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El último sábado de cada mes se reúnen máximo 24 lectores-comensales. Eso permite que todos participen y puedan hacerle preguntas al invitado especial, durante el almuerzo. | Foto: PILAR MEJÍA

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Los encuentros que reúnen lo mejor de la literatura y la gastronomía en Bogotá

Leandro Carvajal y Juan David Giraldo logran la fusión perfecta entre la buena mesa y el amor por los libros. El éxito de sus encuentros en la librería Casa Tomada se debe al talento del chef y al fino arte de conversar del reconocido editor. Este artículo hace parte de la revista Jet Set.

Dora Glottman
16 de agosto de 2019

El primer plato es un libro. Sobre cada individual está servido, exquisito, El corazón de la oscuridad, de Joseph Conrad, traducido recientemente por el nieto del maestro Fernando Botero. Los invitados se sientan a manteles y emprenden un viaje de sabores. A primera vista, parece un almuerzo entre amigos con intereses culturales similares, pero en realidad es un ritual que fusiona el buen comer y el amor por la lectura.

Gastronomía y Literatura nació hace ocho años en medio de una conversación informal. Ana María Aragón y Fabricio Ciurlo, fundadores de la librería Casa Tomada, ubicada en el barrio Palermo de Bogotá, le propusieron al chef y cantante lírico Leandro Carvajal cocinar en su espacio, como una excusa para encontrarse con más frecuencia.

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Pero él llevó el proyecto un paso más adelante. Les sugirió convertirlo en un evento mensual para reunir a máximo 24 personas con el fin de conversar acerca de un libro determinado, compartir la mesa con un invitado experto en el tema o, en lo posible, el mismo autor, y disfrutar de un menú inspirado en la obra.

La idea tuvo eco y completaron el cuarteto creativo con Juan David Giraldo, director editorial de Villegas Editores, quien hoy es el anfitrión y moderador. “Soy una especie de maitre literario con varias y divertidas funciones: sacar lo mejor del invitado especial, mantener la conversación agradable sin perder el enfoque, y redactar el menú, porque cada plato va acompañado por las frases que inspiran al chef”, cuenta.

Además de ser chef profesional, Leandro Carvajal estudió canto lírico en el Instituto Superior de Artes de La Habana, Cuba, y ha cantado ópera en escenarios de Europa y Latinoamérica.

Si degustar los platos de Carvajal es un placer, también lo es ver a Giraldo en acción. Sabe navegar desde lo más profundo de la obra, en este caso, la colonización británica en África, a lo banal, como la vida a amorosa de Conrad y su adicción por el juego.

Para formar parte de este viaje sensorial hay que inscribirse en la página web de Casa Tomada, en donde se informa cada mes cuál será la lectura designada y quién será invitado especial. Se reserva puesto con tiempo para que todos lleguen a la cita con el libro leído.

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Leandro, el chef, no solo lo lee, sino que investiga a fondo para elaborar su menú de cuatro tiempos. “Voy a la biblioteca para familiarizarme con la época en la que se desarrolla la obra o en la que vivió el autor y, para completar la información, también les consulto a mis colegas que viven en el país que le sirvió de escenario al novelista. Después voy al mercado para trabajar con productos locales”. 

Felipe Botero, hijo de María Elvira Quintana y Fernando Botero Zea, estudió Literatura en la Universidad Nacional. Esta es su segunda traducción publicada. La primera fue un libro de poesía británica.

La obra del escritor polaco, publicada en 1899 y que inspiró ochenta años después a Francis Ford Coppola para su película Apocalipsis Now, se desarrolla en El Congo. La entrada a El corazón de la oscuridad es: pollo atado en hoja de plátano, seguido por una ensalada de ocra. De plato fuerte, pescado con maní y coco. Y el remate, galletas con trozos de chocolate. Así, el matrimonio entre la gastronomía y la literatura se consuma.

Carvajal explica que el postre fue inspirado en las galletas británicas Huntley & Palmers, que amaba Conrad y las mismas que Marlow, personaje principal de su novela, llevaba en su barco rumbo a África.

El corazón de la oscuridad, de Joseph Conrad, ha sido traducida por tres colombianos en los últimos dos años. La versión de Botero es la única ilustrada en el país.

Felipe Botero Quintana, el traductor del libro publicado por El Peregrino Ediciones, arroja datos sobre el porqué de esas colaciones en la embarcación y lo que representó para los africanos esa caja decorada con imágenes de la clase alta londinense.

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Y como en la mesa de “Gastronomía y Literatura” la ficción y la realidad se funden, se vale preguntar qué opinaría Joseph Conrad sobre ese almuerzo, celebrado casi cien años después de su muerte y en un país que nunca pisó. Botero cree que, a pesar de tener fama de tímido, al escritor le habría agradado: “Él era una persona que le huía a la soledad. Este intento de plantear un diálogo en torno a su obra le hubiera gustado mucho”.

Por su parte, el chef confiesa que sueña con el autor disfrutando de su postre. Y añade, fingiendo estar preocupado, “ojalá coma pescado". 

* Este artículo hace parte de la última edición de la revista Jet Set. Puede leer otros aquí