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EL CINEASTA DE LA GENTE

Con mucho humor negro y pocas concesiones, Felipe Aljure, director de 'La gente de La Universal', logró convencer a los espectadores colombianos.

1 de mayo de 1995

SU PELICULA HA SIDO EN LAS DOS ULTImas semanas la más taquillera del país. Y eso, en esta época, tiene un doble mérito. La semana pasada se entregaron los premios Oscar. Sin embargo esta vez los espectadores colombianos, contrario a lo usual en años pasados, no se volcaron a ver las películas de los galardonados. Se decidieron masivamente por una producción nacional, La gente de La Universal, protagonizada por actores de teatro que nunca han aparecido en las carátulas de las revistas del corazón. En sólo dos semanas de exhibición la taquilla de La gente ha superado todos los cálculos. Tanto, que contabiliza el 45 por ciento de entradas de los teatros de Cine Colombia.
Quien está detrás de todo esto es un hombre de apariencia mediterránea-oriental y apellidos libaneses, pero tan colombiano como los personajes de su película: el cineasta Felipe Aljure. Un nombre hasta ahora desconocido en los grandes medios, pero que ha participado en películas como La misión, Cobra verde, María Cano y Rodrigo D, entre otras. El es la cabeza del grupo formado por Guillermo Calle, Manuel Arias, Carlos Guerrero y Carlos Sánchez, quienes desde hace tres años echaron a rodar la bola de nieve de esta producción que, en total, necesitó un presupuesto de un millón de dólares. Aljure, un cineasta de 37 años, que también estudió publicidad y administración, se valió de todos sus conocimientos académicos para poder concretar los contactos en la pequeña comunidad del cine internacional. Y con la astucia de cualquier negociante, se metió en esta empresa, que exige tanto condiciones de artista como de empresario.
Miles de viajes e intercambios de faxes entre Cuba, Gran Bretaña, Bulgaria y España -países que la coprodujeron- al fin se concretaron en esta película que ha sido criticada favorablemente en revistas de la talla de Variety y Vanity Fair y ganadora de varios premios internacionales. Su película, una metáfora negra que retrata el instinto de supervivencia, ha mostrado una nueva vertiente en el lenguaje del cine colombiano pos-Focine. Con una edición rápida, personajes feos, gente buena que hace cosas malas, La gente de La Universal es una historia que va más allá de los estereotipos que se acostumbran en la cinematografía nacional y se mete en el alma de las ciudades del siglo XX. Tal vez por esto duró seis semanas en cartelera en Bulgaria y se vio en Gran Bretaña de costa a costa. Y lo más importante, logró que un productor frances se interesara por su director y le ofreciera tres millones de dólares para su próximo proyecto, Colombian dreams, un mosaico de ilusiones adolescentes que pronto se empezará a filmar. Y que le permitirá a Felipe Aljure seguir en su rollo.