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| Foto: A.F.P.

LITERATURA

Misión: completar la fábula de Mark Twain

El escritor inventaba historias para contarle a sus hijas, y de estas solo quedó el registro inconcluso de Oleomargine. La editorial Doubleday decidió completarla y publicarla.

29 de enero de 2017

Según cuentan sus biógrafos, Samuel Clemens, conocido como Mark Twain (1835-1910), tenía una dura tarea todas las noches. Sus hijas, Clara y Susie, le pedían que les contara una historia nueva antes de dormir, y lo retaban a inventarla partiendo de algún objeto, idea o palabra. Twain repitió el ritual creativo cientos de veces y maravilló a sus pequeñas con su ingenio, pero, curiosamente, solo escribió una y la dejó inconclusa. Se trata de Oleomargarine, un texto que el académico John Bird descubrió recientemente mientras escarbaba los archivos de Twain, en Berkeley, California. No se sabe por qué el escritor no terminó la historia de un niño pobre que comía de una flor mágica y podía hablar con animales, pero la editorial Doubleday adquirió los derechos y se propuso terminarla y publicarla. Para la misión contrató a Philip y Erin Stead, escritor e ilustradora, quienes asumieron la difícil misión. Stead, asustado por seguir los pasos de Twain, aseguró: “Lo abordé como una historia oral. Twain se la contó a sus hijas, ahora me la cuenta a mí, y yo se la contaré a los demás”.