Especiales Semana

TIEMPOS DE CRISIS

Las textileras han sido las más afectadas por la fiebre de concordatos en Colombia.

22 de mayo de 1995

NO TODAS LA TENDENcias de una época se escogen; la mayoría llegan por azar y por fuerza de las circunstancias. Y sin duda, el concordato es una de ellas. La causa de su proliferación es la difícil situación que atraviesan muchas empresas en el nuevo ambiente de los negocios en la economía colombiana. Se trata del único remedio cuando una empresa entra en crisis, por la razón que sea, y no puede cumplir con sus obligaciones, de manera que llama a sus acreedores para buscar una fórmula de pago que los perjudique lo menos posible.
El concordato es una palabra que desde hace dos años se usa con creciente frecuencia en la jerga empresarial colombiana, aunque por fortuna aún es un porcentaje mínimo el de las firmas que lo buscan, si se mira dentro de todo el universo de compañías. Pero no por eso deja de ser preocupante, pues sólo en los tres primeros meses de 1995 la Superintendencia de Sociedades ha aprobado siete concordatos: Textiles Nylon, C.I. Land de Colombia, Proyectos y Construcciones S. A., Fábrica Eslaconia, Estuplás Ltda., Textilera El Cedro y Grasas del Interior.
Lo más grave es que no es la primera vez que la situación se torna oscura. El año pasado 27 compañías vivieron la misma emergencia, cantidad que casi duplica a la de 1993. Y no sólo fueron más sino también más grandes, en cuanto a los recursos comprometidos, pues nunca antes se habían visto empresas con activos tan altos tocar la puerta del gobierno para pedirle que los deje entrar en concordato. El de Banacol fue el más oneroso, pues sus activos sumaban 59.825 millones de pesos y sus pasivos 51.564 millones. Sus problemas surgieron por las restricciones a las importaciones de banano impuestas por la Unión Europea desde 1991, así como la revaluación del peso y el alto nivel de endeudamiento. Le siguieron en tamaño el de Schrader Camargo, con activos por 18.627 millones de pesos y pasivos por 15.391 millones, cuya crisis fue por la compra del 80 por ciento de Conastil para lo cual recurrió a fuentes externas de financiamiento; y luego el de Federaltex, con activos por 14.341 millones y pasivos por 7.604 millones de pesos que entró en problemas por la crisis en la producción de algodón nacional, la inversión en maquinaria y equipo que no pudo recuperarse y el cierre de mercados como los de Alemania y el Reino Unido.
Aunque no se puede culpar de todo a la apertura económica, sí hay una relación directa entre la mayor competencia que ésta ha generado, no siempre legal pues el contrabando y el comercio desleal son crecientes, y el número de firmas que deben entrar en cuidados intensivos. De hecho, en 1990, antes de que se iniciara el proceso, sólo seis empresas debieron acudir a esa figura. De ahí que, según un estudio realizado este año por la Supersociedades, el 25 por ciento de las empresas que entraron en concordato hayan culpado de su mal a la apertura; las otras razones han sido la iliquidez (falta de recursos), los problemas de mercado, y en menor medida los inconvenientes administrativos.
Y es precisamente uno de los sectores que más ha sufrido con la internacionalizacion de la economía el que más ha tenido que acudir al concordato. Se trata del textilero, al que pertenecen el 23 por ciento de las firmas que entraron en emergencia en 1992; el 21 por ciento de las que lo hicieron en 1993 y el 15 por ciento de las que llegaron al 'hospital' en 1994. La razón es que flagelos como el contrabando, especialmente de telas asiáticas que llegan a muy bajos precios; la revaluación y el dumping, han dejado a muchas firmas prácticamente en la calle. Otros campos a donde la emergencia ha llegado son el comercio, la industria química, las manufacturas de cuero y calzado, los sectores agrícola y de alimentos, que de una u otra manera han visto cómo crece la competencia extranjera a pasos agigantados.
Como van las cosas, son pocas las esperanzas de que el número de concordatos dísminuya, aunque también es cierto que esa es la mejor puerta que puede tocar una empresa cuando está en problemas para no tener que recurrir a la quiebra.-