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El Don Juan del Mar

17 de enero de 2000

Cuando llega el atardecer a la ciudad amurallada la luz traspasa los árboles de la Plaza de San Diego y las mesas de los restaurantes se instalan. En ese momento llega Juan del Mar, el propietario de Fellini, Pizza Luna y El Mar de Juan, tres de los mejores restaurantes de Cartagena.

Por allí han pasado el general Barry McCaffrey, Gabriel García Márquez es un asiduo visitante y Nohra Pastrana va mínimo una vez al mes a comer con sus hijos.

Detrás de estos negocios exitosos y donde muy seguramente gravitará la rumba en Cartagena en este fin de milenio está Juan del Mar, un cartagenero de 29 años que ya es todo un personaje en su ciudad.

Su verdadero nombre es Juan Carlos Iglesias y hace unos años decidió cambiárselo por Juan del Mar, porque “el mar lo dice todo de mí”. Desde pequeño pasaba sus vacaciones en las islas del Rosario, donde su familia tiene casa y donde nació su amor por el mar.

Por eso vive frente al Caribe. Todas las mañanas se levanta a hacer ejercicio y practica surf, windsurf o buceo.

Su soledad la comparte con Bufeo, un perro labrador negro que hace tres meses le secuestraron. “Es la sexta vez que lo hacen. Y hasta este momento no ha aparecido”.

Le encantan la pintura y la arquitectura hasta el punto que él mismo pintó y decoró su apartamento y sus restaurantes.

Tiene un grupo musical en el que canta y toca guitarra, Frecuentemente lo hace en el Mar de Juan, y esta habilidad la utiliza también para no fallar en sus conquistas amorosas.

Y es que Juan se ha convertido en un seductor no solamente conocido en Cartagena sino en toda Colombia. El es uno de los protagonistas del comercial de Cerveza Aguila, en el cual aparece rodeado de hermosas mujeres. En la vida real ocurre algo similar, ya que toda turista que visita cualquiera de sus restaurantes queda encantada con él. Su pasión por la ecología y el arte, su habilidad para la música y su cálida conversación han seducido a más de una, muchas de ellas famosas.



Cocinero mayor

Su pasión por la cocina también la adquirió cuando era niño. “Desde pequeños, para poder salir a jugar, mis hermanos y yo debíamos recitarle a mi mamá los ingredientes de lo que nos acabábamos de comer”.

Al salir del colegio Juan se fue a Boston a estudiar mercadeo. Sin embargo nunca le llamó la atención esta carrera y decidió, a escondidas de sus padres, estudiar bellas artes. Cinco años después terminó las dos carreras, una por pasión y la otra por pura suerte, como él mismo confiesa. “Mi verdadero nombre es Juan Carlos Iglesias y en la universidad tenía convencido a un profesor de que yo era sobrino de Julio Iglesias. A veces le llevaba un CD con dedicatoria y una firma casi exacta a la del cantante y así pasé la materia”.

A su regreso de Boston Juan se radicó en Bogotá, pero luego volvió a Cartagena, donde decidió dedicarse a su verdadera pasión: la cocina.

En la Plaza de San Diego Juan del Mar abrió Fellini, y gracias al apoyo de un chef italiano muy pronto se convirtió en uno de los restaurantes más visitados de La Heroica por su comida y la excentricidad del italiano, que no les dejaba ver el menú a los clientes ya que él mismo decidía, de acuerdo con la cara de la persona, lo que ésta debía comer y siempre acertaba en la elección. “Era capaz de regañar al cliente si le pedía una limonada para acompañar una pasta con mariscos y no un vino blanco, como él creía que debía ser”.

Unos meses después, frente a Fellini, en una casa colonial color fucsia, pintada y decorada por Juan, abrió Pizza Luna, un lugar donde se puede probar una deliciosa pizza preparada en un horno con base de piedra. El Mar de Juan vino después. Allí la especialidad es la comida de mar. Cuando la noche se hace vieja el volumen de la música sube y se convierte en un lugar muy agradable para rumbear.

Al placer de una exquisita comida, en un lugar creativamente decorado por su propietario, bajo la embrujadora noche cartagenera, se suma el carisma de su dueño, quien muy frecuentemente ameniza las veladas con su voz y su guitarra.

El éxito de sus restaurantes es innegable. Juan lo acepta y lo define al decir, “la esencia de la vida es hacer las cosas con pasión y con amor, y eso es lo que yo le meto a mis restaurantes”.

La parte financiera de sus negocios poco le preocupa. De eso tan aburrido se encargan sus padres.

Juan es feliz con su vida, “los sueños sí se vuelven realidad, siempre soñé vivir así, y hoy lo hago y lo disfruto”, comenta.

Esta temporada llegarán a Cartagena 250.000 turistas, todos ellos en busca de diversión, buena atención y un sitio agradable para cenar. Alguien llamado Juan del Mar será uno de los protagonistas en la rumba de fin de siglo que se tomará a La Heroica.