Especiales Semana

SECTOR FINANCIERO

30 de octubre de 1989

ALGO DE HISTORIA
La verdadera historia de la banca en el país no comenzó con la República ni mucho menos con el primer banco, sino con dos hombres, uno bogotano y otro paisa, que aprovechando la tradicional costumbre de atesorar riquezas debajo del colchón decidieron hacer un lucrativo negocio con el dinero de los potentados de la época.

Sin embargo, casi todos los que han escrito sobre el tema coinciden en señalar que el verdadero inicio de nuestra banca fue en la era que siguió a los comienzos de la República, época en la cual, por primera vez, se consignó un título que daba atribución especial y exclusiva al Congreso para el establecimiento de un banco nacional, en la reunión de 1821 en Villa del Rosario, Cúcuta, el 30 de agosto, cuando se promulgó la Constitución de la República.

Esta atribución nunca fue utilizada por el Congreso y marcó el inicio de una larga cadena de intentos fallidos, de largas leyes perfectamente redactadas, pero nunca aplicadas, que sólo tendría un verdadero final hace 124 años, cuando apareció el primer banco en el país, Banco de Londres, México y Sur América, que sólo funcionó durante dos años.

"Quedar pobre en una quiebra es la suerte destinada a todo comerciante honrado". Así, tristemente, definió Judas Tadeo Londinez el desenlace de un negocio que fue el primero en nuestro país que tuvo una finalidad bancaria.

Judas Tadeo Londinez, un comerciante que vivía en Santa Fe de Bogotá, pero que había nacido en Boyacá, era un hombre que conocía perfectamente la costumbre de atesorar joyas y toda clase de bienes, si no en baúles o debajo del colchón, en conventos o en algunas cajas fuertes que existían en esa época.

Fue así como fundó la "Compañía de Giro y Descuento", que se inicio en 1841, con un capital de 22 mil pesos, pero que llegó a superar el presupuesto del monto nacional manejando más de dos millones de pesos.

Sin embargo, Londínez, un año más tarde quebró y como lo dejó escrito, la suerte que corrió no fue muy buena. El texto dice así:

"Crisis mercantil y causas que motivaron quiebra en mis negocios de comercio:

Yo era en Bogotá el negociante más fuerte de la época y el que más valores había manejado hasta entonces... vino la Revolución del Socorro y en las revoluciones el comercio es la primera víctima; mis relaciones comerciales se extendían a Casanare, Tunja, Socorro y Popayán, y a la vez me encontré incomunicado con los agentes.
En diciembre del año pasado estaba debiendo $224.000 a plazo cumplido, resto de cerca de $700.000 que importaban los vencimientos de los últimos cuatro meses. Los obreros de la fábrica de tejidos fueron destinados al servicio militar; las máquinas que habían pedido a los Estados Unidos se detuvieron en Honda muchos meses; la empresa de la elaboración de fierro se hallaba cada vez más desacreditada; las acciones bajaban de precio y los gastos continuaban siempre los mismos, circunstancia que desalentaba a los accionistas y el desaliento cundió hasta mí. Los triunfos del gobierno hacían esperar que las comunicaciones con la costa se franquearan muy pronto, pero ese día llegó más pronto de lo que esperábamos, la paz no se consiguió, y los plazos se vencieron. Quedar pobre en una quiebra es la suerte destinada a todo comerciante honrado".

Después de Londínez vino un paisa que corrio con mejor suerte. El primero de julio de 1859, el señor José María Botero Arango, más conocido como Don Pepe, y sus dos hijos fundaron en Antioquia otra firma con carácter de banco y con atribuciones de emitir billetes, llamada " Botero Arango e Hijos", que perduró hasta mediados de 1898, cuando por muerte de varios de sus socios tuvo que disolverse.

Cifras y memorias
La ley 35 de 1865 autorizó al Ejecutivo para el otorgamiento de algunos privilegios a los establecimientos bancarios que se constituyeran en Colombia. De esta manera, se fundó en Bogotá, en junio de 1865 en la Carrera del Oriente (hoy calle 11, carreras 6a. y 7a.), el Banco de Londres, México y Sur América.

Si bien es cierto que fue el primer banco, también lo es que fue el comienzo de una larga lucha que ni siquiera ahora se podría decir que ha terminado. Después de este banco, que corrió con una suerte bastante corta, vino un sinnúmero de intentos fallidos.

Al año siguiente, 1866, un grupo de parlamentarios obtuvo del General Tomás Cipriano de Mosquera un permiso para la creación de un banco de emisión y descuento en Bogotá, que se denominaría Banco de Los Estados Unidos de Colombia, con capital de dos millones de pesos, de los cuales la mitad sería aportada por el gobierno en calidad de préstamo que se gestionaba en Londres y el resto por particulares.

Esta ley, muy bien redactada, bastante detallada con sus 130 artículos, y que evidentemente tenía un mejor concepto que las anteriores, también pasó a la historia como simple escritura.

Cinco años después inició operaciones el Banco de Bogotá, con un capital suscrito de $237.000 y pagado de $47.000, al que además se le concedió el privilegio del depósito de fondos del crédito interior y exterior hasta el momento de hacer los pagos o las remesas a los acreedores nacionales y extranjeros, el cobro de las letras juradas de las aduanas en pago de derecho de importación y el giro de las letras sobre la renta a que tenía derecho la República en la empresa del Ferrocarril de Panamá.

Sobre los inicios de este banco se cuenta que su primer director- gerente, Salomón Koppel, se ganaba $200 mensuales.
Tal sería la poca confianza que tenían los depositantes de la época en esta clase de instituciones, que uno de sus primeros cuentacorrentistas, Manuel Umaña Monzaneque, se presentaba todas las semanas en las oficinas del banco para que el cajero contara uno a uno los billetes que tenía consignados en la entidad.

Dato curioso es el de las nóminas de aquel entonces. Se sabe, por ejemplo, que el Banco de Colombia, fundado en 1875, destinó $1.027 para pagar el primer sueldo a sus 14 empleados iniciales, incluido el gerente, Ramón del Corral, que recibió $300.

Las oficinas bancarias fueron apareciendo una tras otra, en los diferentes departamentos. En esencia, las funciones--aunque más reducidas-- podrían equipararse a las de la actualidad.

La nueva historia
La historia de la banca en Colombia, sin embargo, hay que verla con otros ojos a partir de 1923. Debido al auge económico del país --propiciado en parte por la indemnización del Canal de Panamá--y a las reformas introducidas en el sistema por la Misión Kemmerer, el sector financiero entró en una etapa de solidez y progreso. Los grandes bancos de la actualidad con muy contadas excepciones, surgieron a partir de dicho año, o al menos se fusionaron con otros para adquirir su dimensión real.

Hoy en día, a pesar de crisis e inconvenientes que han opacado al sector, se podría decir que el país tiene un manejo financiero que está a la altura de la banca internacional.

En el país funcionan más de 4.500 oficinas de entidades del sector financiero, 28 bancos comerciales, incluidos el Banco Central Hipotecario, la Caja Agraria y la Caja Social de Ahorros 23 corporaciones financieras, incluida la Financiera Eléctrica Nacional, además de 100 oficinas de representación de bancos extranjeros.

La mayoría de los colombianos recurren a algunas de las nueve oficinas de corporaciones de ahorro y vivienda que hacen parte del sistema de valor constante UPAC y son muchos los que poseen más de una tarjeta de crédito de las cinco existentes y otro tanto posee una de las especializadas o de las cuatro internacionales que hay en Colombia.

María José Pacheco