Especiales Semana

TURISMO Y VACACIONES-

25 de diciembre de 1989

MAS ALLA DE LA CAÑA
El Valle del Cauca es un departamento de ciudades. Basados en sus índices de producción y en el desarrollo de sus industrias, hay quienes aseguran que Palmira, en materia económica, se encuentra por encima de muchas capitales de departamento. Yumbo, por su parte, aunque hoy en día puede considerarse como un barrio más de Cali, constituye una de las zonas del país con mayor concentración de pujantes empresas. Y así, uno tras otro, van desfilando los municipios del Valle con sus interminables plantaciones de caña de azúcar, sus cultivos de café de renombre internacional, sus uvas de tradición para mesa y para la industria vitivinícola, su sancocho de gallina, sus tamales, su potencial pesquero, sus festivales gastronómicos y musicales, sus hermosas mujeres, su envidiable desarrollo económico, sus apreciadas manifestaciones artísticas, su salsa y todas sus posibilidades para divertirse en grande.

El turista recorre con placer semejante los salones del Museo Rayo de Roldanillo, los cultivos de uva de La Unión o de Ginebra, las modernas plantas de Yumbo, los fogones de Cartago, donde se preparan los más exquisitos tamales de la región, o el Santuario del Señor de los Milagros de Buga, hasta donde llegó Carlos Salvador Bilardo para agradecerle a la Divina Providencia su triunfo en el Mundial de Fútbol de México 86.

Cali es cosa aparte. De hecho se ha encargado de aunar los esfuerzos dispersos de cada uno de los polos de desarrollo de uno de los departamentos más hermosos y promisorios de Colombia, pero al mismo tiempo ha sabido escalar posiciones en el panorama nacional hasta convertirse en una de las ciudades más recordadas y visitadas de América del Sur.

Con su atrayente arquitectura, mezcla de construcciones de la época colonial y modernas edificaciones de finales del siglo XX, con su envidiable progreso, con sus innumerables posibilidades de rumba, con sus hermosas mujeres y su gastronomía enviciadora, con sus variadas manifestaciones artisticas, expresadas con igual calidad en los teatros de renombre, en el Parque de la Caña o en cualquier calle de las novedosas comunas y, en definitiva, con esas condiciones que invitan a quedarse para siempre en la Capital Dulce de Colombia, Cali es, hoy por hoy, uno de los destinos turisticos más buscados del país.

Valle es Valle, como dicen los vallecaucanos, y en realidad se trata de una región sin igual. No obstante, en este departamento mágico del occidente colombiano su mayor polo de desarrollo turistico está sin explotar. Es la zona del Pacífico, a cuyas extensas costas llega el mar con sus olas majestuosas, sin encontrar un número suficiente de turistas que justifique tan bello panorama.

BALSAS Y CURRULAO
Entidades como la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca, C.V.C., y el Fondo Mixto de Promoción del Valle del Cauca han estudiado el inmenso potencial de la región no sólo desde el punto de vista turistico, sino desde todos los aspectos, y las conclusiones son muy halagadoras. A la luz del desarrollo que se está dando en la actualidad en la Cuenca del Pacífico, con el auge del Japón a la cabeza, se supone que si el Estado apoya el completisimo plan que se ha diseñado, este litoral llegará a ser una de las mayores fuentes de recursos del país. Hoy en día, a pesar del abandono, es un hecho indiscutible que Buenaventura es el puerto con mayor peso en el engranaje económico nacional.

Y es, precisamente, a través de Buenaventura que se ha dado el incipiente desarrollo turístico del Pacífico colombiano. Sin embargo, a pesar de la insuficiente infraestructura, este puerto vallecaucano y sus alrededores constituyen una opción llamativa para quienes quieren vivir una forma diferente de llenar su espacio libre.

Se trata, en efecto, de una opción en la que la naturaleza ocupa el primer renglón de atractivos. Es una manera de hacer turismo en la que hay que olvidarse de los hoteles de 5 estrellas, de los cruceros y de las discotecas. A cambio, una lancha sencilla, pero debidamente equipada, puede ser --desde Buenaventura-- el primer contacto con un mundo diferente.

La primera noción del ambiente exótico que ha empezado a reinar se obtiene con dos pasos que definitivamente desmienten el nombre del océano de Vasco Núñez de Balboa: "Culoebarco" y El Paso del Tigre. Dos trayectos en los que el mar se deja sentir con todo su poder. Las olas golpean fuertemente el litoral y mientras los turistas comienzan a divisar islotes en el horizonte, el vaivén que arrulla la embarcación les hace comprender el verdadero significado de la palabra aventura. Algunos pueden palidecer por momentos; sin embargo, cuando el guía comenta que el piloto de la lancha, corpulento y moreno, ha recorrido el camino desde su más tierna infancia, se descubre que el vaivén es apenas un elemento más del paseo.

Cuando el cronómetro se acerca a la primera hora de recorrido, aparece La Bocana, la playa con mayor infraestructura de la zona. Los hoteles con mágicas luces de neón no existen, pero las cabañas de madera que se levantan en la playa se encargarán de llamar la atención del visitante. En su interior, en alguna de ellas, una mujer morena ofrece al turista toda su maestría en hacer trenzas. En otra, un par de ventiladores anuncia la facilidad para el hospedaje. Las hay desde unos pocos pesos, con plátano y pescado frito incluido, hasta las que han construido al lado de las habitaciones un salón para conferencias. No obstante, en unas y en otras el común denominador permanece: paisaje embrujante, niños que juegan con tortugas, grupos improvisados de currulao, palmeras que se agitan con el viento y pescadores que caminan con el fruto de la jornada bajo el brazo.

Otro tanto de recorrido, otra dosis de mar en pleno, y el blanco de las playas de Juanchaco y Ladrilleros brillará con fuerza. Hay que volver a decirlo: si la idea son las esferas luminosas sobre las pistas de baile, el sonar de las fichas sobre las mesas del casino o los restaurantes de gala con platos de la cocina internacional sobre manteles bordados, la elección fue equivocada. Si por el contrario, se quiere disfrutar la imponencia de la naturaleza recorrer las playas haciendo ejercicio, probar los deliciosos pescados que una hora antes nadaban entre corales, escuchar historias divertdas sobre los lobos de mar o tomar algunos tragos al son del currulas nada mejor que esta hermosa región.

Para quienes temen a la navegación en pequeños vehículos puede resultar alentadora la noticia de que muy pronto se dará al servicio una carretera que comunicará a Buenaventura con este litoral de Bahía Málaga. Sin embargo, una lancha siempre será buena compañera en destinos como este. A partir de playas como las de Juanchaco y Ladrilleros se puede ir, en muy poco tiempo, a lugares de belleza incomparable, donde aún el hombre no ha puesto sus pies. Lugares como La Sierpe pueden ilustrar adecuadamente este hecho. Allí, en un recodo de la bahía, una cascada de agua dulce y cristalina se proyecta con fuerza sobre el mar cálido en un espectáculo pocas veces visto, ideal para los amantes de la fotografía.

Algo similar ocurre en los islotes vecinos. Algunos, como Isla de Palma, hoy propiedad de la Armada Nacional, pueden llegar a convertirse en un tesoro del turismo colombiano, con una infraestructura hotelera que logre ofrecer servicios básicos al visitante sin alterar la geografía de esas hermosas playas que se desprenden de peñascos llenos de cavernas y pasos mágicos.

Porque, realmente, al Pacífico le falta infraestructura. Pero le sobra belleza. Tiene parajes suficientes como para que todos los colombianos, algún día, puedan llegar hasta allá y comprendan que viven en un país privilegiado. Tiene encantos innumerables como para que también los extranjeros, provenientes de todos los rincones del mundo, se queden "boquiabiertos" ante el espectáculo de una región diseñada con todo el esmero de la Providencia. Sin embargo, aunque los proyectos existen, no hay que esperar hasta que un buen día se inauguren con bombos y platillos. Con una dosis de espíritu aventurero, una botella de aguardiente y una camara fotográfica, la diversión puede comenzar hoy mismo.--