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El eterno fugitivo

Dos millones de euros en una cuenta en Berlín se convirtieron en el indicio de que el 'doctor Muerte', un asesino nazi, sigue vivo en algún lugar de Suramérica.

6 de septiembre de 2008

Si en efecto el nazi Aribert Heim sigue vivo tendría 94 años. Quizá ya no quede en ese viejo cuerpo mucho de aquel hombre atlético, jugador de hockey profesional, de 1,90 metros de estatura. Ese a quien los prisioneros del campo de concentración de Mauthausen apodaron el 'doctor Muerte' luego de que en 1941 asesinó a más de 500 personas en menos de dos meses. Pero aun así el Centro Simon Wiesenthal, que desde 1977 se ha dedicado a encontrar a estos criminales de la Segunda Guerra Mundial, espera localizar a este hombre para que sea juzgado.

Heim desapareció en 1962 y hoy ocupa el primer puesto en la lista de los nazis más buscados. Los gobiernos de Alemania y Austria, y el Centro Wiesenthal ofrecen 310.000 euros por información que conduzca a su captura. Pero esa cifra palidece al compararla con los dos millones de euros que reposan en una cuenta a su nombre en el Banco de Berlín, que ha estado congelada desde hace varias décadas. Para Efraim Zuroff, el cazanazis que recogió las banderas del fallecido Wiesenthal, esa cuenta bancaria es la prueba clave de que el 'doctor Muerte' sigue vivo. "Sus hijos no han reclamado ese dinero como parte de su herencia", dijo Zuroff a SEMANA. Y afirma que si ellos, que serían los primeros en enterarse de la muerte de su padre, no lo han hecho, es porque no ha fallecido.

El tema regresó a las primeras planas a finales de agosto, cuando después de 46 años de silencio Rüdiger Heim, uno de los hijos del criminal, habló con la prensa. Aseguró en entrevista con el semanario Bild am Sonntag que no tenía contacto con su padre desde los 6 años, y que la última vez que lo vio fue la noche en que se escapó horas antes de que llegara la Policía a arrestarlo. Su madre, Friedl Heim, quien también es médica, les dijo a sus hijos que su padre se había ido a trabajar a Berlín, pero unos años más tarde Rüdiger descubrió, gracias a los medios de comunicación, que en verdad era un criminal nazi fugitivo. En la entrevista aseguró que si supiera de su padre informaría a las autoridades, y dijo que había comenzado el proceso legal para que se declarara su muerte por desaparecimiento y así reclamar los millones guardados en Berlin. "De ser yo el heredero, donaría ese dinero para un centro de documentación sobre el sufrimiento que se vivió en Mauthausen".

Los crímenes de Aribert Heim quedaron documentados de su puño y letra en sus historiales clínicos. Su práctica más famosa era inyectar gasolina y diferentes venenos en el corazón de sus 'pacientes' para cronometrar cuánto tardaba su muerte. A pesar de que trabajó en Mauthausen de octubre a noviembre de 1941, los prisioneros aprendieron pronto que enfermarse, y ser llevado al doctor era una muerte segura. Supuestamente estaba interesado en estudiar la resistencia al dolor y por eso practicaba cirugías y amputaciones sin anestesia.

También le gustaba coleccionar partes del cuerpo de sus victimas. Se dice que personalmente decapitó a dos jóvenes judíos que tenían una dentadura perfecta, cocinó las cabezas para pelar los cráneos y luego los puso como decoración sobre su escritorio. Otra de sus victimas fue desollada, pues tenía grandes tatuajes en su pecho y su espalda, y después de procesar la piel la usó como pantalla de una lámpara. La crueldad y sevicia de Heim sólo se compara con la del otro famoso médico nazi, Josef Mengele, a quien apodaron el 'Ángel de la muerte'. "El pasado de mi padre es una parte de mi vida. Negarlo no tiene sentido, aunque no creo que deba explicar a nadie que no soy un nazi; quienes me conocen lo saben", dijo Rüdiger al semanario alemán. Su intención de donar el dinero probablemente sea sincera, pero algunos suspicaces creen que también podría ser una táctica para permitirle al anciano pasar unos últimos años o meses tranquilo.

A lo largo de las últimas cuatro décadas Heim ha dejado rastros en Egipto, Dinamarca, España y Uruguay. "De la lista de criminales que aún estamos buscando, Heim es el único del cual no sabemos con exactitud en qué país se encuentra", contó Zuroff a esta publicación. Él y su colega argentino Sergio Widder creen que hoy día se encuentra escondido en el territorio entre Bariloche, en Argentina, y Puerto Montt, Chile.

Waltraud Böser, fruto de una relación que tuvo Heim antes de casarse, cuando era médico del campo de concentración, vive en la colonia alemana en Puerto Montt. "No sabemos si la familia miente", dijo Widder a SEMANA. "Pero la Policía alemana cree que aunque los hijos que tuvo con su esposa no tienen vínculo alguno con Heim, la hija es probablemente quien lo ha cuidado en los últimos años". Se cree que Hertha Heim, hermana del criminal, fue quien siempre estuvo al tanto del paradero del 'doctor Muerte', pues ella le envió dinero hasta su muerte. También ha generado curiosidad que la ex esposa de Heim siga usando su tristemente célebre apellido de casada, pues ella pidió el divorció cinco años después de que él huyó. Pero ella, como SEMANA pudo descubrir de primera mano, no atiende a ningún periodista y nunca ha dado declaraciones al respecto. Mucho se ha especulado que los esposos tuvieron oportunidad de verse varias veces durante todos estos años. Pero el único contacto comprobable que habrían tenido fueron dos notas que alguien dejó en la década de los 60 en la villa de Friedl en Baden-Baden, Alemanía, en donde simplemente se podía leer la frase: "Me va bien".

La hija mayor tampoco ha estado dispuesta a hablar. Después de negar durante varios años su filiación, declaró que su padre habría muerto de cáncer en 1993. Aun así, los dos cazadores de nazis emprendieron una gira durante todo julio por Chile y Argentina para alentar a las personas a dar información. Una de las visitas obligadas de este viaje, uno de los más importantes de la Operación Última Oportunidad que lanzó Zuroff en 2002 para lograr encontrar a los últimos fugitivos, fue la casa de la hija ilegítima.

Pero llegaron en mal momento, pues se les informó que ella se encontraba de viaje en Europa. Zuroff, quien no pierde las esperanzas de encontrar una pista clave, aseguró a este medio que ya tiene planeada una reunión con Waltraud. Muchas personas que se han comunicado con el Centro Simón Wiesenthal, aseguran haber visto a un hombre viejo, muy alto y con una cicatriz en forma de V en su mejilla derecha. Algunos interesados en la recompensa, otros convencidos de que su información pondrá fin a tantos años de persecución. Mientras tanto Zuroff y su colega seguirán pendientes de la cuenta bancaria, el último rastro de un hombre que con casi 100 años sigue burlando a la justicia.