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EL EMBAJADOR DE LA APERTURA

Al nombrar a Myles Frechette como embajador de EE.UU., la Casa Blanca parece estar más concentrada en la apertura que en el narcotráfico.

29 de agosto de 1994

A pesar de que el escándalo de los narcocasetes y lo sucedido en Washington al director de la Policía Nacional, general Octavio Vargas Silva, ha puesto a muchos a creer que las relaciones de Colombia con la Casa Blanca tienen como tema central el tráfico de drogas, lo cierto es que hechos más recientes permiten pensar otra cosa. Es el caso de la presentación de cartas credenciales que hizo el nuevo embajador de Estados Unidos, Myles Robert René Frechette, el lunes de la semana pasada ante el presidente Gaviria.
Y es que la designación de este diplomático muestra el cambio de cariz de los nexos Bogotá-Washington. El perfil de Frechette no es el de un experto en problemas de narcotráfico, sino el de un amplio conocedor del comercio internacional y la inversión extranjera. En esto difiere de sus dos predecesores, Thomas McNamara y Morris Busby, quienes en los corredores de la Casa de Nariño y la Cancillería llegaron a ser conocidos como 'McPato' y 'Bugs Bunny'.
En efecto, Frechette, un hombre nacido en Chile en 1936 -razón por la cual domina el español- entró a la diplomacia en 1963, luego de trabajar en la empresa Boeing, y de inmediato demostró que le gustaban los cargos complicados y de riesgo. Hizo varias giras por Latinoamérica y Asia, y no tuvo ningún reparo para permanecer como embajador en Camerún de 1983 a 1987. Pero un año más tarde se metió de lleno en el área de comercio. Trabajó para la corporación Manufacturers Hanover Trust, donde realizó conversiones relacionadas con deudas en varios continentes, y después fue el segundo de Carla Hills, la representante comercial de Estados Unidos. En ese momento participó activamente en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio entre su país, México y Canadá (NAFTA, por su sigla en inglés). Por esa trayectoria a Frechette se le considera el embajador perfecto para Colombia. Sobre todo porque los vientos de la apertura económica soplan con tal fuerza, que incluso podrían llevar al país a beneficiarse de ese tratado.
Hay quienes no olvidan que Myles Frechette fue el delegado estadounidense ante la Organización Internacional del Café en 1989, cuando se rompió el pacto mundial del grano. De allí que lo hayan tildado de adversario número uno del país. Sin embargo, luego de las declaraciones que dio recientemente en Bogotá, en las que elogió la democracia local y criticó la enmienda propuesta por el senador Jesse Helms, Frechette dejó de ser, en un instante, un fuerte enemigo de Colombia para convertirse en uno de sus más acérrimos defensores. -