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EL DESTAPE ESPIRITUAL DE FIDEL

Durante una entrevista de 23 horas, un fraile brasilero logra que el dirigente cubano hable sobre uno de los temas más espinosos para la Revolución: sus relaciones con los católicos

10 de febrero de 1986

Muchos se sorprenderán o pensarán que están leyendo mal ante algunas de estas frases: "Está establecido y garantizado en la Constitución de nuestra República el más estricto respeto a las creencias religiosas de los ciudadanos. Esto no es una simple táctica política. Es correcto como principio político el respeto a los creyentes"; "Si el Che fuera católico si el Che perteneciera a la Iglesia tendría todas las virtudes para que hubieran hecho de él un santo"; "A nosotros nos honra cualquier interés del Papa en visitar a nuestro país eso queda fuera de toda duda y lo consideraría además un acto valiente porque no creas que cualquier jefe de Estado se atreve a visitar a Cuba"; "La religión desde el punto de vista político por si isnta no es un opio o un remedio milagroso (...) pienso incluso que se puede ser marxista sin dejar de ser cristiano y trabajar unido con el comunista-marxista para transformar el mundo". No, nadie está leyendo mal, esas frases han sido pronunciadas por alguien acusado en todos los tonos de mantener un cerco contra la Iglesia de su país, de propiciar la exclusión de los católicos de los principales puestos de trabajo y de haber engañado a los cristianos con una imagen de la Revolución que no correspondía a sus principios marxistas. Fidel Castro ha aceptado hablar, en ocasiones con humor y también con cierta ingenuidad calculada, sobre uno de los temas más explosivos en la historia reciente de Cuba: las relaciones de la Revolución con una Iglesia y un pueblo que marcha a la zafra con una medalla de la Virgen del Cobre colgando del cuello. Un fraile dominico brasilero, Frei Betto, quien se ha enfrentado a los militares de su país, quien ha estadó en la cárcel y trabajado con los obrros por sus reivindicaciones sóciates, logró durante 23 horas interminables que el Primer Ministro cubano tocara un tema que muchos-visitantes por prudencia evitan cuando están en la isla.
No fue fácil y el resultado es un libro que se agotó a las pocas horas de haber aparecido: en-La Habana las colas eran infinitas y la gente pagaba un peso por un ejemplar de 380 páginas, que ya fue comentado por Time y señalado por algunas agencias internacionales como el best seller del año en Cuba. Es que el tema:de la religión no es fácil de tratar en ese país, es muy complejo, y mientras algunos hablan de persecución contra los católicos, el visitante contempla cómo las puertas de las iglesias están abiertas y la gente entra y sale sin ninguna molestia.
Pero el libro es más que la confesión de Castro en materia religiosa. Es tambien un retrato humano, emocionante y emocionado, en el que el líder reconstruye algunos de los pasajes más interesantes de su vida y la Revolución, sus años de escuela y el asalto al cuartel Moncada y sus relaciones con Guevara y Cien fuegos. El texto que da la impresión de no haber sido editado porque el personaje se repite y regresa sobre temas ya tratados y desmenuzados, para muchos lectores, especialmente los jóvenes cubanos, debe ser revejador. Sobre sus raíces religiosas comenta: "Podría decir que vine de una nación religiosa en primer lugar, en segundo lugar que vine también de una familia religiosa. Al menos mi madre más que mi padre era una mujer-muy religiosa profundamente religiosa". El padre era de Galicia, España, de origen campesino, y la madre, que aprendió a leer y escribir sola, adquirió la religiosidad por tradición. Lo del origen gallego del padre, explica por qué Franco jamás quiso romper relaciones con los cubanos, a pesar de las presiones norteamericanas.
El padre había estado como soldado cuando la guerra de independencia cubana; regresó a su país y más tarde valvería a la isla con otros inmigrantes;-pobres. Poco a poco iría formando una fortuna en tierras.
Castro nose considera una persona religiosa, y una formación en ese sentido,-cuando niño o cuando joven, no la tuvo: "Estos azares de mi vida no eran propicios para el ejercicio de una fuerte influencia religiosa sobre mi; más bien debieron ejércer una fuerte influencia en mi vocación política y revolucionoria". Cuando estudió con los jesuitas oyó hablar del comunismo por primera vez porque la mayoria de los sacerdotes, españoles, eran franquistas y condenaban a los republicanos, y el jovén bachiller escuchaba. Las historias de fusilamientos y violaciones perpetrados pór los rojos Los franquistas eran los héroes.
De esa época recuerda las oraciones interminables con los sacerdotes: "Por la mañana, en ayunas, había que levantarse para ir a misa; el desayuno venía despues. Obligatoriamente era el mismo ritual todos los días.
Yo creo que eso era mecánico. La obligación que tenía uno de ir todos los días a misa era un exceso por completo y no creo que ese tipo de cosas, de obligar al muchacho a ir a misa, lo ayudara. Junto con la misa estaban las oraciones. Bien, mi manera de pensar no hízo un efecto positivo, es lo mejor que puedo decir, el hecho de repetir una oración cien veces, en que uno ya tecánicamente pronuncia Avemarías y Padre Nuestros; cuántas dije en mi vida todos los años".
Ahora se asombra de la imagen de infierno que le enseñaron: "Realmente no sé como se ha podido inventar un infierno tan cruel como el que nos explicaban "por que no se concibe tanta dureza con alguien por grandes que hayan sido sus pecados. -No había proporción, -además, con los-pecados sencillos. Hasta una duda, dudar de algo que na se entendiera sobre determinado dogma, era pecado".
-Si alguien tiene dudas sobre la religiosidad de Castro, el mismo las despeja: "No pudieron inculcarme una fe religiosa a través de los métodos macánicos dogmáticos e irracionales en que se me trató de inculcar esa fe. Si alguien me pregunta cuando tuvo usted una creencia digo, bueno, realmente nunca la tuve. Es que nunca llegué a tener veraderamente una creencia y una fe religiosas, ni fueron capaces en la escuela de inculcarme esos valores".
Sobre su marxismo: "Tal vez sea la sencillez, la claridad la forma directa con que se me plantea la explicación de nuestro mundo y de nuestra sociedad en el "manifiesto comunista" lo que hizo en mí un impacto tremendo(...)Antes de ser marxista, fui un gran administrador de la historia de-nuestro país y de Martí, fui martiano. Los dós nombres comienzan con M y creo que los-dos se parecen mucho (...) Creo que mi contribución a la Revolución Cubana consiste en haber realizado una síntesis de las ideas de Martí y del marxismo-leninismo, y haberla; aplicado consecuentemente en nuestra lucha".
Hay una zona del libro que le sirve a Castro para desmenuzar con su estilo reiterativo, didáctico para que no queden dudas, los principales acontecimientos que conformaron la puesta en marcha del proceso revolucionario, las dudas del puebio, la ofensiva de los contrarrevolucionarios, la preocupación de algunos países amigos por los fusilámientos de los ibatistianos, los primeros pasos de la reforma agraria, el recuerdo de algunos de sus compañeros, los conflictos intenos y la admisión de que existieron. y existen tensiones con la Iglesia: "Las tensiones con la Iglesfa conzienzan cuando la Revolución choca con todos estos sectores privilegiados. "Esa es la verdad histórica", pero aclara: "Nuestra Revolución es una revolución profunda. Sin embargo, no se ha dado un solo caso de obispo fusilado; de sacerdote fusilado, no se ha dado un solo caso de sacerdote maltratado físicamente, torturado. Con relación a esto lo más notable, yo diría, es que no se ha dado el caso ni de un sacerdote ni de un laico".
Sobré la expulsión de sacerdotes y el cierre de iglesias, Castro comenta: "No, no hay una sola iglesia que se haya cerrado en el país, no hay una sola nunca. Si hubo casos en detérminado momento-en que fue muy fue muy fuerte el enfrentamiento político y por la actitud militante políticamente de algunos sacerdotes, sobre todo de origen español, nosotros solicitamos que fuesen retirados del país, les suspendimos la autorización para permanecer aquí. Ese caso si se dió, fue el tipo de medidas que se tomaron, sin embargo se autorizó que vinieran otros sacerdotes para reemplazar aquellos que habíamos pedido que salieran del país. Pero piudieramos decir que esa fue la única medida de ese tipo que si en un momento una sola vez, fue necesario tomar. Después se fueron normalizando las relaciones".
Entonces, cómo son las relaciones con la Iglesia: "La etapa en que estamos actualmente es de coexistencia, de respeto mutuo entre el Partido y las iglesias. Con la Iglesia Católica tuvimos dificuftades hace años, que fueron superadas; todos aquellos problemas que en un momento existieron, desaparecieron. Los problemas que tuvimos con ella, no los tuvimos nunca con las iglesias protestantes y nuestras relaciones con estas instituciones han sido siempre y son excelentes".

Pero con el mismo tono franco que ha mantenido, Castro suelta una declaración que para algunos debe ser una auténtica bomba: "Si me preguntan si existe cierta forma de discriminación sutil contra los cristianos, te digo que sí, honestamente tengo que decirte que sí y que no es una cosa superáda todavía por nosotros. No-es intencionada, no es déliberada, no es programada. Existe, y creo que nosotros tenemos que superar esa fase: hay que crear las condiciones de confianza en una circunstancia en que todavía el imperialismo nos amenaza y en que todavía muchos de los que están allá son los antiguos burgueses, los terratenientes y las clases privilegiadas que convirtieron la religión en una ideología contrarrevolucionaria.
Más adelante regresa sobre este mismo aspecto de la Cuba actual:
"Ahora, si en una revolución nos encontramos que hay ún grupo de ciudadanos -no importa cuántos sean, no tienen que ser dos millones, ni un millón, ni 500 mil: 100 mil en 10 millones-, que hay un uno por ciento de ciudadanos que por motivos de indole religiosa se sienta que no es comprendido, o incluso se sienta que puede ser objeto de cierta forma de discriminación política, que puede ir acompañada de otras sutiles formas de discriminación, porque basta no ser comprendido en un medio social, basta que no exista una comprensión y se origina ya ún sufrimiento, basta ése simple hecho que se puede traducen sutiles formas, incluso de desconfianza; para que no podamos sentirnos satisfechos".
Y, ¿cómo ve Fidel Castro a Cristo? Algunos pensarán que esta respuesta es una mezcla de sagacidad política e ingenuidad: "Nunca percibí una contradisción en este terreno político y revolucionario, entre las ideas que yo sustentaba y la idea de aquel símbolo, de aquella figura extraordinaria que tan familiar había sido para mí desde que tuve uso de razón, y más bien proyecté mi atención hacia los aspectos revolucionarios de la doctrina cristiana y del pensamiento de Cristo, más de una vez a lo largo de estos años, he tenido la oportunidad de expresar la coherencia que existe entre el pensamiento cristiano y el pensamiento revolucionario".
Sin formación religiosa, pero aceptando algunos postulados cristianos, dándole un enorme significado a una presunta visita del Papa y aceptando que existen discriminaciones y tensiones con los cristianos cubanos (a quienes todavía no se les acepta dentro del Partido; Cornunista), Castro dice sobre los resultados de la Revolución: "Considero que nuestro sistema es realmente más justo y mucho más democrático", y niega que Cuba exporte su Revolución porque "las condiciones que propiciar una revolució no es posible exportarlas".
Muchos se sorprenderán con estas citas tomadas de un libro que se seguirá agotando en sus próximas ediciones. O pensarán que han leido mal .