Home

Gente

Artículo

DEL CHINCHE A MACHICHE

Con su papel en 'La Mansión de Araucaima', Vicky Hernández demuestra que es una de las mejores

11 de mayo de 1987

"Yo no he tenido todavía el papel de mi vida", dice Vicky Hernández, la que vende un poco de todo de puerta en puerta en el vecindario de "El Chinche", estremece a los televidentes de los domingos en la noche con sus papeles dramáticos en "El cuento del domingo", o se desnuda ante las cámaras en escenas crudas y atrevidas en "La Mansión de Araucaima" en donde hace el papel de Machiche. Y lo dice a pesar de que muchos consideran que ella ya es una actriz consagrada, no sólo en televisión, donde nació su fama, sino también en el cine, campo en el cual acaba de ser premiada, por segunda vez, como la mejor actriz colombiana por el jurado del Festival de Cine de Bogotá.
En el principio, sin duda, fue con su papel de "doña Vicky" en "El Chinche", que su estilo fresco y descomplicado, ajeno por completo a la sobreactuación y los tonos de voz impostados tan arraigados en el país, se impuso. Pero para llegar allí, Vicky Hernández tuvo que recorrer un camino bastante largo, tan largo que cuando finalmente logró tal grado de reconocimiento que comenzaron a detenerla en la calle, ya era, como ella misma lo dice, "una mujer madura".
Tenía siete años cuando su madre la matriculó en la escuela de teatro de José Agustín Téllez, no tanto para que aprendiera los secretos de la actuación, como para que acompañara a su hermana María Isabel Hernández -ella si considerada entonces como la actriz de la familia- y para que, de paso, dejara en paz la casa. Con el grupo de Téllez, Vicky hizo algunas presentaciones en el Teatro Colón y en el Municipal, así como una primera aparición en televisión. Pero al cabo de 5 años, la madre de las nóveles actrices consideró que ya era hora de bajarles la fiebre de las tablas y de obligarlas a estudiar, actividad por la que Vicky había perdido el entusiasmo.
María Isabel, quien para ese entonces ya había recibido el "Nenqueteba" a la mejor actriz infantil, le hizo caso a su madre, al contrario de Vicky, quien resultó cada vez más difícil de convencer, y terminó enrolándose en el Teatro Artístico Popular TAP, en donde se dieron cita los pioneros del actual teatro colombiano: Carlos José Reyes, Carlos Duplat, Carlos Peroso y otros. Más tarde, fundó con Santiago García la Casa de la Cultura, hoy mejor conocido como el Teatro La Candelaria.
Vicky no era la única en aquellos días en tener que soportar que todos los que le preguntaban sobre la actividad a la que pensaba dedicarse, se sonrieran al escuchar su respuesta. Su propia madre, que no se oponía a sus inquietudes artísticas, solía preguntarle: "Bueno Vicky, ¿y tú que vas a hacer en la vida?".
Sobra decir que poco tiempo después, Vicky había entendido muy bien el por qué de todo esto. "Y es que vivir del teatro -explica hoy- en un país como el nuestro, es para quijotes". Es posible que estos problemas sean precisamente los que ahora, después de muchos años de trabajo casi totalmente anónimo, le hacen decir en tono convincente que no toma los elogios actuales como "parte de victoria", pues "no me interesa la fama efímera y frívola".
No hay duda de que uno de los papeles interpretados por Vicky que más polémicas ha despertado en el medio artístico, es el que protagonizó en "La Mansión de Araucaima", donde aparece totalmente desnuda (ya había tenido un desnudo parcial en "Cóndores no entierran todos los días") y en escenas que han ruborizado a más de un liberado. Parte del debate es que Vicky ya no es la muchacha joven de cuerpo estilizado, que son las que se le suelen medir a estos papeles. Ella afirma que, aunque sabe que sus senos ya son fláccidos, sus caderas demasiado anchas y su cuerpo tiene estrías y celulitis, confía en los directores, y si el de "La Mansión" consideraba que ella debía desnudarse, no tenía por qué oponerse, "Confieso -acepta sin embargo- que es difícil desnudarse delante de los compañeros. Produce angustia. Pero en esta película, si uno ha leído el libro de Alvaro Mutis, se da cuenta de que es absolutamente necesario desnudarse. Por eso lo hice".
Pero después de esta consagración ante las cámaras del cine y la TV, Vicky, quien continúa en "El Chinche" y otros dos trabajos en la pantalla chica, se prepara para lo que debe ser un regreso con gloria al teatro. Se trata de un montaje del Teatro Nacional, de la obra "Hay que deshacer la casa", del español Sebastián Junguet. Vicky madre de dos hijos, está feliz, no solo por volver a las tablas, sino por poder hacerlo al lado de Fanny Mickey, la directora del Nacional. "El teatro -dice- es un magnífico ejercicio de actuación. Se tiene la oportunidad de preparar la obra con más tiempo, de regodearse en ella. Cada presentación es diferente, cada momento, irrepetible".