Home

Gente

Artículo

‘The 3rd I’ es el nombre del proyecto de Wafaa Bilal, un artista iraquí que se mandó a poner una cámara en la cabeza para tomar fotos cada minuto durante un año. Las imágenes pueden verse en su página de Internet, 3rdi.me.

EXCÉNTRICOS

Cuerpos extremos

El caso de un hombre que se implantó una cámara fotográfica en la cabeza revive una pregunta: ¿hasta dónde va a llegar la obsesión de quienes se cambian la fisonomía mediante cirugías plásticas?

25 de diciembre de 2010

Wafaa Bilal por fin cumplió el sueño de su vida: tener un tercer ojo. Hace pocos días, el iraquí, de 44 años, se hizo instalar en la parte de atrás de la cabeza una cámara de 10 megapixeles con la que podrá tomar fotos cada minuto durante un año. El dispositivo es removible y lo sostienen tres pequeñas placas de titanio que le implantaron mediante una cirugía ambulatoria. Las heridas ya le sanaron, pero todavía está acostumbrándose a su nuevo 'órgano'.

Desde que se lo puso, muchos de sus amigos ya ni siquiera lo invitan a sus fiestas por miedo a que queden registradas algunas imágenes comprometedoras. Pero lo peor de todo no es eso. "Lo más difícil es que no he podido dormir bien -dijo a SEMANA-. Extraño poder recostar mi cabeza sobre la almohada". Bilal tiene que descansar de lado, pues una de las condiciones del proyecto artístico, financiado por el Museo Árabe de Arte Moderno de Qatar, es que no puede dejar de tomar fotos. Únicamente está obligado a cubrir la cámara cuando camina por el campus de la universidad donde trabaja como profesor, en Nueva York, para proteger la identidad de los estudiantes. Bilal quiere que el aparato en su cabeza le sirva como una especie de diario y, si todo sale según lo planeado, al final de 2011 habrá hecho más de medio millón de clics.

Su caso ha generado gran interés por otras historias insólitas de hombres y mujeres que han desfigurado sus cuerpos a tal punto que ya ni siquiera recuerdan cómo eran originalmente. Existen personas que, no contentas con su apariencia, se amputan partes del cuerpo o implantan extremidades electrónicas y moldes de silicona en la cara, brazos o espalda, ya sea para sobresalir del común o sentirse más bellas.

La Mona Lisa del siglo XXI

Convencida de que modificar el cuerpo en el quirófano es una "poderosa forma de arte", la francesa Mireille Suzanne Francette Porte, mejor conocida como 'Orlan', se sometió a nueve cirugías plásticas para parecerse a las protagonistas de algunas de las pinturas y esculturas más importantes del Renacimiento. Entre 1990 y 1995, la artista de 63 años se hizo operar para tener la frente de la Mona Lisa de Leonardo da Vinci y la barbilla de la Venus de Sandro Botticelli. Lo más increíble es que Orlan permaneció despierta durante las operaciones, pues les pidió a los médicos que solo le aplicaran anestesia local.

Los procedimientos quedaron grabados en video y luego fueron transmitidos en diferentes galerías del mundo. Actualmente la artista vende los trajes diseñados por Paco Rabanne que usó en cada intervención quirúrgica, los residuos de carne y las vendas ensangrentadas que quedaron de las cirugías. "No esculpí mi cuerpo para lucir más joven ni bonita, sino para provocar un choque en la sociedad", dijo hace unos meses en una entrevista con el diario británico The Guardian.

El hombre con tres orejas

Al igual que Bilal, el artista chipriota de 64 años Stelios Arcadiou, apodado 'Stelarc', está obsesionado con la idea de extender sus capacidades mediante prótesis electrónicas y humanas. En 2007 se mandó implantar en el antebrazo izquierdo una oreja de cartílago, creada en un laboratorio a partir de células suyas. Luego se instaló un pequeño micrófono que le permitía escuchar por el brazo de manera remota. En una ocasión también diseñó una mano robótica con nueve dedos y, en otra, se puso electrodos para que otras personas controlaran sus músculos de forma inalámbrica a través de un programa de Internet. Stelarc asegura que el cuerpo es obsoleto y por eso, durante las últimas décadas, se ha empeñado en desarrollar experimentos para mejorarlo.

La mujer gata

En su afán por evitar el divorcio, Jocelyn Wildenstein decidió someterse a numerosas cirugías estéticas. Quería lucir más bella y reconquistar a su esposo, el multimillonario amante de los gatos Alec Wildenstein. La mujer de 64 años decidió

entonces operarse para adquirir los rasgos felinos en su rostro, pues creía que así su marido volvería a amarla. Se mandó estirar la piel, cambió la forma de sus ojos por unos más rasgados, se engrosó los labios, acentuó sus pómulos, se levantó las cejas y se hizo varias liposucciones. Jocelyn consiguió, sin embargo, el efecto contrario: se rumora que la primera vez que el magnate francés la vio, salió despavorido de la habitación.

La pareja se divorció en 1999, luego de que 'The Lion Queen', como la llaman algunos medios, encontró a Alec haciendo el amor con una modelo rusa en su cama. Con los cerca de 4.000 millones de dólares que recibió del divorcio, Jocelyn siguió operándose, y hoy ni siquiera sabe cuántas veces ha pasado por el bisturí. "No me hecho más ni menos cirugías que cualquier otra mujer", responde cada vez que le preguntan por su adicción al quirófano.

El diablo colombiano

Un joven bogotano quiere parecerse al demonio y por eso hace ocho años decidió cambiar su apariencia física radicalmente. Caim Tubal o 'el Príncipe de las tinieblas', como le gusta que lo llamen, usa varios piercings en la boca, tiene cuernos de silicona, lengua bífida, colmillos, orejas puntiagudas y nariz chata, al igual que Lord Voldemort, el villano de la película de Harry Potter. Según anunció este año en un programa del canal NatGeo, que lo hizo famoso en varios países de Latinoamérica, quiere aumentarse el mentón y ponerse una cola para completar su transformación corporal.

El humano lagarto

Otro que se inspiró en un personaje de ficción es Erik Sprague, un estadounidense de 38 años que se quiere parecer a Lagarto, uno de los principales enemigos del Hombre Araña. Al igual que Caim, tiene la lengua bífida y grandes perforaciones en las orejas, y hace un par de años se mandó afilar los dientes y se puso unos implantes de silicona en las cejas. Desde que empezó el proyecto, a mediados de la década de los 90, calcula que ha pasado alrededor de 700 horas tatuándose el cuerpo con dibujos en forma de escamas color verde y que ha gastado cerca de 250.000 dólares en intervenciones corporales.

Sprague se graduó de Filosofía -incluso fue candidato a un doctorado-, pero hoy se gana la vida haciendo presentaciones en diferentes partes del mundo, que incluyen levantar objetos pesados con sus orejas y aguantar suspendido de unos ganchos en la espalda por varios minutos. El hombre lagarto, como se le conoce popularmente, hoy es tan famoso que tiene su propia banda de punk (Lizard Skynard) y un libro que recopila sus experiencias.