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| Foto: John Silva

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"El camino es el mensaje": tercer viaje por el mundo a bordo de una Vespa

En una moto Vespa –Scoorter, John Silva un fotoperiodista manizalita emprendió el 29 de mayo su tercer viaje por el mundo, esta vez su destino es Alaska.

29 de junio de 2019

Durante sus viajes John Silva nunca usa jean, lleva pantalones de telas menos rígidas, un par de botas, camisetas y unas chanclas. Su maleta es un tetris en el que nunca le puede faltar café colombiano, “el mejor del mundo” dice.

Nació en Manizales un primero de septiembre, en plena transición del modernismo al post-modernismo. Desde niño sintió una pasión profunda por las motocicletas y recuerda como si fuera ayer el momento en que su padre lo llevaba a darle paseos en una Lambretta italiana: “mi padre me subía en la parte delantera de la moto y mientras me llevaba ahí yo me imaginaba que íbamos rumbo al fin del mundo”, recuerda John.  

Los años pasaron y el niño que soñaba con viajar al fin del mundo en moto creció y se volvió foto periodista. Vivió muchos años en su natal Manizales,  en su oficio  tuvo que retratar muchas situaciones difíciles. Terremotos, desastres y escenas que le tocaban profundamente el alma, pero cuenta John, que la más difícil y quizás la situación que fue determinante para retirarse del ejercicio periodístico fue cuando lo mandaron del diario La Patria a cubrir el  derrumbe de unas casas el 4 de diciembre de 2003 y al llegar al sitio encontró que la casa de sus padres había quedado arrasada. Con ella más de 20 viviendas y la vida de al menos 16 de sus amigos y vecinos.

Los inicios en Ecuador

Con la casa de los padres arrasada y con la esperanza de un mejor empleo para reconstruirla, John viajó a Ecuador. Allí trabajó como jefe de fotografía en el diario Hoy. En 2009 renunció y comenzó a trabajar de manera independiente para algunas agencias como AFP.

En 2010 y luego de reconsiderar su vida y pensar en que no quería terminar sus días en Ecuador, lejos de su familia, le llegó de nuevo la idea que tenía de niño cuando salía a dar paseos en la Lambertta con su padre, la idea de un viaje al fin del mundo.

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Entonces John decidió empezar lo que por tantos años había estado aplazando. Ya había ahorrado dinero y poco a poco se había ido despidiendo de sus amigos y compañeros. El 2 de noviembre de 2011 emprendió el viaje, luego de haber hecho una fiesta de despedida y haberles presentando a Matilda, la moto Vespa PX 200 en la que recorrió 35.000 km a través de once países.

Los primeros viajes

Un viaje que inició en Quito el 2 de noviembre de 2011 y terminó  nuevamente en Quito el 30 de junio de 2013, cerrando así un ciclo completo de 20 meses en los que vivió muchas historias cada día. Pero no fueron suficientes para John y una vez regresó a Ecuador dónde residía en ese momento, comenzó a planificar lo que sería su segundo viaje.

Ya, con nuevos planes, sueños y con una nueva moto Vespa GTS 300, emprendió su segunda aventura, el 10 de octubre de 2015. Para adquirir su nueva moto John tuvo que vender a Matilda por 2.200 dólares, se endeudó en 2.500 más y el concesionario dónde compró la GTS 300 le patrocinó otros 2.500 dólares. Con su nueva motocicleta su primer objetivo era llegar a Ushuaia, Argentina.

Cruzó la frontera amazónica con Colombia por el Lago Agrio y desde allí inició su recorrido hacia el sur del continente, buscando ese fin del mundo que no salía de sus pensamientos. Durante su recorrido pasó por la costa del Pacífico hasta Chile, luego tomó la Ruta 40 argentina por dónde descubrió paisajes imponentes en la Patagonia argentina y chilena.

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Después de atravesar la Patagonia, los Andes y Parques Naturales, Silva arribó a Ushuaia el 22 de marzo de 2016, era su lugar soñado: “en Ushuaia me quedé diez días, fue una experiencia maravillosa. Mientras estaba ahí pensaba si quizás la vida me permitiría regresar o quizás no, entonces disfruté de los paisajes y de esa estadía”. Y agrega “de ahí salí triste, con lágrimas, no podía creerlo que por fin había estado en Ushuaia, me había costado mucho llegar”.

La Mano del Desierto, está ubicada cerca de Antofagasta, Chile. Foto: cortesía John Silva 

A su regreso pasó por Buenos Aires y al pasar por Rosario se encontró con la celebración de los 70 años de la Vespa, donde fue invitado a participar. Allí compartió su experiencia con otros apasionados por las vespas, recorrió la ciudad en caravanas y de nuevo regresó a Buenos Aires. Después viajó a Uruguay, luego a Brasil, de nuevo recorrió ciudades y poblaciones apartadas, por las que ya había pasado en su primer viaje, por su puesto Brasilia y Sao Paulo hicieron parte de su itinerario.

Durante sus viajes Silva mantiene informado a sus seguidores a través de las redes sociales, en ellas va contando cómo va el recorrido, comparte fotos y videos de paisajes y experiencias. Por eso, a su llegada a Paraguay donde estuvo en ciudades como Pedro Juan Caballero, Ciudad del Este, Asunción y Encarnación, fue recibido por amigos “vespitas” y scouts que siguieron paso a paso por redes su travesía.

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Después de pasar por Paraguay regresó a Argentina y Uruguay donde hizo parte de otros eventos de Vespa, en el septuagenario de la marca italiana, luego comenzó su regreso a Ecuador. Esta vez su viaje estuvo estropeado por algunas inconvenientes, una caída, un cálculo renal y una varada de la Vespa lo obligaron a pausar el retorno a su residencia.

Luego de retomar el regreso cruzó Bolivia y Perú y finalmente terminó su segundo viaje el  3 de enero de 2017 con su llegada a Quito, sumando así 45 mil kilómetros a su experiencia aventurera al volante de una Vespa. Durante su receso Silva aprovechó para organizar charlas motivacionales sobre la importancia de viajar y sobre cómo la decisión de moverse de sitio puede cambiar los proyectos y perspectivas de muchas personas. El 29 de mayo de 2019, dos años después de planearlo, John emprendió su tercer viaje, esta vez rumbo a Alaska.

Patagonia argentina, febrero de 2016, viajando al "Fin del mundoFoto: cortesía John Silva 

 ¿Por qué Alaska?

Después de su segundo viaje y cumplir el sueño del fin del mundo, John Silva estuvo en Ecuador un tiempo, después regresó a Colombia a ver a su familia y a compartir su experiencia con amigos: “Después de 6 meses me dediqué a organizar el tercer viaje, a buscar apoyo logístico. Eso me tardó desde 2017 hasta 2019, planificando todo, para que todo salga bien”.  

Durante ese tiempo pudo hacer fotografías, escribió para una revista de motos, vendió camisetas para viajeros y reunió lo suficiente para ir hasta Alaska, su tercer destino, el que precisamente eligió cuando llegó al fin del mundo: “cuando llegué al fin del mundo, había un letrero que decía: “aquí finaliza la ruta tres y abajo decía, Alaska a 18 mil kilómetros, entonces me dije: ¿por qué no?

Uno de los planes de Silva es poder hacer una exposición en Chicago, de las fotografías que ha logrado durante sus viajes. Calcula que este nuevo recorrido pueda tardar un año, doce meses en los que espera entrar a Cuba, México y retornar por Centro América.

 

“El camino es el mensaje”

Lo más difícil de la experiencia -dice- es el cambio de comida. En muchas partes es bastante distinta a la de Colombia y Ecuador. El paso de las fronteras también es complejo para él y su moto, sin embargo insiste en que todo eso lo compensan los paisajes, el poder salir a una nueva ruta cada día: “todos los días es algo nuevo y vivo con expectativa de qué me voy a encontrar, qué personas voy a conocer en el camino”.

Antes de partir a sus viajes John siempre piensa en su padre que falleció en 2009 y quien lo inspiró a ser viajero. Cree en sus presentimientos y cuando siente que no debe avanzar, para, arma la carpa y espera un poco para seguir.

Su mayor apoyo son su madre y sus hermanos, quienes se sienten orgullosos de lo que ha logrado: “mi familia y yo sabemos que lo que hago es una gran oportunidad para inspirar a otros”. Sus amigos son también sus fieles seguidores.

John piensa seguir viajando y lo seguirá haciendo bajo su lema de siempre: “el camino es el mensaje”. Sus sueños no paran, sin terminar el de Alaska ya piensa en el viejo continente; se imagina recorriendo Asia, India y África. Idealiza su jubilación en un lugar tranquilo en el campo: “quiero un espacio para vivir mi vejez, tener un lugar especial para recibir a viajeros”.

 

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