Especiales Semana

UNA MIRADA DESDE WASHIGNTON

10 de noviembre de 1997

Una lectura de prensa colombiana deja la impresión de que el presidente Clinton se levanta cada mañana pensando en Colombia, que cada discusión sobre política extranjera en Washington está teñida en función de cuál pueda ser la reacción de Colombia. Este no es el cuadro más acertado. La triste verdad es que algunas de las personas que definen la política exterior de Estados Unidos tendrían serios problemas si se les pidiera ubicar a Colombia en un mapa, o hasta deletrear su nombre correctamente.Sin embargo Colombia ha llegado a jugar un papel importante en el proceso político de Washington porque tiene algo que ofrecerle a los políticos de diferentes calañas. Primero, Colombia les ayuda a esos políticos a desviar la responsabilidad de Estados Unidos en relación con algunos de sus males más insolubles:_Drogadicción: un producto de exportación colombiano. Si Colombia al menos adoptara las mismas leyes en vigor en Estados Unidos._Corrupción política: otro producto de exportación colombiano y un producto de sus instituciones democráticas débiles. Si Colombia al menos adoptara las infalibles reglas electorales usadas por Estados Unidos._Abusos de derechos humanos: si los soldados colombianos siquiera adhirieran a lo que les enseñan sus entrenadores estadounidenses._Insurgencia guerrillera: el producto de un sistema rígido bipartidista que deja a muchos por fuera. Si Colombia al menos aprendiera de la experiencia estadounidense. Uno podría concluir que Colombia no es bien vista aquí en Washington. No es verdad. En época de calcular presupuestos Colombia se convierte en el mejor amigo de cada burócrata:El Departamento de Estado y la DEA citan a Colombia, insistiendo que con unos billones de dólares más pueden ganar la guerra contra las drogas.El Departamento de Justicia cita a Colombia, diciendo que más gastos le permitirán exportar los valores judiciales estadounidenses y así dar por terminada la corrupción.El Departamento de Defensa cita a Colombia mientras va paseando el sombrero argumentando que con unos helicópteros más, unos consejeros de seguridad más y unos cuantos cursos más de entrenamiento puede dar una solución final a la insurgencia comunista en el hemisferio y al mismo tiempo mejorar el respeto por los derechos humanos. Y luego están las agencias de espías, lideradas por la CIA. Ellos insisten en que pueden resolver todos los problemas anteriores si al menos tuvieran unos millones de dólares más para contratar unos cuantos espías más, y un poco más de autoridad para llevar a cabo tan solo unas cuantas operaciones encubiertas más.
Brian Barger ha trabajado como corresponsal de la Unidad Investigativa de CNN por ocho años. Ha cubierto los temas relacionados con el tráfico de drogas y las relaciones de Estados Unidos con Colombia. Ha realizado varios documentales premiados sobre esos temas para el magazín Impact de CNN.