aceptó, a pesar de que un vicario, un sacerdote, un obispo y posteriormente toda la Curia certificaron que había contraído matrimonio el 24 de octubre de 1992 en la parroquia de San Juan de Avila en Bogotá.
En medio de esta confusión, los dirigentes del concurso no sabían a ciencia cierta que rumbo tomar. Mientras la candidata negaba con lágrimas haberse casado alguna vez, las fotocopias del registro matrimonial inundaban los fax de los medios de comunicación. A la avalancha de información que enviaban los 450 corresponsales acreditados en Cartagena para el cubrimiento del certamen se sumaban las de los reporteros que en el interior del país descubrían testigos, padrinos, banqueteros y hasta tarjetas de invitación.

REINA DEL HOGAR
Finalmente, a las dos y media de la madrugada del viernes 12 los organizadores expidieron un comunicado de prensa que anunciaba que Catherine Sánchez, por voluntad propia, abandonaba su participación en el concurso. Y ahí fue Troya.
La representante de Amazonas afirmó a quien quiso oírla que había sido obligada a firmar esa declaració y que iba a demostrar que tanto el cura como el vicario habían recibido mucho dinero para prestarse a un montaje, con el fín de dañar su imagen y su participación en el reinado. Además amenazó con denunciar a "una gente que yo conozco y que solo quieren vengarse de mí". Pero en Cartagena el escándalo continuó. La salida de la representante de Amazonas del Hotel Hilton se hizo como en las películas de espionaje: por la puerta de atrás abordó un taxi; unas cuadras más adelante se bajó y tomó una camioneta que la llevó al aeropuerto de Cartagena donde una avioneta privada la estaba esperando.A esa misma hora la junta directiva del reinado oficializaba que, efectivamente, Catherine Sánchez era una mujer casada.
Este ha sido, sin duda, un golpe bajo para el Concurso Nacional de Belleza. El episodio ha puesto al descubierto que no existen mecanismos que permitan conocer a fondo la vida y milagros de las candidatas.
Cando las representantes de cada departamento de inscriben en la oficina del Concurso Nacional de la Belleza, sólo existe un decreto firmado por los gobernadores que dan " buena fe" de que las concursantes que envían a La Heroica están autorizadas oficialmente, lo cual quiere decir que son solteras. Pero al parecer, esto no es suficiente para evitar que les metan gato por liebre".