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Daniel Quintero cuenta cómo fue trasplante de hígado de su hija | Colombia hoy | Foto: Lucía Benavente

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Daniel Quintero relata cómo fue la lucha por la vida de su esposa y su bebé

En medio de la emergencia sanitaria por el coronavirus en el país, el alcalde de Medellín ha atravesado por momentos de mucha dificultad como el trasplante de hígado al que tuvo que someterse su bebé. Confesó que llegó a sentir angustia de pensar que las podría perder a las dos.

14 de julio de 2020

Para el alcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle, Dios nunca lo ha abandonado cuando ha sentido que todo está perdido, que todo está en su contra. Las pruebas comenzaron siendo muy joven, cuando al terminar su bachillerato, a los 14 años, murió su mamá y tuvo que retirarse de la Universidad Nacional porque no tenía ni con qué comer. Aun así, él siempre pensaba que a pesar de todo estudiaría en Harvard y que sería alcalde de su ciudad.

Nunca imaginó que la prueba más dura de su vida estaría por llegar, a pocos meses de convertirse en padre. En medio de la emergencia sanitaria que estalló en el país debido a la pandemia de coronavirus, su esposa Diana y él recibieron la noticia de que su pequeña Aleia debía recibir un trasplante de hígado con urgencia. La niña nació con una complicación hepática que fue avanzando rápidamente y puso su vida en riesgo.

Por primera vez, el alcalde habló de historias y situaciones que vivió cuando varios momentos de dificultad se le unieron, que para él fueron muy difíciles de contar y procesar.

Relató que el día anterior a que se declarara la cuarentena nacional por la covid-19, les informaron que la bebé necesitaría el trasplante, pero con cada día que pasaba su diagnóstico iba impeorando. Decidieron realizarle una endoscopia, con la que los médicos revelaron que hallaron unas condiciones que podrían generarle a la pequeña un derrame en cualquier momento.

"La historia es que el hígado cuando se va deteriorando, la sangre trata de entrar y no es capaz de hacerlo porque el hígado se va poniendo duro. Entonces, la sangre intenta buscar otras salidas por dónde irse. En ese camino hubiera podido ocurrir una hemorragia", expresó el mandatario, quien agregó que de inmediato Aleia debía someterse a un procedimiento, antes del trasplante, para el que necesitaba tener 10 kilos de peso, pero apenas tenía 5 kilos. No lo pudieron realizar, se perdió la primera posibilidad.

Luego vino otra alternativa para la que era necesario recetarle a la niña un medicamento. "Ese fue el primer momento en que dije ‘la podemos perder‘, porque se puso realmente muy mal. La presión se le bajó tremendamente y entonces hubo que suspenderle también esa posibilidad", dijo.

Así las cosas, las dos opciones que quedaban para alargar el trasplante se habían perdido, por lo que solo quedaba esperar. No se la pudieron realizar en ese momento porque Aleia presentó un hongo que requería cuidados con antibióticos. "En el diagnóstico, en los papeles que le dan a uno, decía que se espera sangrado antes de la cirugía; es decir, se daba ya por hecho que era poco probable que llegara a la cirugía, que era a los siete días", confesó entre lágrimas Daniel Quintero.

Con su esposa pidieron llevar a Aleia a la casa para poder hacerle la ceremonia de bautizo, con la esperanza en el fondo de sus corazones de que no fuera a tener un sangrado. El mandatario insiste en que fueron momentos muy duros, muy difíciles, sumados a la presión que estaba viviendo por la coyuntura nacional y su posición como alcalde, la cual nunca descuidó ni dejó a un lado. 

"El lunes era la cirugía y el sábado comenzó a sangrar. La llevamos al hospital, pero no se podía hacer nada. En una bebé tan chiquita no se puede hacer nada realmente"; no obstante, de la mano de Dios se prepararon para la intervención quirúrgica luego de conocer que su esposa, Diana, podía ser la donante del hígado para su bebé. Para esto, tuvo que bajar 5 kilos en una semana.

El lunes 25 de mayo fue la cirugía. Diana entró en operación a las 6:00 a. m., mientras que la pequeña comenzó a las 8:00 a. m. y, según lo previsto por los especialistas, terminarían a eso del mediodía. Sin embargo, más o menos a las cinco de la tarde todavía no habían conseguido concluir la cirugía de la esposa del alcalde. Entre tanto, según cuenta, a la niña no le quedaba mucho de vida.

"En un momento dado tú piensas que las puedes perder a las dos. Empieza la tensión con la bebé, ellos tienen que construir unas venas. Además, a Diana le sacan una vena para poder ponérsela a la niña. Y cuando ponen a funcionar el hígado, como a las 7:00 p. m., no funciona", dijo Quintero, que también confesó la angustia que sintió cuando los médicos retomaron la cirugía y, dos horas después, a las 9:00 p. m., le informaron que todavía no funcionaba.

"Solo queda esperar", volvieron a decirle. Diana ya había despertado, pero el alcalde siempre le hizo saber que todo marchaba bien, que no se preocupara. Y como si fuera un milagro, a los 10 minutos lo llamaron y le notificaron que el hígado de la pequeña "arrancó".

En medio de la entrevista con Vicky Dávila, Daniel Quintero contó que supo que se trataba de un verdadero milagro cuando el médico cirujano Sergio Hoyos, del Hospital Pablo Tobón, le confirmó a la pareja que aunque ha realizado muchas cirugías de hígado, considerada como una de las más complejas en el mundo, encontró en el hígado de Aleia algo que le causó asombro.

"La razón por la que la niña no se desangró fue porque en un muy porquito tiempo logró crearse una derivación; es decir, se crearon como una especie de venas nuevas por encima del hígado para que la sangre siguiera fluyendo. Eso es muy, muy raro que ocurra. Es un milagro realmente. Nació para vivir", expresó.

De esta forma, volvió a extender su agradecimiento al Hospital Pablo Tobón y a todo el equipo de médicos y profesionales de la salud que llevaron a cabo la compleja intervención que le dio a su hija un nuevo hígado. Resaltó el profesionalismo de todos y cada uno de los que hicieron posible que Aleia esté sana y salva.

"Es como un segundo nacimiento, es como volver a nacer. Emocionalmente también es muy dificil, porque queda uno muy golpeado. Incluso ya estaba viendo que la niña estaba muy bien y a la semana ya estaba en la casa. Es como si uno se cayera de un duodécimo piso. Levantarse cuesta un poco, pero yo me levanté de verdad cuando la vi sonreír otra vez", concluyó.