Especiales Semana

Si Lassie muerde al Papa

Los colombianos 'invisibles', los que luchan honestamente por su sustento diario, no son noticia, pero construyen la historia callada del país.

Daniel Samper Pizano
18 de junio de 2011

"Si un perro muerde a un hombre, no es noticia; si un hombre muerde a un perro, eso es noticia"... "Las malas noticias son noticias buenas; las buenas noticias no son noticia"...
El ejemplo del señor carnívoro ha servido en el periodismo clásico para explicar la naturaleza de la noticia. Sin embargo, todo debe ubicarse dentro de un contexto, y eso también lo enseña el periodismo clásico. ¿Qué pasa si el perro que muerde a un hombre es Lassie? Noticia leve. ¿Y qué ocurre si el perro que anda mordiendo gente está rabioso? Noticia interesante. ¿Y si el hombre a quien muerde el perro es el Papa? Noticia gorda. ¿Y si Lassie, rabioso, muerde al Papa y le contagia la enfermedad? Chivononón.

La noticia, pues, depende del perro que muerde y del hombre mordido. Pero en todas las posibilidades mencionadas persiste la mala noticia y esa mala noticia será leve, interesante, gorda o chivononón dependiendo del grado de perversión del hecho, la fama del perro, la importancia de su víctima y la condición insólita del suceso. Una jugosa confluencia de estos factores puede abrir primeras páginas y encabezar noticieros: "Muere el Papa de hidrofobia".

Pero ¿qué pasa cuando los actores de la noticia no son famosos, el suceso que se cubre es habitual y, además, nada de ello es secreto? En teoría, no hay noticia. En la práctica, sin embargo, podría ser tema fascinante para un periodista con ojos avizores y oídos aguzados.

El periodismo moderno no ha dejado de cubrir la bulla, es decir, los hombres que muerden perros. Pero ahora, además, navega en el mar tranquilo de perros mordedores de hombres en busca de preguntas y respuestas. Yo creo que la gran noticia de nuestro tiempo en Colombia no es la violencia, la corrupción ni la pobreza, sino la manera como los colombianos sobreviven en medio de tanta pobreza, violencia y corrupción. De 45 millones de colombianos, solo unos pocos miles delinquen. Los demás conforman una gran masa de ciudadanos anónimos que se rebuscan la vida cada día en las más adversas condiciones y con su trabajo y su dinamismo sostienen el país.

No hablo de empresarios célebres ni ministros dicharacheros. Hablo de esa gente invisible -hombres y mujeres- que nunca sale en los medios de comunicación, pero que todos los días se las ingenia para volver con comida a la casa y ahorrar dinero suficiente para pagar la educación de los hijos, el servicio de salud, la ropa, el televisor y el computador a plazos.

Ellos no son noticia, pero son una buena noticia. Su vida me interesa más que la de Lassie o la del Papa. Ellos construyen la historia callada del país.