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CINCO SON SUFICIENTES

Por primera vez en la historia de la televisión colombiana una actriz caracteriza cinco personajes en la misma serie.

24 de agosto de 1992

UNA MUJER SOlitaria toma un día la decisión de vengarse de las cuatro personas que destruyeron su familia. Durante 18 años y mientras vive en el exterior planea paso a paso la forma de hacerlo. Después de mucho estudiarlo llega a la conclusión de que la mejor venganza es que sufran en vida los mismos tormentos que ha padecido ella desde que ocurrieron las tragedias que acabaron con su tranquilidad. Para conseguirlo, estudia meticulosamente la profesión, los amigos, el modo de vida y la familia de cada una de sus víctimas, y diseña para cada una un personaje que pueda acercarse sin despertar sospecha alguna. Cuando su plan está listo, regresa al país y lo pone en marcha.
Con ese planteamiento arrancó la serie de televisión La Quinta Hoja del Trebol, cuyo libreto exigía por primera vez en la historia de la actuación televisada en Colombia la caracterización de cinco personajes distintos en manos de una sola actriz. La escogencia de ella, entonces, tenía sus bemoles.
Dentro de la tendencia de actrices que se encuentran en el medio están aquellas que se han "encasillado" en un tipo de personaje y que no sólo resultan poco creíbles en un papel distinto, sino que carecen de la versatilidad que requieren las cinco caracterizaciones de este libreto. También están las nuevas generaciones que tienen rostro y figura pero no experiencia ni escuela, o veteranas actrices que podían hacerlo pero no daban la edad. El nombre que terminó sobre la mesa fue el de Celmira Luzardo, una actriz con una discreta historia de apariciones en TV y quien ha repartido su trabajo de actuación con el mundo de los negocios, lo cual le daba una mayor experiencia vivencial para alimentar sus variados personajes: Elisa, una sicopedagoga que se introduce al mundo de los médicos y las clínicas; Elena, una cuarentona con pretensiones de pitonisa; Emilia, una ejecutiva que se mueve en el mundo de los banqueros, Erika, una comerciante internacional, un quinto personaje, que es el centro del misterio. Las cinco, aunque con diferentes profesiones y se mueven en distintos medios, tienen en común la macabra motivación y la perversidad de su creadora.
Celmira empezó por imaginar a cada uno de sus personajes según sus propios recursos e información. El problema consistía en que las cinco mujeres tenían que diferenciarse claramente, lo cual aumentaba el riesgo de caer en una forzada sobreactuación. La diferencia entre ellas, entonces, debían darla sutiles actitudes y gestos. Fue entonces cuando, en busca de información, empezó a buscar a los dobles de sus personajes en la vida real. Y las cinco mujeres que debe representar en pantalla entraron de lleno a su propia vida cotidiana. Cuando se vino a dar cuenta, desde el momento en que entra a la ducha por la mañana hasta la hora en que se acuesta, ha saltado de una personalidad a otra cinco veces buscando interiorizar los detalles que ha pescado durante el día para cada uno de sus personajes. Sin olvidar, claro, al sexto personaje que es el de Celmira, la mamá y profesional que es ella en la vida real.
Pero a medida que ha ido profundizando en cada uno de ellos y por lo tanto caracterizándolos muy bien en el exterior, internamente se ha encontrado con el común denominador de sus personajes: son cinco mujeres atormentadas por los recuerdos de su tragedia y por la sed de venganza y que, inevitablemente, terminan por atormentarla a ella. Celmira, que considera que este es el primer reto verdadero que ha tenido como actriz, se rie y confiesa: "Después de esto voy a tener que ir al siquiatra, pues necesariamente voy a tener que hacer un balance del laberinto sicológico en el que he estado estos meses". El esfuerzo por dar una vida creíble a cada uno de sus personajes la ha inducido a esculcar rincones de su propia personalidad con resultados, para su gusto, satisfactorios: "He descubierto la cantidad de posibilidades de modificación que tiene la conducta humana. Cualquier cosa que sea capaz de tocar la sensibilidad de una persona la puede hacer cambiar drásticamente".
La experiencia resulta bastante singular para Celmira, más aún cuando su historial televisivo ha sido de papeles "de buena" y, por lo tanto, es la primera vez que hace un viaje por las posibilidades de la maldad humana, por lo menos en pantalla. Y, para la serie, los resultados de sus esfuerzos no han sido nada malos.
Enfrentada a otro programa que ha tenido muy buena acogida -"La Alternativa del Escorpión"- la de Celmira en pocas semanas ha logrado un reparto de audiencia bastante inusual en series que tienen un enfrentado "ya arrancado".
Pero independientemente del rating, el esfuerzo de la creación
de estos cinco personajes representa no solamente un reto personal para la actriz, sino que abre perspectivas en el medio para la elaboración de hombres y mujeres televisados que rompan con la monotonía de los personajes obvios que no conocen matices de la personalidad y solo consiguen comportarse en blanco y negro. Perspectiva que también consigue el elenco del noticiero de "La Alternativa del escorpión" y que es quizás el motivo por el cuál ese horario del martes en la noche consigue el mayor índice de encendidos de la semana, con una audiencia repartida entre dos opciones que presentan propuestas novedosas.
Cuando termine la serie, Celmira Luzardo piensa irse unos meses para Europa, después de los cuales volverá al mundo de los negocios en el que habita cuando no está actuando. Después y cuando las cinco mujeres de la serie hayan salido de su vida, entrará a pensar en serio la posibilidad de un siquiatra aunque cree que a estas alturas "voy a estar lista para abrir un consultorio"