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DE SU PROPIA BOCA

Las entrevistas secretas de Diana y el escritor Andrew Morton realzan la triste y vieja historia de la solitaria princesa.

17 de noviembre de 1997

la nueva versión actualizada del libro Diana: su verdadera historia, escrito por Andrew Morton, se ha vendido como pan caliente. Y no era para menos. Después de negarlo por muchos años el autor admitió que la princesa fue quien le suministró el 80 por ciento de la información para escribir el documento que en 1992 dejó consternado al mundo por las revelaciones íntimas del matrimonio real en decadencia. Efectivamente, Morton realizó al menos seis largas entrevistas con Diana por intermedio de una tercera persona. A raíz de su muerte el escritor decidió publicar los manuscritos en una nueva edición del libro. Para muchos ha sido como añadirle sonido a un filme silente. Las mismas historias sobre su bulimia, la indiferencia de Carlos y su soledad, a pesar de que han sido ampliamente difundidas por los medios, recobran mayor resonancia por los comentarios de Diana. En el nuevo libro Diana explica que nunca tuvo novio antes de Carlos y que permaneció virgen porque sabía que iba a casarse con un personaje público. "Presentía que algo importante me iba a pasar". Desde joven soñó con un príncipe azul que la quisiera y protegiera. Aunque encontró el príncipe, su carácter y forma de ser nunca se acercaron a su idea del hombre ideal. Carlos le propuso matrimonio cuando los dos estaban en el palacio de Windsor. Sin muchos rodeos le dijo: "¿Quieres casarte conmigo?". Ella solo sonrió y dijo: "'Sí, sí, te quiero mucho, te quiero mucho'. El solo dijo: 'Lo que sea que eso signifique". Cuando iba a nacer su primer hijo, William, el parto de Diana tuvo que ser programado para una fecha en la cual Carlos no tuviera que perderse ninguno de sus partidos de polo. Más tarde, cuando intentó suicidarse para llamar la atención por la soledad que vivía, su marido escasamente reaccionó. "Mi esposo me hizo ver inadecuada en todas las formas posibles. Cada vez que subía por aire él me empujaba hacia abajo nuevamente. Creía que no era buena esposa ni buena madre". Un punto que queda claro es que Diana podía ser muy joven e inocente cuando se casó con el príncipe Carlos, pero no tan boba como para no darse cuenta de que entre su esposo y Camilla Parker había algo más que una amistad. En una cena privada en la cual las dos damas coincidieron, Diana la llevó a un sitio donde podía hablar en privado. "Camilla, _le dijo_ sólo quiero que sepas que sé lo que está pasando. Sé que estoy en el medio y debe ser terrible para los dos. No me traten como a una idiota". Dos semanas antes de la boda alguien de la oficina de Carlos le informó que su prometido había mandado a hacer un brazalete de oro con las letras G y F entrelazadas. En esa época Carlos y Camilla se llamaban entre ellos Gladys y Fred. "Ese día tuve un almuerzo con mis hermanas y les dije: 'No puedo casarme con él, no lo puedo hacer'. Ellas me dijeron: 'Mala suerte, querida, tu cara está en todas las toallas de cortesía, de modo que es muy tarde para que te arrepientas", relata la princesa. Su problema de bulimia comenzó poco tiempo después de que se anunció oficialmente el noviazgo, cuando empezaron las presentaciones en público, los fotógrafos y las sospechas del amor entre su novio y Camilla. La noche antes de la boda tuvo un ataque que pensó que le iba a impedir aparecer al otro día ante el mundo entero, que no quería perderse la boda del siglo. "Comí todo lo que pude encontrar y estuve muy mala esa noche". Y aunque ahora que ella está muerta muchos han atacado al autor por beneficiarse económicamente de esos recuerdos, Morton considera que el libro será lo más cercano a la autobiografía que la princesa nunca escribió sobre su malograda historia de hadas.