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Georg Gänswein no solo decide quién puede tener una audiencia con el papa, sino que también debe estar pendiente de detalles tan simples como que su traje esté impecable cuando aparece públicamente. | Foto: AFP

PERSONAJE

El Clooney del Vaticano

A Georg Gänswein lo llaman el galán de la Santa Sede. Pero ahora que el papa lo ordenó arzobispo y prefecto, se convirtió en uno de los hombres con más influencia sobre Su Santidad.

26 de enero de 2013

En la portada de la revista Vanity Fair por lo general aparecen estrellas de Hollywood, modelos, cantantes y, de vez en cuando, políticos. Sin embargo, la edición italiana de enero decidió romper esa tradición al poner en carátula, por primera vez en su historia, a un sacerdote. Claro que no se trata de cualquiera. El escogido, pese a que viste sotana y tiene pelo cano, es lo más cercano a una celebridad en el Vaticano después del papa.


Su nombre es Georg Gänswein, tiene 56 años y es el secretario privado del sumo pontífice. Aunque ya era famoso por su parecido con George Clooney –quien sigue acumulando admiradoras a medida que le pasan los años–, la novedad es que Benedicto XVI acaba de ordenarlo arzobispo y prefecto de la Casa Pontificia. Eso significa que si antes se limitaba a revisar la correspondencia del papa, ahora maneja su agenda de citas. Esa imagen de ‘Bel Giorgio’, como lo llaman algunos medios, sumada a su creciente influencia lo convierte en el personaje del momento en la Santa Sede.  

Gänswein es asistente personal del cardenal Joseph Ratzinger desde 2003. Se suponía que no iba a durar mucho en ese cargo, pues su jefe estaba a punto de retirarse, pero los planes cambiaron cuando fue elegido sucesor de San Pedro en 2005. Desde entonces, Gänswein vive en el apartamento papal y es prácticamente la única persona que acompaña a Su Santidad día y noche.  

Su papel en la curia romana quedó en evidencia cuando se desató el escándalo de ‘Vatileaks’. Gänswein declaró en el caso y al final su testimonio fue definitivo para dar con Paolo Gabriele, el mayordomo del papa, responsable de robar miles de documentos confidenciales de la Iglesia. Aunque al principio se sospechó de todo el círculo más cercano del sumo pontífice, Gänswein salió bien librado. “Al ordenarlo arzobispo y prefecto, el papa ratifica que confía en él”, le dijo a SEMANA Andrea Tornielli, autor del perfil de Vanity Fair y vaticanista del diario italiano La Stampa. Es decir, como resume El País de Madrid en un reportaje reciente, es una forma de protegerlo contra las intrigas y, de paso, recompensar su fidelidad. 

Su lealtad hacia el papa ni siquiera flaquea ante los cientos de cartas de amor que recibe cada semana. Incluso se rumora que tuvo novia antes de ordenarse sacerdote, cuando todavía llevaba el pelo largo y le gustaba escuchar Pink Floyd, Los Beatles y Cat Stevens en su natal Alemania. En esa época Gänswein fue cartero, cocinero, profesor de esquí y clarinetista hasta que sintió el llamado de Dios en 1984. 

Desde entonces, sostiene, no ha roto su voto de castidad. Aún así, sus fanáticas no se rinden y han creado varias páginas dedicadas a su ídolo, mientras que la diseñadora Donatella Versace se inspiró en su estilo “elegante y austero” para crear su colección primavera 2007. Los piropos tienen sin cuidado al arzobispo: “Al comienzo me molestaban un poco y me hice el que no escuchaba. Ahora, ya estoy acostumbrado”, explicó en una entrevista a Radio Vaticana. Después de todo, es imposible que el George Clooney del Vaticano pase desa-percibido en un mundo dominado por hombres encorvados y mayores de 80 años.