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El británico Sanjay Shah se mudó a Abu Dabi luego de la crisis económica de 2008. Desde allá planeó y ejecutó la estrategema financiera que le permitió desfalcar al SKAT, la oficina de impuestos danesa.

ESCÁNDALO

La estafa del siglo que un británico y un colombiano idearon contra Dinamarca

Los dos hombres lograron desfalcar al gobierno danés por 2.000 millones de dólares. Esta es la increíble historia.

28 de octubre de 2018

En su más reciente incursión en Facebook, el británico Sanjay Shah publicó, en noviembre de 2017, un artículo sobre la importancia de la filantropía y las donaciones caritativas para las empresas exitosas. Trataba un tema al menos curioso si se tiene en cuenta que las autoridades danesas lo acusan de desangrar el erario de su país con la ayuda del colombiano Camilo Vargas Manzanera, en el mayor golpe en la historia financiera de Dinamarca.

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Shah parecía intocable hasta hace meses y sus redes lo muestran sereno. Pero la Policía del país europeo está al acecho de un descuido suyo que permita llevarlo a la justicia y él lo sabe. Mientras eso sucede, Shah asegura desde Abu Dabi, donde vive hace casi 10 años, que no detiene su marcha. Divide su tiempo entre su esposa e hijos, uno de los cuales es autista, y sus facetas de inversionista, filántropo y promotor de espectáculos en esa ciudad, una labor que combina con el activismo en su firma Autism Rocks. Desde esta ha gestionado espectáculos de beneficencia de su ídolo Prince, de Lenny Kravitz y, según su página oficial, otros de Jennifer López y Ed Sheeran. En su canal de YouTube, Shah explica su cruzada filantrópica-empresarial y su historia de vida en cinco videos, pero, como era de esperarse, deja fuera la parte oscura. No cuenta que es el enemigo público de Dinamarca y que sus ciudadanos piden su cabeza, pues consideran que les robó una enorme tajada de sus recursos públicos.

Para lograrlo, Shah sacó partido de un esquema financiero que descubrió en sus días de aprendiz en KPMG, BDO y Rabobank, que aplicó en Solo Capital, la firma que fundó en 2012. Se trata de operaciones cum-ex, creadas para evitar la doble tributación de ciudadanos en países que tienen acuerdos para ese efecto. Ya existían antecedentes de las consecuencias nefastas de estas operaciones en Alemania, pues le costaron al erario teutón 11.000 millones de dólares hasta que, en 2012, la Justicia las detectó. Pero las autoridades alemanas no alertaron a nadie, y los responsables apuntaron a naciones como España y Dinamarca. Al país ibérico no alcanzaron a llegar, pero en el nórdico volvieron a hacer estragos.

Según plantea quien reveló el asunto, el investigador David Segal, del diario The New York Times, Shah y su cómplice colombiano, Camilo Vargas Manzanera, ajustaron esas operaciones cum-ex para gestionar y acceder a devoluciones de impuestos ficticias. De ese modo, según Segal y sus fuentes, drenaron 2.000 millones de dólares del erario danés. Se estima que Shah se embolsilló la mitad de esos dineros, pero no se sabe cuánto le correspondió al colombiano y a otros actores fundamentales que se prestaron para reclamar dicha devolución de impuestos.

En julio, en su último envión, el desfalco alcanzó a drenar al sistema danés a ritmo de 3 millones de dólares por hora.

Shah aún parece gozar de su libertad, a sus 48 años, con un yate de 1,3 millones de dólares (se rumora que se llama Cum/Ex) y una mansión de 930 metros cuadrados con salida al mar. Frente a las acusaciones se ha limitado a exaltar su cruzada en cartas redactadas a mano, como la de 14 páginas que le envió al diario neoyorquino para incluir su voz en el artículo que estaba por denunciar sus prácticas fraudulentas al mundo. En esas páginas esquiva todo viso de polémica y dice que solo sacó provecho de una brecha del sistema.

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Los daneses no dan con la fórmula para hacerlo caer y, si no sale de Abu Dabi, les será casi imposible atraparlo, pero no se han quedado quietos. Han demandado a otros actores que se prestaron a su juego y le permitieron salirse con la suya: los 17 ciudadanos estadounidenses con una cantidad absurda de planes pensionales, que en la mayoría de los casos ni siquiera tenían acciones de las empresas danesas por las que aplicaban a la devolución tributaria. La investigación cita 277 demandas contra varias personas como Roger Lehman, que a sus 30 años tenía a su nombre 44 planes de pensión. En teoría, estos hombres también poseían acciones de empresas danesas y por eso clasificaban a las devoluciones de impuestos en Dinamarca. En el papel la maniobra evitaba la doble tributación. Pero como en el caso de miles de desembolsos entre 2012 y 2015, se prestaba para devoluciones sin sustento. La causa: la oficina de impuestos danesa, SKAT, una entidad en proceso de reestructuración, no siempre verificaba la realidad de las operaciones. Ahí entran en el juego el colombiano Vargas y el danés Sven Nielsen.

Graduado del Colegio San Carlos de Bogotá (según su página de LinkedIn), el economista uniandino Camilo Vargas Manzanera, de 44 años, resultó instrumental para el esquema. Director del Syntax GIS Ltd, una firma que operaba desde 2014 en Londres y proveía servicios de alivios tributarios y gestión de la documentación, Vargas se encargó de entrar en contacto con Nielsen, la otra pieza clave del rompecabezas. Este trabajaba en la labor de supervisión de SKAT y cargaba también con uno que otro antecedente de malas prácticas. Vargas fue amable, servicial con Nielsen, lo aduló y se ganó su confianza para establecer el nexo. En su país Nielsen divide opiniones. Para algunos forma parte del esquema, para otros simplemente fue el eslabón débil de la cadena que Shah y Vargas supieron detectar y explotar.

En 2014 Nielsen le enseñó a Vargas cómo gestionar los formularios de reclamo de devoluciones de impuestos. Según Nielsen, hoy en prisión por otra mala praxis, compartió largas charlas con Vargas al calor de cervezas en las tabernas más famosas de Copenhague. De ese modo, Vargas perfeccionó la gestión de las solicitudes y la fórmula de desfalco alcanzó su máxima potencia. Meses después, en 2015, alcanzó a drenar al sistema danés a ritmo de 3 millones de dólares por hora.

Shah dice que solo aprovechó un hueco en el sistema. Se presenta como empresario y activista, y gestionó conciertos de benficiencia en Abu Dabi con Prince, Lenny Kravitz, Jannifer López y Ed Sheran. 

En el diario El Espectador Alberto Donadío compartió datos sobre el pasado de Vargas y sus conexiones en Colombia. Dice que se graduó de economista en la Universidad de los Andes en 1997 con una tesis sobre ‘La tendencia exportativa de América Latina en el periodo 1980-1993’. También que varios miembros de su familia han ocupado cargos de peso en la rama judicial. “Su abuelo Gonzalo Vargas Rubiano fue magistrado de la Corte Suprema de Justicia; su padre, Camilo Vargas Ayala, fue secretario del Consejo de Estado; y su tío Guillermo Vargas Ayala fue magistrado del mismo tribunal”, asegura.

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Cuando Donadío contactó a su hermano Juan David Vargas Manzanera, asesor de la Autoridad Nacional de Televisión, este le respondió que no sabía nada de su hermano, ni su teléfono, ni su correo electrónico, ni mucho menos de sus negocios. Por último, establece que no se sabe en qué momento Vargas Manzanera se instaló en Inglaterra. Pero añade que en la isla vivía una tía suya que, desde 1996, tenía pasaporte británico. Cuando Vargas Manzanera creó Syntax, en Londres en 2014, lo hizo con un pasaporte belga.

Shah, por su parte, siempre tuvo una ambición desbordada. Trabajó en la City londinense donde aprendió los vericuetos del sistema financiero internacional. Y cuando llegó la crisis internacional de 2008 se quedó sin empleo como miles. Pero a diferencia de la mayoría, redobló la apuesta. Quería ser el jefe, con autos de gama alta y dueño de su tiempo. Se mudó a Abu Dabi y fundó Solo Capital, desde donde orquestó sus golpes financieros. En 2010 ya ganaba cifras astronómicas y apenas comenzaba.

Y si bien él no reconoce que ya no vive tan tranquilo, los hechos lo contradicen. La presión del gobierno danés ha llevado a varios países a congelar -no confiscar aún- sus cuentas, con activos por 660 millones de dólares. Y Solo Capital, en poder de liquidadores, parece atravesar un default financiero por 1.300 millones de dólares. Las cosas no pintan bien para Shah ni para Vargas. Si bien aún Dinamarca no les formula cargos penales, les hace saber que los tienen en la mira.