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A CABALLO REGALADO

Un colombiano esta tras Real Quiet, el caballo ganador del Derby de Kentucky.

8 de junio de 1998

Desde hace 19 años ningún favorito se lleva el triunfo en el Derby de Kentucky. Una vez más, hace una semana, se confirmó la tradición: Real Quiet derrotó a Indian Charlie, el preferido de la prensa deportiva.
A pesar de que los pronósticos lo colocaban en el quinto lugar, el alazán de tres años sobrepasó a los otros 14 participantes y se consagró como el mejor de esta competencia, considerada como una de las pruebas 'reina' de las carreras de caballos. La victoria de Real Quiet significó un premio de un millón de dólares, el doble de lo que había ganado en dos años de competencia. En la tribuna, donde las apuestas estaban ocho a uno, el más emocionado era un colombiano, Eduardo Gaviria, el criador del caballo. Se había cumplido su sueño de poner a su ejemplar en las grandes ligas. Para los neófitos en el asunto, el triunfo de Real Quiet equivale a que la Selección Colombia gane la copa mundial de fútbol.
Sin embargo conseguir que un caballo desarrolle madera de campeón no es tarea fácil. En primer lugar, el criador debe estudiar con detalle el pedigree de los posibles progenitores para establecer si el cruce puede dar buenos resultados. Por lo general se buscan padres que hayan tenido un buen desempeño en las pistas, pues las características genéticas se heredan. Es lo que ha hecho Gaviria durante su vida de criador a sabiendas de que el éxito no se encuentra a la vuelta de la esquina.

Patito feo
Por aquellas casualidades de la vida el actual campeón del derby tuvo una infancia de patito feo, de jamelgo flacuchento y poco coordinado. A los pocos meses de nacido, Gaviria y sus hombres del criadero Little Hill Farm en Ocala (Florida) se dieron cuenta de los problemas del caballo a la hora de correr. Pero no se desalentaron. Gaviria tenía fe en el cruce que había hecho y decidió someter al potro a un intensivo tratamiento médico. Los veterinarios de la Universidad de la Florida lo examinaron y le hicieron correcciones ortopédicas en los remos delanteros con tornillos y alambres para fortalecer su zancada. La intervención quirúrgica arrojó resultados positivos pero los expertos aconsejaron a Gaviria que vendiera a Real Quiet lo más pronto posible.
La oportunidad perfecta se presentó en el Yearling Sale de Keeneland, la bolsa equina más importante de Estados Unidos para caballos de un año. Los compradores se tomaron su tiempo para observar a los ejemplares en venta. Miraron una y otra vez, estudiaron con lupa sus árboles genealógicos en busca de uno con talla de ganador. El aspecto enclenque y desgarbado y el paso más bien vacilante de Real Quiet no le permitieron cotizarse muy bien. Mientras que varios potros sobrepasaron los 100.000 dólares el caballo de Gaviria apenas llegó a la irrisoria suma de 17.000.
La metamorfosis
Fue el veterano entrenador Bob Baffert, ganador del derby el año pasado, que buscaba ejemplares para los establos de Mike Pegram, uno de los grandes potentados de la hípica norteamericana, quien vio más allá. A pesar de su zancada poco garbosa encontró en Real Quiet un aspecto 'aerodinámico'. De ahí surgió la negociación, que fue prácticamente un regalo. El primer sorprendido con la ganga fue Pegram quien, con justa razón, preguntó: "¿Qué tiene el caballo, cáncer?". Pedigree en mano el entrenador lo convenció de su buena elección.
Gaviria, por su parte, continuó su labor en el criadero pero no le perdió la pista al joven potro. Con el paso del tiempo, y bajo la batuta de Baffert, Real Quiet logró sus primeras victorias. El año pasado participó en nueve competencias: ganó dos y llegó de tercero en cinco. En el primer trimestre de este año corrió tres veces, ganó una y quedó de segundo en las otras dos. Su recuperación fue tan impresionante que nadie podía creer que de ese rocinante hubiera surgido un pegaso que volaba como el viento. La prueba definitiva llegó con las eliminatorias al derby. Real Quiet superó a cientos de caballos de todo Estados Unidos.
Enterado del progreso del caballo, Gaviria se reunió con Baffert y le contó la increíble historia del animal. Después de conocer la accidentada infancia del caballo el entrenador preguntó estupefacto: "¿Usted quiere decir que compré a Forrest Gump? ".

Sabor de exito
Si la historia del caballo es sorprendente, la de su criador no lo es menos. Gaviria ha tenido que abrirse campo en el difícil y competitivo mundo de la hípica internacional donde pocos logran brillar con luz propia. Su pasión por las carreras comenzó desde muy joven. En compañía de familiares y amigos asistía a todas las competencias que se realizaban en los diferentes hipódromos del país. Su obsesión por los caballos lo llevó a convertirse en un experto en la materia, hasta el punto de que pasó de observador y jinete a criador.
La crisis de los hipódromos en Colombia, sumada a su carácter aventurero, lo condujeron a Estados Unidos. Allí montó un modesto establo que hoy es semillero de futuros campeones. Esta empresa titánica la ha hecho prácticamente con las uñas, pues los costos para investigación genética son sumamente elevados. Sin embargo, y luego de haber pasado las duras y las maduras, este colombiano ha comenzado a saborear las mieles del éxito.
Si bien Gaviria no recibió ningún beneficio económico por su trabajo con Real Quiet, lo cierto es que en estos momentos no se cambia por nadie. La satisfacción de haber logrado que uno de sus 'críos' haya sido coronado en el Derby de Kentucky es suficiente para demostrar a los grandes criadores gringos que no hay establo pequeño para armar un campeón.