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Neil Strauss tomó un curso con maestros del arte de la seducción. Gracias a eso cambió su apariencia, por un ‘look’ más atrevido, sin necesidad de cirugías y consiguió la confianza en sí mismo que nunca había tenido

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De feo a donjuán

En su nuevo libro, 'El método', el periodista Neil Strauss revela cómo, a pesar de ser un hombre sin gracia, se convirtió en todo un seductor, capaz de llevar a la cama a cualquier mujer.

8 de julio de 2006

Neil Strauss era feo, en exceso tímido, y gris. Pero dio un vuelco a su vida cuando, tras asistir a un taller sobre el arte de la seducción, se transformó en 'Style', el Don Juan del siglo XXI, el Casanova posmoderno que se ha acostado con docenas de mujeres. Así lo relata en su libro El método, que se ha convertido en un best seller en Estados Unidos y Europa, con más de 150.000 ejemplares vendidos, y en el que asegura que bastan sólo siete horas para conquistar a la pareja ideal. Ahora enseña su sistema a cientos de aprendices que desean despertarse con una mujer distinta cada mañana.

Para que quienes son como era él no se desanimen, Strauss cuenta que durante años sufrió el desprecio de las mujeres, que solamente lo consideraban 'buena persona'. El Método le ayudó a mejorar su apariencia sin cirugías, le dio seguridad y desató el encanto que tenía guardado. Hoy habla de su pasado sonriendo: "Tenía nariz con caballete, gafas, pelo ralo, era flaco y bajito, y en la adolescencia le rezaba a Dios pidiéndole que no me dejara morir siendo virgen". Las cosas para él habían sido traumáticas: "Cuando en el colegio tuve la oportunidad de tener mi primer encuentro sexual -una quinceañera borracha me llamó para ofrecerme sexo oral-, no me quedó más remedio que rechazarla ante la imposibilidad de eludir la vigilancia de mi madre. Yo era un TTF, un Típico Tipo Frustrado", dice Strauss en su libro. Además contó a SEMANA que su problema no era que no se hubiera acostado con nadie, sino que las pocas veces que lo había logrado, "ante la incertidumbre de si una mujer volvería a prestarme atención, me metía en relaciones largas que no me hacían feliz".

Su vida cambió cuando, siendo periodista y crítico musical de The New York Times y la revista Rolling Stone, se infiltró durante dos años en una comunidad cuasisecreta denominada 'Pick Up Artists', donde expertos internacionales en el galanteo intercambian sus mejores secretos para la conquista. En Los Ángeles conoció a un 'maestro de la seducción' apodado 'Mystery', quien por 500 dólares le enseñó todo lo que sabía en materia de faldas. En Europa y Estados Unidos han surgido en la última década alrededor de 200 'maestros' como este, cuyos precios por curso llegan incluso a los 2.000 dólares. Los talleres incluyen limusina, asesoría de imagen, entrada a los clubes exclusivos de conquista y prácticas en la calle. Estos 'maestros' aseguran que al final del curso cada uno de sus alumnos se habrá relacionado con al menos 50 mujeres y, con suerte, algunas de ellas habrán pasado por su cama. Strauss se convertiría en uno de ellos.

Toda su metamorfosis se produjo en sólo dos años, un tiempo insignificante comparado con el que había padecido sin que alguna mujer atractiva le prestara la menor atención. Strauss se puso el apodo de 'Style' para renacer como hombre y sepultar su pasado de fracasos. 'Mystery' le enseñó el camino: cambió su vestuario gris por uno más moderno, se afeitó la cabeza, se inclinó por los piercings, tiró sus gafas, se puso lentes de contacto y aprendió miles de pasos y frases hechas para avanzar en la conquista. "Hay que ser un buen conversador, saber entender cada gesto de la otra persona y ser muy sincero siempre", afirma 'Style'. Entre sus trucos revela que no hay que esperar a que la 'víctima' esté sola para acercársele, sino hacerlo cuando ella esté en grupo. Así la mujer se sentirá más segura. Destaca que la principal arma es mostrar indiferencia, combinada con grandes dosis de simpatía hacia las otras personas, lo que logra despertar el interés de la elegida. "No es ningún mito. Es una realidad. A las mujeres les gusta que seamos indiferentes. Para ellas, lo que no requiere esfuerzo no tiene ningún sentido".

Con este método consiguió el mayor de sus triunfos iniciales, que fue conquistar a la chica más bella de una discoteca, ante la mirada atónita de un grupo de TTF que se convertirían en sus alumnos. Tardó menos de una hora en besarla. Luego se quitó la cadena del cuello y se la puso a ella advirtiéndole que no era un regalo, sino que más tarde o al día siguiente él volvería por ella. "Entonces me alejé sabiendo que de verdad ella se sentía especial".

'Style' puso en práctica cada una de estas estrategias, en compañía de otros 'maestros de la seducción', con gran éxito en Estados Unidos, Europa y Australia. Estos 'maestros', con nombres tan pomposos como 'Vision', 'Rasputín', 'Matador of love', 'Number9' y 'Extramask', realizaban viajes en grupo a distintos países, con el único propósito de acostarse con la mayor cantidad de mujeres posible. "No era un estilo de vida, sino una enfermedad. Viajábamos sólo para ver quién podía llevarse a la cama a más mujeres", dice 'Style'. Su objetivo era hacer del arte de llevarse mujeres a la cama una ciencia exacta.

Un día amaneció cansado de este ir y venir en busca de mujeres "sólo por placer" y su compromiso como periodista y escritor lo llevó a publicar un artículo sobre las aventuras de esta "banda de seductores profesionales" en The New York Times. Algunos 'maestros' lo tomaron como una traición y la mayoría se sintieron incómodos al ver su vida privada en público, aunque otros le dijeron más tarde que se habían divertido al leer sus hazañas con las mujeres.

En 2004, 'Style' y otros 'maestros' fundaron en Los Ángeles el 'Proyecto Hollywood', una facultad de la alta seducción que brinda enseñanzas en vivo y por Internet, y a la cual han acudido más de 5.000 personas de todo el mundo. El libro El Método, recientemente publicado en español por Planeta, revela los secretos de esta especie de secta de donjuanes, cuya clave máxima la resume 'Style': "Las mujeres anhelan tanto el sexo como nosotros, o incluso más. Lo que no desean es que las presionen ni que les mientan. Por eso hay que ser siempre sincero con ellas".