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Boris es búlgaro y estudió Historia y Política en el Reino Unido. Marta, española, se formó en Negocios, Estudios Culturales e Historia del Arte. | Foto: Marta y Boris

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Por aire, tierra y mar, Burma, una felina criolla, viajó desde India hasta Bulgaria junto a sus dueños.

4Patas
23 de abril de 2018

Ya era de noche en Yangón, Birmania. Boris y Marta se dirigían a pie hacia su hospedaje, en el Thabarwa Natural Meditation Center. Estaban, sin saberlo, a pocos segundos de encontrarse con su futura compañera de viaje: una aventurera de cuatro patas que lo cambiaría todo y con la que recorrerían miles de kilómetros por el sur de Asia, Asia Central y Europa Oriental.


Boris es búlgaro y estudió Historia y Política en el Reino Unido. Marta, española, se formó en Negocios, Estudios Culturales e Historia del Arte. Foto: Roving Snails.

Mientras caminaban, varios niños les salieron al paso. Uno de ellos llevaba en sus brazos a un animal pequeño, peludo y gris. Marta pensó que se trataba de una rata muerta, pero luego se tranquilizó al escucharla maullar. Era una gata enferma.


Foto: Roving Snails.

La pareja de viajeros —él búlgaro y ella española— decidió tomarla y llevarla al centro de meditación. Por su aspecto, pensaban que iba a morir, pero no se resignaron. En Internet encontraron una extraña fórmula para aliviar gatos, una especie de jarabe casero a base de leche evaporada y yema de huevo. Lo prepararon y fue, como se dice popularmente, ‘santo remedio’.


Foto: Roving Snails.

Sin embargo, aún había mucho por hacer. Durante los siguientes días, ambos, junto a la gata, recorrieron las calles de Yangón en busca de un veterinario. Finalmente, después de varios ‘ires y venires’ en bus, dieron con uno que la examinó y le regaló leche en polvo, pañales y vacunas.

La gata fue tomando fuerzas mientras Boris y Marta alistaban las maletas para su próximo destino: India.

— Nadie la quería. Nos la fuimos llevando… y llegó a Europa con nosotros —recuerda Marta, quien finalmente la bautizó ‘Burma’, en honor a su país de nacimiento.

 
Foto: Roving Snails.

Boris, Marta y Burma vivieron en India durante nueve meses en los que la gata, en las calles, era una atracción: cada vez que salían, los niños le buscaban el juego. Marta aún tiene presente la imagen de Boris al cargarla en su hombro. “Como tiene rastas, lo llamaban ‘el sacerdote del gato’”, comenta entre risas.

Cuando Burma no iba sobre la espalda de sus dueños, lo hacía en una cestita de bambú construida especialmente para ella o en una mochila para gatos que le compraron después. En el campo, o en lugares conocidos y seguros, la soltaban para que corriera; en otros casos, la llevaban con correa y a veces hacían autostop y viajaban con ella acostada encima.

Boris y Marta cambiaban de casa cada dos o tres meses. Así, de mudanza en mudanza, llegaron a vivir a un pueblo en el estado de Sikkim, en el nororiente del país. Sus vecinos los recibieron amablemente, les enseñaron las canciones locales, lo mismo que a elaborar licor a partir del arroz y a preparar queso. La gata también disfrutaba, salía a explorar el jardín y hasta se hizo amiga de un pequeño perro.

Pero un día, la estadía en India llegó a su fin. Burma ya tenía papeles y las vacunas y exámenes en regla para conseguir un microchip, una especie de cédula o pasaporte que le permitiría ingresar a Europa. Con su situación arreglada, Boris y Marta decidieron comenzar un nuevo viaje contrarreloj: llegar en tan solo 20 días hasta Bulgaria, justo para la noche de Navidad.

Estos son los requisitos para viajar con tu mascota.


Foto: Roving Snails.

En India tomaron un avión con destino a Kirguistán, en Asia Central. Allí, Burma conoció la nieve, que al principio no le hizo mucha gracia. La familia atravesó el país en carro y llegó a Kazajistán. Cruzó en tren hasta la frontera y posteriormente abordó un barco que atravesó el mar Caspio hasta Azerbaiyán. La gata fue la sensación. Los pasajeros pasaban para saludarla y, aunque hubo una tormenta y la mayoría de los tripulantes se marearon, Burma ni lo sintió.

En Azerbaiyán, un bus familiar en el que festejaban un cumpleaños acercó a los aventureros hasta Georgia, sobre la costa del mar Negro. Desde allí, pasando por Turquía, arribaron a Bulgaria a punta de autostop. A las once de la noche del 24 de diciembre de 2015 ya estaban en la casa de Boris para celebrar.

Hoy, Burma vive con Boris en Hristo Danovo, un pueblo ubicado a unos 140 kilómetros de Sofía, la capital de Bulgaria. Marta partió a Madrid en la primavera de 2017 en compañía de Chance, un perro ciego que adoptaría luego. Aunque ambos tomaron diferentes rumbos, la gata, y ahora Chance, son el vivo recuerdo de un viaje que les cambió la vida no solo a ellos, sino también a los animales que rescataron y que invitaron a ser parte de su aventura.

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Tips para viajar con un gato

  • Debes estar al día con los papeles de tu mascota y tenerlos muy bien organizados. Son indispensables para cruzar fronteras.
  • Busca hoteles pet friendly con anterioridad y verifica las opciones de transporte que dejen llevar perros y gatos.
  • Lleva siempre suficiente comida y agua. Dosifica las raciones en las zonas de difícil acceso.
  • Ir con un gato no hace del viaje uno más difícil. “Puedes disminuir un poco la cantidad de ropa, que no hace mucha falta, para llevarlo en la mochila”, afirma Marta.
  • Y lo más importante: “anímate, es posible. Ellos son parte de tu familia”, concluye ella.

La historia de Burma se puede encontrar en redes sociales con el nombre de ‘Roving Snails’ (caracoles errantes), pues a ambos dueños les gusta caminar muy lentamente.

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