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CRIA DE CUERVO

Al frente de un equipo que trabajó por decadas, Ignacio Chaves hizo realidad el sueño filológico de Rufino José Cuervo.

7 de agosto de 1995

HACE MAS DE CIEN AÑOS EL FILOLOGO bogotano Rufino José Cuervo se le había medido a la tarea de construir un diccionario descomunal, como nunca antes se había visto en el idioma castellano. Se trataba de reunir en un diccionario sintáctico el repertorio de palabras que estructuran el idioma, con su etimología, sus funciones gramaticales y sus diferentes acepciones, todo esto acompañado con ejemplos extractados de la literatura universal.
En semejante empresa Cuervo ocupó la mayor parte de su vida, al punto que llegó a creer que su diccionario era, en realidad, una utopía. Y lo habría sido si no fuera porque un grupo de lingüistas y filólogos titánicos recuperó el trabajo que había iniciado el maestro hace 123 años. Precisamente por cuenta de este propósito fue creado el Instituto Caro y Cuervo, en 1942. Durante 30 años, hasta el día de su muerte, el filólogo Fernando Antonio Martínez repitió los pasos de Cuervo para continuar la obra. Pero avanzó muy poco. Se habían cumplido las palabras de don Rufino: "Componerlo (el diccionario) no es obra proporcionada a las fuerzas de un hombre solo". Luego de intentos infructuosos por reanudar la tarea durante la década de los 70 y parte de la de los 80, a la dirección del instituto llegó en 1986 un hombre que habría de poner punto final a la portentosa obra.
Era Ignacio Chaves Cuevas, un gomoso de la literatura licenciado en filosofía y letras de la Universidad de los Andes y con varias especializaciones en España, Italia y Francia. Adicto al estudio, como suelen serlo los investigadores del Caro y Cuervo, Chaves posee los rasgos esenciales de un ratón de biblioteca. Su meticulosidad en el oficio lo llevó a hacer lo imposible por cumplir la tarea primordial que le había sido encomendada al organismo. Una vez al mando de la institución, Chaves reorganizó el departamento de lexicografía y reunió a los mejores investigadores del área; de tal manera que en los últimos nueve años la obra fue cogiendo forma hasta completarse los ocho tomos que conforman el trabajo definitivo bajo el título de Diccionario de Construcción y Régimen de la Lengua Castellana, presentado formalmente la semana pasada ante los reyes y los académicos españoles, quienes no dudaron en considerarlo como el más ambicioso y completo que se haya hecho en lengua castellana.
Gracias al apoyo de la Fundación Mario Santo Domingo, la OEI y las comisiones colombianas y españolas del V Centenario, y a la labor titánica de un equipo liderado en su última etapa por el filólogo Edilberto Cruz Espejo, el sueño de don Rufino José Cuervo se hizo realidad. Y también el de Ignacio Chaves Cuevas, quien hoy puede sentirse satisfecho del deber cumplido por haber realizado el propósito primigenio del Instituto Caro y Cuervo y, de paso, hacer descansar en la tumba al inventor de un trabajo monumental.