Especiales Semana

TURISMO Y VACACIONES

12 de abril de 1993

LA HUELLA DEL TAYRONA
EN CIUDAD PERDIDA NO HACE FALTA UN hotel de cinco estrellas. Con dormir en hamaca y caminar por los senderos que construyó la cultura tayrona hace más de 500 años se vive una experiencia muy distinta a la de cualquier otro tipo de descanso. Aquí, a falta de grandes comodidades, se encuentra tranquilidad.
Se puede llegar a pie, caminando cuatro días con un guía de la Corporación Nacional de Turismo o, simplemente, viajar en helicóptero durante 15 minutos desde Santa Marta.
Teyuna, como la llaman los indígenas de la región, se encuentra escondida en medio de la vegetación selvática de la Sierra Nevada y es una ciudad compleja debido a la irregularidad de su topografía. Está cruzada por caminos, escaleras de piedra, cimientos circulares y muros de contención que en otra época sirvieron para proteger y reforzar las viviendas, canalizar el agua lluvia y evitar los deslizamientos de tierra y la erosión.
Definitivamente, el conjunto de la arquitectura tayrona es toda una lección: más de 300 poblados fueron construidos sin alterar el equilibrio ecológico. Caminos, terrazas y puentes parecen haber surgido al tiempo con la naturaleza.

HEREDEROS DE LA SIERRA
Actualmente los kogui, los ijka y los wiwa, descendientes directos de los tayrona, habitan la Sierra, diseminados aquí y allá. Y la cuidan a tal punto, que caminan descalzos para no lastimar a la "Madre Tierra".
Es que la consideran centro del mundo y punto de equilibrio del universo que, según la tradición, se fue formando en torno a este territorio circular en varios pisos térmicos y en donde los indígenas podían cazar, sembrar y recolectar. Unicamente debían reservar las cabeceras de los ríos, los páramos y las lagunas como centros sagrados para entregar ofrendas a las divinidades.
Por otro lado, el oro -que es siempre propiedad comunitaria- simboliza el poder de la fertilidad. El sol es un orientador y por eso los mamas, sacerdotes kogui, le exponen periódicamente los objetos ceremoniales. Las lagunas simbolizan el útero de la tierra que es fertilizado al recibir las ofrendas, y los ríos esparcen esa fertilidad por los sembrados.
Los objetos ceremoniales han sido transmitidos de generación en generación desde antiguas épocas y sirven de intermediación entre los seres humanos y los dioses . En la construcción de templos o casas y cuando se siembra y se cosecha, los integrantes de la comunidad entregan al mama sus tributos y él se encarga de enterrarlos o depositarlos en las lagunas y en otros lugares, generalmente situados cerca de las grandes rocas. Estas -lo dicen ellos- son los espíritus de sus antepasados transformados.
Para los kogui, diseminados por todo el territorio de la Sierra, Teyuna o Ciudad Perdida, es más concretamente punto de adoración y centro social de estas comunidades. Como dicen ellos, "centro de poder". No para vivir en él sino para visitarlo periódicamente y depositar ofrendas y "pagamentos". Ellos piden principalmente protección contra las enfermedades y sabiduría para sí mismos y sus familias.
Visitar el lugar es mucho más sencillo que tener contacto con los indígenas porque para ellos, el hombre de ciudad es "el hermanito menor que volvió loco".