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Bodamanía

España entera se ha entregado a celebrar la boda de Felipe y Letizia. Mientras los medios le dedican todo su esfuerzo para cubrir el enlace los vendedores de chucherías hacen su agosto.

16 de mayo de 2004

Con el halo de fantasía que supone la unión de un noble con una plebeya, la boda real del príncipe Felipe VI con la periodista Letizia Ortiz, que se celebra el próximo sábado en Madrid, tiene patas arriba a España. Todos hablan y le sacan provecho a la boda, desde los empresarios hasta los políticos, la televisión y los comerciantes callejeros.

Madrid aprovecha las nupcias para mostrarse como la ciudad más turística de Europa y, de paso, para recuperarse de la sombra negra que le dejaron los atentados terroristas del 11 de marzo. Desde comienzos de mayo la televisión dedica alrededor de dos horas diarias por canal para exprimir hasta los pormenores más nimios de la ceremonia, sus protagonistas y los invitados. Y mientras, como se decía antes, las autoridades eclesiásticas, civiles y militares sacan pecho, el pueblo llano, panaderos, vinateros, floristas, jamoneros y ceramistas, en fin, fabricantes y comerciantes de toda suerte de productos también quieren festejar y sacar beneficios de la boda.

SEMANA contabilizó en Madrid más de 450

souvenirs de la boda que se venden como pan caliente a turistas y nativos en distintos comercios, desde lienzos y fotografías hasta agendas, bolígrafos, abanicos y dedales con imágenes sonrientes de Letizia y el príncipe. La Casa Real, como corresponde a estos eventos, ya emitió las dos piezas oficiales conmemorativas: una moneda en plata de 12 euros y las estampillas postales, en las cuales los consortes se muestran muy serios, a diferencia de los demás objetos populares en los que exhiben todas sus simpatías. Por su parte, la Comunidad de Madrid repartió cientos de miles de afiches para celebrar el matrimonio real que se exponen en bares, restaurantes, comercios y oficinas de toda la capital.

Los muros y las ventanas de Madrid hablan de la boda, pero la que más lo hace es la televisión, que trata de capitalizar el hecho de que Letizia Ortiz perteneció a este medio. Las dos cadenas de Televisión Española, donde la futura princesa ofició como presentadora de noticias, han comenzado a emitir sendos documentales sobre el pasado, el presente y el futuro de los contrayentes y la monarquía, y abrieron un espacio diario de media hora, La Boda Real, paso a paso, dedicado a los pormenores de la ceremonia, que concluirá el próximo sábado 22 de mayo con un impresionante despliegue de cámaras y periodistas que narrarán en vivo el festejo para todo el mundo.

En medio de este entusiasmo, hace dos semanas nació en Madrid Telecorazón, el primer canal de televisión del mundo entregado exclusivamente a los romances de la farándula y sociedad, que cada día destina cuatro horas de su programación a hablar sobre la boda del príncipe y Letizia. El éxito y el futuro de Telecorazón parecen asegurados, no sólo por la bodamanía, sino porque la llamada "prensa rosa" cuenta con los más altos índices de sintonía en la televisión y radio, y la revista más leída en España es Hola.

Pero el gran agosto lo van a hacer los propietarios de apartamentos con balcones en la Plaza de Oriente, que tienen vista sobre la catedral de La Almudena y el Palacio Real. La demanda de los canales de televisión y de los medios de prensa, públicos y privados, extranjeros y locales, ha disparado los precios de estos balcones a 6.000 euros (unos 19 millones de pesos).

No obstante, nadie quiere quedarse atrás. Los perfumistas han lanzado siete fragancias entre las cuales se destaca el Eau de Roses del evento que vale 28 euros (unos 90.000 pesos). Las casas de moda ofrecen a diversos precios copias de los trajes que lucieron Leticia y Felipe el día en que anunciaron su compromiso. Todas las marcas de vino cuentan con reservas especiales para festejar la ocasión, aunque la más aplaudida es una selección privada de 578 botellas de Valdrinal 2000, crianza, un Ribera del Duero con denominación de origen que cuesta 38 euros (122.000 pesos) por botella. Y los joyeros venden la réplica del anillo de compromiso que le regaló el príncipe a su novia, fabricado en oro blanco y piedras semipreciosas, por un valor de 250 euros (800.000 pesos).

La bodamanía también se ha tomado las librerías. Los libros sobre el tema empezaron a aparecer desde el año pasado y vienen proliferando a medida que se acerca la ceremonia. Si bien los títulos más vendidos son Tú serás mi reina, de dos periodistas de la "prensa del corazón", y ¿Reinará Felipe VI?, de José Infante, el mayor éxito se lo está llevando la novela El hombre abreviado de Alonso Guerrero, el primer marido de Letizia Ortiz, que narra en clave de ficción y primera persona los traumas de un divorcio. Antes de que se anunciara la boda real, Guerrero había publicado seis libros con más pena que gloria, pero ahora editorial Plaza y Janés lo presenta como una revelación de las letras ibéricas y se le conoce en España con el mote del 'Excritor'.

El merchandising de la boda real se ha extendido a todos los lugares, incluso a los más populares. Los panaderos venden galletas en forma de corazón, tortas y roscones con las iniciales 'L' y 'F', los jamoneros y choriceros ofrecen "ediciones especiales" de sus productos para la ocasión, y los artesanos producen todo tipo de vasijas de objetos conmemorativos de vidrio, cerámica, aluminio y cartón.

Al mismo tiempo, Letizia y el príncipe reciben diariamente más de 200 kilos de regalos, que son la manifestación del afecto de los súbditos del reino de España. Se trata de vinos, jamones, galletas y tortas hechas en casa, zapatos, lámparas y una gran infinidad de obsequios, entre los que se cuentan el más pesado: una campana de bronce de 1,3 toneladas, y el más curioso: dos ejemplares de una especie animal en peligro de extinción en la península Ibérica, dos burros llamados Ruiseñor y Calandria. Este afecto popular por la monarquía tiene preocupados a los organizadores de la ceremonia, que no saben cómo evitar que el pueblo llano le arroje arroz a la pareja de novios, una tradición que riñe con el protocolo real.

Pero la mayor preocupación de las autoridades es la seguridad de Madrid y la boda real tras los atentados del 11 de marzo. Desde hace dos semanas, varios helicópteros artillados sobrevuelan día y noche la capital, y el viernes y sábado próximos la ciudad será vigilada desde el aire por un avión espía Awacs, especialmente cedido por la Otan. Las medidas tomadas por el gobierno son extremas. Más de 10.000 policías de uniforme y de civil vigilarán la ciudad, se cerrará el espacio aéreo de Madrid, se suspenderá el Tratado de Schengen que permite el libre movimiento de personas y mercancías a través de las fronteras de la Unión Europea, los cazas F-18 del Ejército del Aire sobrevolarán el cielo madrileño y las baterías antiaéreas del Ejército de Tierra estarán preparadas por si acaso fueran necesarias.

Todo, para salvaguardar a la familia real, a los 1.400 invitados de primer nivel, entre los que se cuentan miembros de dinastías monárquicas de toda Europa y varios presidentes de gobierno, a los dos millones de madrileños que saldrán a la calle, al millón y medio de turistas que según los cálculos se encontrarán en la ciudad el día de la boda, y a los miles de comerciantes legales e ilegales que abrirán sus puertas o invadirán las aceras para vender los recuerdos del enlace real.

"Lo más barato que usted encontrará son estos dedales de aluminio o cerámica con las fotos de los novios, que cuestan dos euros, pero si quiere un 'souvenir' más histórico también puede llevar por dos euros estos trocitos de 'piedra real' obtenidos de los restos de las 23.400 toneladas de piedra de Novelda, Alicante, que fueron utilizadas en la construcción de la catedral de La Almudena, donde se celebra la Boda del Siglo", dijo a SEMANA José Alberto Corazón, el comerciante que más partido le ha sacado a este evento, pues abrió en febrero pasado, en pleno centro de Madrid, una tienda especializada en la boda real con regalos "exclusivos" que se ha convertido en lugar obligado de compras para españoles y turistas.

La bodamanía y su fenómeno comercial y mediático han acallado las críticas de los sectores antimonárquicos de España, donde se estima que la mitad de la población está a favor del rey y la otra mitad, en contra. Pero incluso para ellos hay mercancía pues se han encargado de comprar millares de ceniceros estampados con los dos rostros reales, lo que les ha permitido aplastar con saña sus cigarrillos sobre las mismísimas caras de sus altezas reales. De todas maneras ellos serán los que pasen tragos amargos el próximo sábado porque saben que los 4,5 millones de euros (1.440 millones de pesos) que cuesta esta boda salen directamente de los bolsillos de los ciudadanos.