Especiales Semana

Una ciudad para aprender

Los resultados en materia de cobertura educativa han superado todas las metas del plan sectorial. Bogotá se ha convertido en una gran escuela donde caben todos.

12 de febrero de 2006

Cuando Lucho Garzón se posesionó como alcalde y anunció las primeras decisiones sobre el sistema de educación de la ciudad -entre ellas nombrar a un hombre de corte sindicalista en la Secretaría de Educación y limitar el proyecto de los colegios en concesión-, se encendieron las alarmas. Algunos pensaron que los logros de las administraciones pasadas se saldrían de su curso y se perdería lo conseguido hasta el momento. Dos años después, las críticas se quedaron sin piso. Las buenas relaciones entre el secretario de educación y la comunidad educativa han convertido el sistema de educación en un engranaje funcional para las metas y los planes sectoriales. La cobertura educativa, por ejemplo, ha dejado de ser un problema. Actualmente, la ciudad tiene la tasa de cobertura más alta del país, más del 90% de la población en edad escolar tiene cupo disponible en alguno de los 338 colegios públicos de la ciudad. Aunque ese ha sido un trabajo que también responde a iniciativas de los últimos 10 años, la meta propuesta por esta administración en el Plan de desarrollo ha sido superada ampliamente: se propuso crear 25.414 cupos durante 2004 para aumentar la cobertura en preescolar, primaria, secundaria y media, y finalmente se crearon 41.646 cupos. Para 2006, con los 40.000 cupos adicionales que se abrirán, más de 976.000 menores estarán cubiertos por el sistema. En sintonía con la política de la administración, la mayoría de esos cupos se creó en los colegios administrados por el distrito y no en los de concesión, pensando en la optimización de los recursos. Los costos de mantener un alumno en el sistema educativo son más altos cuando se tienen en colegios en concesión. El ahorro generado por esa medida ha contribuido a la materialización del derecho a la educación, esto es, al mejoramiento de las instituciones, la creación de otras 38 -este año se entregaron cuatro y para el próximo se esperan 12- y el diseño de estrategias para que los menores no sólo puedan acceder a la educación, sino permanecer en ella. Las cifras demuestran que de cada 100 niños que comienzan el ciclo educativo sólo 60 lo terminan. Ese 40% de los estudiantes que deserta lo hace por distintas condiciones que van desde lo cultural hasta lo económico. "Algunos no vuelven porque los mismos padres los sacan, creen que sus hijos son más útiles trabajando que estudiando. Otros, porque no tienen para pagar lo mínimo, incluso ni para coger el bus", dice Abel Rodríguez, secretario de Educación. Ante ese panorama, la administración creó un plan de contingencia que incluye gratuidad, subsidios y alimentación. Los esfuerzos han estado orientados a crear las condiciones para que gradualmente se garantice la gratuidad en la educación. En este momento, los colegios del distrito entregan educación completamente gratis a estudiantes de grado 0, a los de Sisbén nivel 1, a alumnos con alguna discapacidad y a víctimas del conflicto. La gratuidad parcial beneficia a todos los estudiantes del Sisbén nivel 2 que cursan educación media. Esta medida cobija a 352.476 menores. Durante 2005 se ensayó, con 10.000 alumnos de Suba y San Cristóbal, un programa de subsidios condicionados a la asistencia para evitar la deserción de los estudiantes. El balance demostró una disminución de la deserción del 11 por ciento. Durante 2006 el programa se extenderá a 45.000 beneficiarios, siempre y cuando vayan a clases; y para que aquellos que viven lejos de sus colegios puedan ir diariamente, se creó un subsidio de transporte que cubre a estudiantes de noveno, décimo y undécimo grados. El otro escenario en que se han hecho esfuerzos, aunque todavía falta un amplio camino por recorrer, es el del hambre. Estudios demuestran que con hambre la capacidad de aprendizaje disminuye, por eso se han creado comedores escolares para alimentar a cerca de 400.000 niños. Para el año entrante, la meta es que por lo menos el 45 por ciento de los niños sea parte del programa de alimentación.