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Wallis le dictaba sus órdenes al exrey de Inglaterra y exemperador de India cada mañana y lo insultaba hasta dejarlo sumido en las lágrimas. En 1964 posaron para Vogue en su casa del Bois de Boulogne, en París.

REALEZA

El amor sadomasoquista del hombre que renunció a ser rey de Inglaterra

Andrew Morton, famoso biógrafo de Lady Di, revela en un nuevo libro que Wallis Simpson era abusiva y le imponía convivir con sus amantes a su esposo, el exrey Edward VIII de Inglaterra, quien exhibía ciertas aberraciones sexuales.

18 de abril de 2018

*Texto publicado originalmente en Jet-Set

Siempre que se habla de grandes historias de amor, Edward y Wallis resultan indispensables, pero ese no era precisamente el sentimiento que reinaba entre la célebre pareja. Los unía, afirma Andrew Morton, un vínculo de madre e hijo antes que de amantes, y en este Wallis no representaba a la progenitora cariñosa, sino a una fría y egocéntrica dominatrix, quien abandonó en la agonía de su muerte al hombre que pagó con el trono más prestigioso del mundo por permanecer a su lado. El exrey, por su parte, "disfrutaba de la perversión sexual de la autohumillación", según un cortesano, Ulick Alexander, así que se complementaban.

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En 1936, Edward VIII de Inglaterra protagonizó el peor embrollo sentimental de esos días. Se quería casar con la estadounidense Wallis Simpson, su esposa en todo menos de nombre por seis años. No podían legalizar su larga convivencia porque ella ya tenía marido, el segundo, Ernest Simpson, un cornudo contento que se ufanaba de que su mujer se acostara con el monarca y quien aceptó divorciarse pues se moría por llevar al altar a su amante, Mary Raffray, a quien Wallis le permitía acompañarlos en sus fiestas con la gentry de Londres.


Nueva York, 1958. Su relación era de madre e hijo y de dominatrix y sumiso. Él la obedecía y mimaba en todo, exigía que la trataran de alteza real y tenía finezas como evitar que manipulara billetes viejos. Foto: Getty Images.

Así Simpson facilitara las cosas, la corona le prohibía al monarca desposar a una divorciada y amenazó con abdicar. "¡Maldito imbécil!", le gritó Wallis al rey al enterarse de tales planes que echaban por tierra su ambición oculta de ser reina de Inglaterra y que no eran del todo imposibles, como se suele creer. La nueva biografía de Morton, Wallis in Love: The untold true passion of the Duchess of Windsor, recuerda que Winston Churchill le aconsejó al rey que se coronara y que poco a poco le fuera presentando al público a la discutida señora Simpson, llamada ‘bruja‘ y ‘la leopardesa de Baltimore‘.

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Wallis amaba la idea de ser la mujer del rey, pero no al hombre aburrido, necesitado en extremo de afecto, poco brillante y dependiente que descubrió en David, como lo llamaban en familia por el último de sus siete nombres. Ya no lo quería e intentó desistir del divorcio de Ernest, mas fue muy tarde, pues el monarca abdicó el 11 de diciembre de 1936. "Estaba atrapada. Ya no podía dejarlo: sus vidas estaban inextricablemente ligadas. No hubo oportunidad de discutir. Como Wallis lo señaló luego, ‘él nunca me pidió matrimonio, sino que siempre fue algo asumido‘", relata Morton.


La boda de los duques en el Castillo de Candé, valle del Loira, el 3 de junio de 1937. Ese día Wallis, vestida por Mainbocher, ya no amaba a Edward, sino a Herman Rogers (a la izquierda), por quien estuvo a punto de dejarlo. Foto: Getty Images.

La boda, tras la cual los esposos fueron nombrados duques de Windsor, tuvo lugar en junio de 1937 en el Castillo de Candé, valle del Loira. El encargado de organizarla y de entregar a la novia fue Herman Rogers, el amigo que la acogió en Francia cuando huyó de Londres. Cleveland Amory, ghostwriter de la duquesa, descubrió que la relación con él era compleja, "se balanceaban peligrosamente en el borde de una gran intimidad".

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El libro cuenta que ella estaba enamorada en secreto del millonario, inusualmente guapo, atlético, egresado de Yale y lo reconocía como el único que había amado en su vida. Según las notas recuperadas de Amory, dos noches antes de la boda con Edward, ella quiso convencerlo de que concibieran un hijo que sería registrado como del exrey. Rogers, quien era casado, se negó. No se sabe a ciencia cierta si había sexo entre ellos, advierte Morton.


Londres, 19 de marzo de 1965. El duque deja el hospital con Wallis tras una cirugía de retina. Moriría de cáncer siete años más tarde, abandonado por la duquesa. Foto: Getty Images.

En 1949, Wallis vio una oportunidad con Herman tras la muerte de su esposa Katherine. Estaba resuelta a dejar al duque por él, pero otra amiga, Lucy Wann, se lo ganó y se casó con él. Muy ofendida, la duquesa fue a la boda de blanco, le arruinó el vestido a la novia, la amenazó y la humilló con un regalo de paja que los Windsor le darían a una sirvienta.

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El libro asevera que el duque experimentó desde ese día el lado más sádico de Wallis. Lo tenía sometido a un régimen que comenzaba a las 11:30 a.m., cuando le ordenaba lo que debía hacer en el día. Le armaba bronca por lo más mínimo, odiaba que cantara jingles y nada era suficiente para ella. "¡Lárgate, mosquito!", le gritaba al mandarlo a dormir para quedarse bailando con sus amigos hasta el alba. Lo maltrataba de palabra con tal saña, que Edward acuñó una pregunta: "¿Me voy a ir a la cama llorando esta noche?".


Nueva York, 1952. Wallis, vestida por Elizabeth Arden, con el aristócrata ruso-americano Serge Obolensky en el Baile de la duquesa de Windsor en el Waldorf Astoria. Ella mandaba a dormir temprano al duque para quedarse de fiesta hasta el alba. Foto: Getty Images.

La duquesa puso entonces sus ojos en Jimmy Donahue, heredero de la fortuna Woolworth. Se trataba de un romance inverosímil, pues él era gay declarado. Aún así, se exhibieron por cuatro años como amantes en juergas con los amigos afeminados de él. El duque iba con ellos, aunque desdeñaba a los homosexuales.


Con un modelo de shantung de Mainbocher, en 1947. Figuró por años en la lista de las más elegantes y fue invitada habitual de Vogue. Foto: Getty Images.

Donahue era famoso por desnudarse en medio de cenas de postín y nadie le creía sus cuentos de que practicaba sexo oral con la duquesa. Bien conocidas eran su repulsión por las mujeres al igual que su dificultad para las relaciones íntimas, pues se hirió al practicarse la circuncisión él mismo, borracho. A Jimmy, Wallis terminó por parecerle una latosa, mientras que ella lo insultaba con frases como “cambié a un rey por una reina”.

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El final fue cruento: en un spa de Baden-Baden, en 1954, ella lo regañó por su aliento a ajo, a lo que él le respondió con una bofetada que la dejó sangrando


Se llamaba Bessie Wallis Warfield de soltera y el duque le dio un joyero de reina con piezas tan impresionantes como este collar de esmeraldas y zafiros. Fue gran clienta de Cartier. Foto: Getty Images.

Julie Chatard Alexander, la última enfermera que atendió al duque, contó que fue su única compañía al fallecer el 28 de mayo de 1972. La duquesa no había ido a verlo en las dos semanas anteriores, "mientras que él la llamaba como un cordero a su madre: ‘Wallis, Wallis, Wallis‘". Al verlo muerto, la viuda le tomó la mano y le susurró unas palabras, pero no lloró ni gritó de angustia. A los pocos meses empezó a perder la razón y murió 14 años más tarde.

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Fotografiada por Patrick Lichfield en 1968. Se vestía de Dior, Vionnet y Givenchy. Foto: Getty Images.