Especiales Semana

Sergio Cabrera - Una estrella en la Oscuridad

En medio de la catástrofe del cine colombiano, Sergio Cabrera no sólo ganó premios internacionales, sino que está llenando las salas nacionales.

24 de enero de 1994

QUE EL CINE COLOMBIANO NO EXISTE, es una frase acuñada desde hace varios años. A pesar de los intentos aislados de un grupo pequeño de directores, a lo largo del tiempo el cine nacional no ha sido capaz de reunir un mínimo de seguidores que declare su supervivencia, pues no ha logrado gustar en el país ni en el exterior. Por eso, que un director colombiano se convierta de la noche a la mañana en la sensación de los festivales de cine europeos, no deja de llamar por igual la atención de optimistas y fatalistas del séptimo arte en el país.
La estrategia del caracol, cuyo estreno nacional se cumplió por fin el domingo pasado, fue reconocida por la crítica europea como estandarte de un cine latinoamericano que reclama su renovación. Mientras tanto, en Colombia ni siquiera el más escéptico de los comentaristas ha ocultado las virtudes de una producción que necesitó de más de cinco años para estar lista y que hoy llena las salas de cine. La razón principal ha sido la acogida de la película en Europa, donde Sergio Cabrera fue protagonista de primera fila en los festivales de Venecia, Huelva Valladolid y Biarritz.
Sin embargo, lo sorprendente no han sido tanto los premios obtenidos como la simpatía que La estrategia del caracol ha despertado entre el público. Por lo general, las películas colombianas premiadas en los festivales internacionales resultan un fracaso en taquilla, por tratarse de cintas destinadas a un público de cinemateca, que defraudan al espectador común al contrar éste señal alguna de identidad. Con La estrategia del caracol Cabrera no sólo, ha barrido en los festivales europeos sin ser intelectual, sino que ha conseguido una identidad con el público que quizá ningún otro director colombiano ha alcanzado. Con una visión integral de la idiosincrasia nacional, una buena dosis de humor y algunos símbolos claves para llegar al público, este director paisa educado en la China comunista compuso una cinta que es perfecta, pero que ha reactivado la tentación de producores independientes, desilusionados por años de fracasos, de lanzarse a la arena.
Ese es el inmenso mérito de este hombre de 43 años, quien, en momentos en que el cine colombiano parece estar expirando antes de haber nacido de verdad, y cuando el séptimo arte afronta una crisis que abarca por igual a Latinoamérica y a Europa, brilla como una estrella solitaria.