Especiales Semana

REZOS Y VOTOS

La creciente participación de los grupos evangélicos en la política y la reacción de la jerarquía católica ponen sobre el tapete el tema del rápido avance de esos cultos.

13 de abril de 1998

Días antes de las elecciones parlamentarias, el arzobispo de Bogotá, monseñor Pedro Rubiano, se metió en los terrenos de la política y dio unas controvertidas declaraciones que provocaron, entre otras cosas, una agria polémica entre el columnista Roberto Posada, 'D'Artagnan', y el caricaturista y también columnis-ta Héctor Osuna. Monseñor Rubiano exhortó a los colombianos, en general, y a los católicos, en particular, a votar en conciencia en las elecciones parlamentarias del 8 de marzo, y manifestó su preocupación por la inclusión de la representante evangélica Viviane Morales en la dirección alterna del Partido Liberal, tal y como lo dispuso el candidato oficial Horacio Serpa. Según el arzobispo, "este apoyo político tendrá contraprestaciones".
La mayoría de los colombianos, incluida la propia Morales, quien calificó las afirmaciones de "graves e irresponsables", no entendieron bien la alusión del jerarca católico ni las razones que tuvo para controvertir una decisión política que sólo debía interesar a los liberales. Pero en las declaraciones de Rubiano había mar de fondo. El episodio hizo salir a flote la tensión que existe en Colombia entre la Iglesia Católica y las iglesias evangélicas, sobre todo desde que la Constitución de 1991 hizo que el país pasara, en un 'santiamén', de tener una sola religión oficial a la libertad de cultos. Y desde que esos movimientos han empezado a ganar fuerza electoral en el país. Según el politólogo Eduardo Pizarro, "el fracaso de todos los intentos para consolidar un movimiento de corte demócrata cristiano en Colombia contrasta con el relativo éxito que han logrado en particular las corrientes evangélicas en cuanto hace al número de votos y a la representación parlamentaria". (Ver recuadro)Si hasta hace pocas décadas, en particular durante el período de la violencia, el país vivió persecuciones a las minorías religiosas, especialmente las de origen protestante, ahora con la Constitución de 1991 parece haber salido de la caverna al consagrar por fin una verdadera libertad de cultos. Por eso las confesiones evangélicas, ni cortas ni perezosas, han buscado proyectarse en el plano político electoral.

Puertas abiertas
La verdad es que el monopolio de la religión católica se acabó ya en Colombia. Hoy por hoy se calcula que existen unas 5.000 congregaciones diferentes a la católica en el país. Según el abogado Jorge Bunch, experto en legislación religiosa, esto demuestra la transformación radical que se ha experimentado en los últimos siete años.Durante 105 años la católica fue la única fe oficial y reconocida de los colombianos. Y fue ese dominio espiritual el que le otorgó a la Iglesia una gran influencia y un enorme control sobre la vida de la sociedad. Pero este poder terrenal sufrió un duro golpe con la nueva Constitución, la cual incluyó la libertad de cultos entre los derechos fundamentales que debe garantizar el Estado: "Toda persona tiene derecho a profesar libremente su religión y a difundirla en forma individual y colectiva".
La promulgación de la nueva Carta coincidió con claras manifestaciones locales de un fenómeno mundial denominado por investigadores e intelectuales como "el retorno o el despertar de lo religioso". Este despertar sería una respuesta al colapso de las grandes ideologías y proyectos políticos del siglo XX, lo mismo que al fracaso de la ciencia y la tecnología para resolver los problemas de la humanidad. Según el padre Carlos Mario Alzate, director de la sección de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de la Conferencia Episcopal, "estos dos factores, sumados a la incertidumbre y a la angustia que genera la cercanía del cambio de milenio, serían suficientes para entender por qué, cada día más, las personas se vuelcan hacia la religión en busca de algo que llene sus expectativas, les brinde seguridades y explicaciones aquietantes frente al mundo hostil y peligroso que los rodea". En esta búsqueda, sostiene Alzate, la gente encuentra diferentes alternativas: la corriente de la Nueva Era, religiones orientales o nativas y organizaciones cristianas no católicas. El repunte de estas últimas, conocidas como evangélicas, no tiene parangón, sobre todo en América Latina.
Un estudio del Consorcio Iberoamericano de Investigación de Mercados y Asesoramiento _Cima_ encontró que América Latina es uno de los continentes más religiosos del mundo, que los católicos continúan siendo mayoría en todos los países del área pero que un 30 por ciento de sus habitantes confiesa pertenecer a otras religiones. Esto confirma la tesis del antropólogo Fabián Sanabria, investigador asociado de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, según la cual, "en términos generales, se puede afirmar que la situación religiosa en América Latina se encuentra en un momento de profunda reestructuración, cuya principal característica es la consolidación y el crecimiento de la disidencia religiosa".
Sanabria sostiene que esta disidencia se expresa no sólo en la extensión del movimiento evangélico pentecostalista sino también en la restauración de diversos sectores de la Iglesia Católica, como los carismáticos. El caso colombiano refleja muy bien lo que está ocurriendo en el resto de Latinoamérica, donde los evangélicos ya suman 52 millones de almas. Uno de los efectos inmediatos de la libertad de cultos, que comenzó a regir con la Constitución del 91, fue el de hacer visibles a los evangélicos del país. Estos, contrario a lo que se piensa, no aparecieron de la noche a la mañana con sus biblias bajo el brazo y sus emotivos y animados cultos. Su presencia en el territorio nacional es mucho más vieja de lo que se cree y es probable, como sostiene el pastor Darío Silva, cabeza de la iglesia Casa sobre la Roca, que Colombia haya sido el país de esta región que recibió las más antiguas y variadas influencias de núcleos protestantes.
Sin embargo, para efectos prácticos, se considera el 24 de noviembre de 1861 como el día del nacimiento oficial de la iglesia protestante colombiana. En esa fecha se sirvió la cena, el rito equivalente a la comunión católica, en la primera Iglesia Presbiteriana que se fundó en Bogotá.Durante la mayor parte de este siglo los grupos evangélicos fueron minoritarios e incluso algunos sufrieron persecuciones que le significaron a Colombia denuncias y condenas a nivel internacional. "Hace 30 años a los protestantes o evangélicos los apedreaban, los perseguían, los quemaban. Ahora se están presentando avivamientos, grandes movimientos del Espíritu Santo, Dios nos está abriendo las puertas y estamos viendo cosas que antes no podíamos ni soñar", dijo el pastor Mario Ricardo Gómez, presidente de la Federación de Iglesias Cristianas _FIC_, una entidad que reúne a 35 agrupaciones religiosas no católicas.
Con la ayuda divina o sin ella, es un hecho incontrovertible que las confesiones no católicas se están abriendo puertas y que por esas puertas entran cada día más colombianos. Ahora es posible encontrarlos trabajando en educación, rehabilitación de alcohólicos y drogadictos (ellos dicen que manejan la mayoría de estos centros en el país), cuidado de enfermos de sida y en atención de ancianos, desplazados por la violencia y presos, sin olvidar que han entrado en la política. Y con éxito. Al politólogo Eduardo Pizarro le sorprende este hecho, en contraste con el fracaso de todos los intentos para consolidar en el país un movimiento de corte católico.
De acuerdo con los cálculos del padre Alzate, en los años 30 los evangélicos eran apenas unos cuantos miles, en los 70 ya sumaban 300.000 y a comienzos de los 90 llegaban a 3.500.000. Esto significa que su número creció 16 veces en un lapso de 20 años. Hoy se calcula que pueden llegar a ser cinco millones. Incluso hay lugares, como Puerto Libertador, Córdoba, en donde el 75 por ciento de la población es evangélica y su iglesia queda en la plaza principal mientras que la católica está ubicada dos cuadras más lejos.

En río revuelto
Pero_ ¿qué influyó en este acelerado crecimiento? Para los investigadores del fenómeno no cabe duda de que una explicación es la crisis que sufrió o sufre la Iglesia Católica para adaptarse a los cambios del mundo moderno. Esta crisis, que es de carácter mundial, sumada a la percepción de que la Iglesia se preocupa más por el reino de este mundo, es decir por el poder político, que por el bienestar de sus feligreses, generó un vacío en la vida espiritual y religiosa de los creyentes que los evangélicos supieron aprovechar. Según el pastor Gómez, "los católicos olvidaron a Dios, la Iglesia descuidó la pastoral. El gran éxito de la Iglesia Católica fue crear el sistema de parroquias, pero al hacerlo descuidaron la relación sacerdote-feligrés. Perdieron la comunidad con sus feligreses. Eso es lo que estamos cosechando nosotros".
Así, en ese río revuelto del trastorno general de los valores, los evangélicos fueron ganando terreno. Tanto que se convirtieron en un grupo lo suficientemente fuerte no sólo para establecer redes de apoyo comunitario sino también para adquirir espacios en radio y televisión e incluso manejar ellos mismos cadenas radiales. Por ejemplo, en la actualidad, el Consejo Evangélico de Colombia _Cedecol_, una entidad que aglutina a 110 grupos 'cristianos' a nivel nacional, adelanta gestiones ante la Comisión Nacional de Televisión para que le otorguen siete frecuencias en UHF en igual número de ciudades. El proyecto más avanzado es el de Cali, donde la Asociación de Ministros Cristianos Evangélicos del Valle ya cuenta con asesoría internacional y equipos para transmitir Tele Siloé, Canal 53. La fuerza y el empuje de los evangélicos también pueden ser medidos por su incursión en la vida política con parlamentarios propios.
En las elecciones para Congreso de la semana pasada los cuatro candidatos evangélicos al Senado _Jaime Ortiz Hurtado, Claudia Rodríguez de Castellanos, Viviane Morales y Jimmy Chamorro_ obtuvieron en conjunto 143.231 votos. Sin embargo, de las cuatro cabezas de lista sólo dos obtuvieron un cupo en el nuevo Congreso: Viviane Morales, del Frente de Esperanza _FE_, y Jimmy Chamorro, del C-4. Este último con 44.000 votos, 4.000 más que Viviane Morales, se constituyó en el mayor elector evangélico del país. Chamorro obtuvo votaciones significativas en Antioquia, Valle, Risaralda, Santander, Tolima y Bogotá, en donde cuenta además con un concejal. Por su parte Morales conquistó su curul gracias a la mayoría de votos que obtuvo en Bogotá _donde su congregación, La Iglesia de Dios en Colombia, tiene una buena representación_ y se anotó un punto a su favor con Nelly Moreno, quien llegó a la Cámara de Representantes por Bogotá en nombre del movimiento FE.De los tres candidatos evangélicos de Bogotá a la Cámara _César Castellanos, Nelly Moreno y Colin Crawford_ sólo obtuvieron una curul los dos primeros. La derrota de Crawford es significativa porque, sumada a la de Jaime Ortiz Hurtado, deja sin voceros en el Congreso al Movimiento Unión Cristiana _MUC_.
Para algunos pastores este fracaso evidencia un problema que ya han denunciado: los partidos confesionales no dan resultados. No obstante, como advierte en un estudio el politólogo Eduardo Pizarro, "no se debe minimizar el impacto que puede llegar a tener el voto de índole religiosa en un futuro". Para la senadora Morales el problema es más bien la dispersión de listas 'cristianas'. Dispersión que por demás no es gratuita. Aunque siempre se habla de los evangélicos como si fueran un bloque monolítico, lo cierto es que el término es genérico y engloba a una serie de movimientos de muy diversa índole y tamaño.
Es así como bajo este rótulo se encuentran desde la denominación Asambleas de Dios, que cuenta con más de 600 iglesias en todo el país, hasta congregaciones eminentemente barriales llamadas en forma despectiva "iglesias de garaje", que no dejan de preocupar a la propia comunidad evangélica. Como dice el pastor Guillermo Triana, presidente de Cedecol, "son muy prolíficas y en ocasiones demasiado independientes y se corre el riesgo de que caigan en herejías. Hay gente que las monta sin tener la infraestructura suficiente".
En Colombia, sin embargo, hay una tendencia marcada a que las iglesias no sean muy grandes. El objetivo es que no les suceda lo mismo que a los católicos que, según los pastores evangélicos, perdieron el sentido de comunidad. "En Bogotá hay cinco o seis iglesias grandes que cuentan con unos 5.000 miembros, pero por lo general aquí no funcionan megaiglesias como en el Brasil. En nuestro país tener entre 200 y 500 miembros es bueno. Es mejor tener muchas iglesias pequeñas a una sola grande", aseguró Gómez,de la FIC. Esto explica su prodigiosa multiplicación, como la de los panes bíblicos, a lo largo y ancho del territorio e incluso en el exterior. Por ejemplo, la Iglesia Misionera Cristo Reina tiene una delegación en el Perú; el Centro Cristiano de Restauración y Alabanza en las Naciones inauguró una iglesia en Costa Rica y la Iglesia Cristiana de Puente Largo tiene una congregación en España.
Sin embargo esta dispersión podría terminar por afectar a la comunidad evangélica. Por este motivo es que Cedecol se ha propuesto unirla. Pero mientras se consigue este objetivo algunas congregaciones evangélicas continúan abriéndose campo en la sociedad.

Los caminos legales
En 1994 Ernesto Samper aseguró durante su campaña presidencial el respaldo de los votos evangélicos al comprometerse a realizar convenios durante su gobierno. Samper habló sobre este tema con algunos jefes de esas iglesias, tal y como lo recuerda el pastor Guillermo Triana: "Cuando era candidato se reunió con nosotros en la iglesia de Darío Silva. Ante la profusión de pastores dijo que como Presidente esperaba entenderse con una sola cabeza porque veía tantos grupos que se confundía". Pero 1994 también fue clave para esas iglesias por otro motivo. La propia representante Morales impulsó y logró ese año la aprobación de la Ley 133, la cual desarrolló el derecho a la libertad religiosa y de cultos. Con ésta, Colombia pasó a tener una de las legislaciones religiosas más avanzadas de América Latina. Creó una figura legal de gran importancia, la personería jurídica de derecho eclesiástico, que les permitió ser reconocidas como entidades religiosas por primera vez en la historia de Colombia. Antes de esto las iglesias recibían personerías pero, en opinión del pastor Gómez, "eran como ficticias porque nos otorgaban reconocimiento como corporaciones, fundaciones o sociedades sin ánimo de lucro".
Hasta enero de este año 549 personerías jurídicas religiosas, la mayoría de iglesias evangélicas, estaban inscritas en la Oficina de Registro Público de Entidades Religiosas, oficina creada en el Ministerio del Interior sólo con este propósito, a pesar del desacuerdo de algunos jerarcas católicos que la ven como fortín burocrático de los políticos de esos cultos.
La Ley 133 también estableció que las congregaciones con esa personería jurídica especial podrían celebrar con el gobierno convenios sobre cuestiones religiosas. Ese fue el marco legal que sirvió en 1996 para que dos iglesias, Casa sobre la Roca y la Pentecostal Unida de Colombia, intentaran sendos convenios con el gobierno. Ese primer intento, sin embargo, naufragó. Un proyecto de convenio con la Iglesia Pentecostal fue devuelto con el pretexto de que era potestativo del Ejecutivo celebrar o no dicho acuerdo. En agosto de ese mismo año se llevaron a cabo reuniones entre pastores, representantes legales de iglesias y abogados para elaborar un proyecto de convenio y en febrero de 1997 el grupo se reunió con funcionarios del Ministerio del Interior, que invitó al encuentro a miembros de otras iglesias también interesados en participar en el acuerdo.
En abril, después de muchas discusiones, se aprobó el documento elaborado por el Ministerio y se envió a la Sala de Consulta y Servicio Civil del Consejo de Estado para estudiar su legalidad. Finalmente, el pasado 2 de diciembre, el presidente Samper y los representantes legales de 12 denominaciones religiosas firmaron el convenio. Este les asegura igualdad de condiciones frente a la Iglesia Católica en aspectos relacionados con el matrimonio, la educación pública y la asistencia espiritual en cárceles, hospitales y cuarteles.Lograron que los matrimonios que ofician sus pastores tengan los mismos efectos civiles de los que celebran los sacerdotes católicos; que en los colegios oficiales donde haya niños evangélicos se dicten clases de religión acordes con sus creencias y que los soldados, presos y enfermos de sus iglesias puedan recibir asistencia espiritual de sus pastores. Además podrán realizar programas de atención social en los centros de reclusión. Hubo un artículo especial para los miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día sobre la observancia del día sábado.
El convenio, sin embargo, no ha entrado en vigencia. Hace falta la sanción presidencial y su publicación obligada en el Diario Oficial. Ante la demora, el pastor Darío Silva anunció que, si esto no se resuelve en un plazo prudencial, iniciará una acción de cumplimiento contra el Ejecutivo. Por lo pronto los líderes evangélicos están preparando a sus pastores para que conozcan sus nuevos derechos y deberes. Colegios y Fuerzas Armadas, por su parte, están a la espera para definir los cambios que deben hacer internamente.Pero, como en las cosas de este mundo, no todos quedaron satisfechos, "el convenio es bueno aunque tiene algunas lagunas y errores graves. Lo malo es que hubo muchos sectores que se sintieron desplazados, ignorados y ofendidos. Creo que el convenio se podría haber discutido y enriquecido más y se podría haber convocado a otros grupos cristianos para firmarlo", dijo el pastor Mario Gómez.
Todo parece indicar que al convenio le faltó discusión. En comparación con lo que sucedió en España, en donde las negociaciones llevadas a cabo con confesiones religiosas no católicas fueron sometidas a la crítica de la academia, aquí la negociación fue ultrasecreta, con lo cual no se dio espacio a la reflexión y al debate abierto. Quienes lo han objetado no ocultan sus razones políticas. Consideran que es otra de las hábiles jugadas de Samper para castigar la recia actitud que tuvo el episcopado católico, léase monseñor Pedro Rubiano, durante la crisis desatada por el proceso 8.000.

Los votos
Entre 1991 y 1994 los votos a favor de las listas con connotación religiosa creció del 3,1 por ciento del total de votos al 3,8 por ciento. En las pasadas elecciones alcanzaron más de 432.000 votos, es decir, aproximadamente el 4,7 por ciento de la votación total. Aunque el porcentaje no es muy alto no se puede desconocer el impacto que podría llegar a tener el voto de índole religiosa, como lo demuestran las experiencias de Guatemala, Perú y Haití y el crecimiento en el número de seguidores que han experimentado esas religiones. No hay que olvidar el triunfo de Fujimori en el Perú. El 'Chinito' contó, para ganar la Presidencia, con el aporte decisivo de las iglesias protestantes que, a través del Consejo de Iglesias Evangélicas, constituían uno de los pilares de su campaña y significaban el 4 por ciento de la población total.
En el caso colombiano, independientemente de los 'peros' que se pongan a los evangélicos y de si el enfrentamiento Rubiano-Morales tuvo el acuerdo con el Gobierno como telón de fondo, lo cierto es que, gústele o no a la Iglesia Católica, las llamadas 'iglesias cristianas' se abren cada día más puertas entre los colombianos.