Especiales Semana

SIN REMEDIO

Encuentro continental de gerontólogos en Bogotá, marco para discutir algo que sigue siendo incurable: la vejez

14 de julio de 1986


Aunque algo se ha avanzado desde las épocas remotas en que la búsqueda del elixir de la vida se hacía a través de la magia, hasta ahora cuando la lucha contra la vejez compromete a la ingeniería genética, a la endocrinología y a la inmunología, pocos logros ha conseguido la ciencia contra ese mal que a todos amenaza y que progresa sin remedio.

En laboratorios bien montados, en cátedras doctas, en conferencias muy concurridas, el combate contra el deterioro por la vejez ocupa en todo el mundo muchas horas y ocupó la semana pasada cuatro días del tiempo de mil expertos de treinta países que se reunieron en Bogotá al amparo de la Conferencia Latinoamericana de Gerontología, organizada por la ONU, el Centro Internacional de Gerontología de Francia y el Instituto de Estudios Latinoamericanos.

Fue un encuentro de gran nivel, inaugurado por el presidente Betancur con una frase explosiva ("estamos ante la explosión de la vejez"), donde se dieron cifras de números de ancianos en todo el mundo (habrá 111 millones de personas de más de ochenta años en el 2025) y donde SEMANA pudo conseguir algunos conceptos científicos y lograr acceso a algunos trabajos que tienen como objetivo común la identificación de los procesos biológicos que la generan.

Secreto en el agua
Dos casos comentados en el encuentro tienen como lugar común el agua, ya que se trata de dos teorías sobre las truchas y el salmón. La primera de ellas está expuesta en el libro "Adaptación al cambio permanente", del cual es autora la colombiana Luz Angela de Marroquín, quien resume:

"Este animal de agua fría envejece al nadar grandes trayectos contra la corriente. Sus mandíbulas se deforman, se curva su espina dorsal, las arterias se calcifican y las braquias se agrietan. Sin embargo, al comenzar el descenso río abajo sucede lo sorprendente: la trucha comienza a rejuvenecer y al llegar a su meta se encuentra totalmente recuperada de sus achaques".

Para el europeo Jerome Wodinsky, cuya opinión se conoció en el encuentro de estos científicos, la teoría es con el salmón ya que, asegura, "encontré una glándula mortuoria que al ser extirpada de las hembras prolonga sus vidas durante nueve meses y en los machos por un período un poco inferior". Lo interesante de este hallazgo -lo reconoce Wodinsky y con él están de acuerdo sus colegas- es descubrir si el hombre tiene una glándula parecida a la de los salmones, que se pueda extraer para prolongar la vida.

Para dos científicos brasileños su teoría es también con animales, pero no acuáticos. Thomas de Carvalho y Luis Castal, han hecho experimentos con abejas y ratones y los resultados han permitido relacionar la longevidad con la alimentación.

"Normalmente una larva evoluciona para abeja operaria, pero si recibe alimentación con componentes especiales presenta una mudanza biológica, evolucionando hacia abeja reina y mientras la primera dura un año, la segunda alcanza a cumplir hasta siete años de vida", cuenta De Carvalho .

El científico Assim Hollingsworth, entre tanto, se ha dedicado también a la experimentación con animales, pero no con alimentos o con observaciones, sino sometiéndolos a altibajos de temperatura para tratar de descubrir en qué grados centígrados se vive bien, pero, sobre todo, se vive más.

A un insecto como la mosca Drosophila por ejemplo, la baja temperatura hasta cero grados centígrados, le conviene para prolongar su vida porque reduce los procesos metabólicos, pero tal comprobación no es aplicable al ser humano, debido a que está hecho para no soportar temperaturas mayores de los cincuenta grados ni menores de los cero grados.

"Lo que es cierto es que el clima templado, sujeto a pequeñas variaciones, es el mejor cuando se quiere vivir más", asegura Hollingsworth y de su teoría hacen eco otros investigadores .

La cuestión es de células
Entre los gerontólogos del mundo existe en la actualidad una fuerte tendencia a buscar el éxito de sus investigaciones a través de las células ya que, de acuerdo con el colombiano Jaime Bernal Villegas, el cuerpo humano cuenta en la fase adulta con diez trillones de células, que han sido reconstruidas en múltiples ocasiones.

Pero a pesar de su capacidad de renovación (las células del hígado, por ejemplo, se regeneran en menos de una semana), la ciencia enfrenta aún a la molécula DNA, que forma parte de las células y que no se renueva. Esa molécula es la causa del envejecimiento celular y el dolor de cabeza para los científicos del mundo que, hasta hoy, no han logrado comprender minuciosamente el proceso. "A partir del momento en que se comprenda, se abrirán grandes perspectivas para su control", aseguran y garantizan que aunque ese día parece lejano, la ciencia y la ingeniería genética han avanzado a pasos tan rápidos que tal meta no se debe considerar una utopía.

Mientras el tiempo continúa avanzando -y con él la vejez-, los científicos siguen edificando teorías y haciendo experimentos para tratar de explicarse este fenómeno que durante una semana sirvió de tema a expertos continentales en Bogotá. Uno de ellos -con el optimismo de ver que no es utópica la meta de entender la vejez, pero realista en cuanto a los logros en esa lucha- definió a SEMANA aquello que se llama el arte de envejecer: "Consiste en vivir lo más sano posible para morir lo más tarde posible".