Especiales Semana

VALLE DEL CAUCA

22 de mayo de 1989

MIRA, QUE LINDO ES
Dos cordilleras, el Océano Pacífico y un inmenso valle a 1.000 metros sobre el nivel del mar. Docenas de ciudades intermedias y de pequeños municipios con vida propia. Campos llenos de verdor, con cultivos tan atractivos como la caña de azúcar y la uva. Importantes complejos industriales. Manifestaciones en todas las ramas del arte y la cultura. Deporte en cantidades ilimitadas. Auténtica gastronomía con platos tan llamativos como el sancocho de gallina. Infraestructura hotelera y turística en general para todas las opciones. Mujeres hermosas. Corazón de la salsa. Gente amable. Sitios inolvidables como la hacienda "El Paraíso"... En definitiva, un verdadero paraíso que se llama Valle del Cauca.
Un departamento con mil encantos para el turista. Más allá de la tradicional idea de rumba y mujeres hermosas, el Valle ofrece un plan para todos los gustos. En medio del trajín que se vive en un departamento que se ha identificado plenamente con el desarrollo económico del país, no hay valluno que no encuentre un momento en su horario para atender al turista. Para hacerlo sentir como en su propia casa.
Si la idea es entrar en contacto con un panorama de múltiples opciones, nada más indicado que tomar un carro y empezar a andar. En cualquiera de las rutas, los encantos del Valle se dejan descubrir fácilmente. Además del paisaje, del verdor cautivante, de la magia de la caña, cada poblado presenta su propio atractivo. Si es Ginebra, sede del Festival del Mono Núñez, la variedad de cultivos y el sancocho de Esperanza saldrán al encuentro del visitante. Si es Buga, el Señor de los Milagros estará esperando en la imponente Basílica, buscada por gente de todo el planeta. Si es Buenaventura, el Pacífico en pleno se unirá a la celebración, o dejará que el lago Calima alargue la visita. Si es Roldanillo, el Museo Rayo presentará una obra maestra a cada paso. Y la lista no terminaría, porque cada región hará lo posible por ofrecer lo mejor de sí.
Los vallunos saben lo que poseen y también conocen lo que aún no se ha explotado. Saben, por ejemplo, que en Bahía Málaga, donde se encuentran Juanchaco y Ladrilleros, se puede levantar un complejo turístico tan atractivo como los que existen en el Caribe. Los proyectos no se hacen esperar, y en pocos años el mar del Pacífico, en pleno, constituirá una nueva opción para quienes buscan la magia del sol y de la playa.
Por ahora los mayores esfuerzos de promoción han encontrado un gancho fabuloso en la combinación de negocios y placer. Con participación conjunta del sector privado y del sector oficial, se creó hace poco más de 6 años el Fondo Mixto de Promoción del Valle del Cauca. Como parte de sus propósitos esta entidad ha viajado hasta diversos países con una imagen alegre y empresarial del Valle, que ha motivado no sólo las visitas netamente turísticas, sino también las de quienes han llegado hasta el departamento por razón de sus negocios, y se han quedado para conocer todos sus encantos. Con vinculación de empresas hoteleras como el Intercontinental de Cali y un sinnúmero de industrias, los resultados han sido definitivamente positivos.
Por otro lado, los expertos del turismo en el Valle señalan como una de las principales motivaciones para viajar al departamento, la organización de congresos, convenciones y en definitiva todo tipo de eventos. La infraestructura para estas actividades es envidiable y el complemento en materia de descanso y diversión no podría ser mejor.
Y si de gastronomía se trata, la simple mención del sancocho de gallina, el arroz atollado, los pasteles de yuca, el champús, los tamales vallunos, las tostadas con chicharrón y los aborrajados le hacen agua en la boca a cualquiera. Esto sin mencionar que desde el Pacífico se surten los restaurantes con lo mejor en mariscos y pescados de mar en general. Orlando Tafur, gerente del restaurante "El Orquideal" y presidente del capítulo vallecaucano de Acodrés, expresó a SEMANA que la infraestructura del departamento en materia de restaurantes ha ido en permanente ascenso, "de manera que no sólo lo típico, sino también lo mejor de la cocina internacional recibe un tratamiento esmerado".
Con tantos atractivos, no es difícil imaginar por qué Eduardo Carranza se refirió al Valle del Cauca, como "el sueño atravesado por un río".

MARCANDO EL PASO
Las cárceles colombianas siempre han sido motivo de fuertes críticas. De manera especial, se señala que éstas, que deberían constituir verdaderos centros de rehabilitación, en realidad se han convertido en escuelas del crimen.
El sector judicial se plantea constantemente el problema, pero las soluciones efectivas no dejan de ser una ilusión. Los comités de derechos humanos han visto con malos ojos el tratamiento inadecuado que se le da a los reclusos. La sociedad ha reclamado insistentemente por una oportunidad para que los presos puedan convertirse, al cabo de su pena, en hombres de bien para el país.
Sin embargo, a la luz de hoy, lo primero que salta a la vista en las cárceles colombianas es que el hacinamiento y el ocio son sus factores predominantes.
No obstante, en medio del panorama sombrio existe un punto rescatable. Para los pesimistas no es más que la excepción que confirma la regla. Para quienes luchan por una Colombia mejor, es una iniciativa que deberla tomarse como ejemplo.
Se trata de la labor que desde hace más de 12 años viene desarrollando el Grupo Moda en la cárcel de Villahermosa, situada en el barrio Villanueva, en Cali. Orgullo de los vallecaucanos y buen ejemplo de lo que puede hacer el sector privado por la comunidad, esta empresa dedicada a la fabricación de calzado posee en el centro de reclusión uno de sus talleres más importantes, donde alrededor de un centenar de presos ha encontrado no sólo una ayuda para ocupar su tiempo y entretener su mente, sino también una oportunidad para mejorar su situación económica, e inclusive para sostener a sus familias tras las rejas.
Todo comenzó con un pequeño taller y unas máquinas. Pero sobre todo, con la intención del Grupo Moda, bajo la dirección del empresario Arturo Roa, por buscar un camino no tradicional para llegar a la verdadera rehabilitación de los presos colombianos.
El taller inicial no fue más que un laboratorio donde se comprobó que sí era posible. Hoy en día la planta ha multiplicado varias veces su capacidad inicial,y se encuentra en estudio un proyecto para continuar con el ensanche.
Los reclusos que laboran para el Grupo Moda son considerados como privilegiados. La diferencia entre ellos y el común de los presos es alarmante. Tanto así, que semanalmente llegan alrededor de 50 cartas, de nuevos presos que quieren ingresar a esa especie de elite carcelaria. Mientras más de 1.500 hombres de la misma cárcel ven pasar los días y los meses entre el ocio, los vicios y el aburrimiento -donde queda mucho tiempo para las malas ideas-, el centenar de escogidos se levanta cada mañana con la ilusión de trabajar, de ser útiles para la sociedad y para su familia. "Se trata de un programa realmente rehabilitador, asegura Alba Nubia Rodríguez, antropóloga del grupo. Y no sólo por el hecho de constituir una razón para que los presos mantengan su cabeza y su tiempo ocupados, sino de manera especial porque acá se les crean los hábitos sociales y de conducta que han perdido. Con el tiempo, un preso que vive entre el ocio llega inclusive a olvidarse del aseo personal. En el grupo ellos saben que deben venir bien presentados, deben mostrar buena conducta, y deben cumplir con todas las normas de una empresa común y corriente".
Y así, además de recibir una oportunidad para rehabilitarse, los presos que laboran en Grupo Moda en la elaboración de partes de calzado, de marcas tan conocidas como Bally y Sebastián, reciben un salario de acuerdo con las normas legales, y una serie de beneficios que supera ampliamente lo obligatorio: tienen servicio médico y odontológico permanente, alimentación mejorada, habitaciones individuales, asesoría jurídica, trabajo social,descuentos en medicamentos, actividades deportivas, fondos de ahorro, préstamos, y mucho más. Pero, sobre todo, tienen la atención, la dedicación y el cariño de sus patronos, hasta el punto de contar con la oportunidad de seguir trabajando para la empresa cuando alcanzan de nuevo su libertad.
Los reclusos trabajadores reflejan su buen ánimo a todo momento, a pesar de las crisis normales que ocasiona el hecho de sentirse tras las rejas.
Pero de rejas para afuera, este sector privilegiado de Villahermosa, en Cali, está demostrando que si es posible proporcionar a los reclusos una verdadera rehabilitación.