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El anti rock

Si fuera por Benedicto XVI, posiblemente el rock estaría prohibido. Esa es una de las deducciones que deja su libro Juan Pablo II, mi amado predecesor, que será publicado en los próximos días.

10 de marzo de 2007

Si fuera por Benedicto XVI, posiblemente el rock estaría prohibido. Esa es una de las deducciones que deja su libro Juan Pablo II, mi amado predecesor, que será publicado en los próximos días. Según uno de los capítulos, en 1997 el entonces cardenal Joseph Ratzinger, quien fue prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, y era el más cercano colaborador de Karol Wojtyla, trató de convencerlo de que Bob Dylan no cantara en Bolonia en el marco del Congreso Eucarístico Nacional. "Había razones para ser escépticos. Dudo que fuera justo hacer intervenir a este género de profetas populares", escribe. Pese a su advertencia, Juan Pablo II dio vía libre al concierto, al final del cual él y el cantante se tomaron las manos ante la multitud. Benedicto XVI es un amante de la música clásica y está promoviendo una contrarreforma para renovar la importancia litúrgica de la música sacra. El asunto no es nuevo. Hace varios años, el cardenal Ratzinger afirmó que el rock "debería ser purificado de sus mensajes diabólicos".